Relaciones tensas entre Bogotá y el Gobierno Nacional
Desde la administración distrital, se percibe una creciente preocupación por la toma de decisiones del Gobierno Nacional sin considerar los argumentos del Distrito. Este malestar ha generado desconfianza y dudas sobre la autonomía territorial, especialmente en temas críticos como la salud y la infraestructura.
El alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, ha buscado mantener una relación armónica con el Ejecutivo. Desde su campaña y ya en su gestión, Galán ha sido claro y directo en asuntos como el metro, tendiendo puentes con el equipo presidencial para abordar temas de infraestructura, salud, medioambiente y justicia. Sin embargo, varias decisiones del alto Gobierno han sido tomadas sin consultar al Distrito, lo que ha generado tensiones.
La reciente intervención del superintendente de Salud a una de las subredes de salud es un ejemplo claro de esta problemática. Hace solo unas semanas, el alcalde y el superintendente discutieron abiertamente sobre la situación financiera de Capital Salud, la EPS del régimen subsidiado de Bogotá.
Tras el encuentro, se habló de una mejor coordinación para garantizar la calidad del servicio. Sin embargo, la abrupta intervención a la Subred Centro Oriente generó sorpresa y malestar. Aunque este modelo había caído en manos de malos administradores, existía un plan de choque y una estrategia plasmada en el Plan de Desarrollo que discute el Concejo, además de un anticipo financiero significativo para su operación.
Otro caso que ha causado inquietud es el de Capital Salud, donde pese a la inversión de 92.000 millones de pesos por parte de la Alcaldía, persistían rumores sobre una posible intervención. A esto se suma la especulación sobre una intervención en la Empresa de Acueducto debido a los racionamientos de agua, lo cual ha generado un clima de prevención y mensajes alarmantes entre la ciudadanía.
Estos desencuentros se suman a críticas recientes del Presidente hacia la región metropolitana, específicamente sobre la anexión de Soacha, alegando falta de consulta a la población. Esto, a pesar de que el Congreso había expedido una ley aclaratoria sobre el tema, ha enturbiado aún más el ambiente de colaboración que debería prevalecer entre la Nación y el Distrito.
La autonomía territorial es un punto central en esta discusión. Según el artículo 288 de la Constitución, las competencias atribuidas a los distintos niveles territoriales deben ejercerse con principios de coordinación, concurrencia y subsidiariedad. Bogotá, con su propio estatuto orgánico, posee una categoría especial para aplicar sus normas y tomar decisiones. Ignorar esto socava la razón de ser de elegir alcaldes y la autonomía del Distrito.
Durante la presidencia de Juan Manuel Santos, se creó una consejería especial para asuntos de Bogotá, encabezada por Gina Parody. Esta consejería buscaba ayudar a Bogotá y trabajar en proyectos de beneficio mutuo. Sin embargo, el entonces alcalde Gustavo Petro veía esta consejería con desconfianza, considerándola una intromisión del Ejecutivo en asuntos del Distrito. Además, criticó la intervención de la Superintendencia de Industria y Comercio a la Empresa de Acueducto por el manejo del sistema de aseo, lo que llevó a la desaparición de la consejería.
Irónicamente, hoy es el gobierno actual el que busca intervenir dependencias y decidir sobre proyectos vitales para la ciudad. Esto plantea la pregunta sobre cómo habría reaccionado el actual Presidente si, como alcalde, enfrentara estas intervenciones. Seguramente habría defendido vehementemente la autonomía de Bogotá.
La solución propuesta por el personero Andrés Castro, de crear mesas de alto gobierno para atender diferencias en temas cruciales como la salud, podría ser una vía para restaurar la colaboración y evitar conflictos. Mantener una buena relación entre el Distrito y la Nación es esencial para el desarrollo y bienestar de Bogotá, una ciudad que contribuye significativamente al país en términos de riqueza, empleo e inversión.
El Presidente y los funcionarios del Gobierno deben recordar que trabajar juntos es lo que más conviene a Bogotá y al país. Galán ha demostrado disposición para el diálogo y la cooperación, y es necesario que este espíritu de colaboración prevalezca para superar las diferencias y construir soluciones conjuntas para la capital.