Los prejuicios

Por Manuel Álvaro Ramírez R (*)

Algunas veces las personas se preguntan mientras discuten ¿será que mi contrincante tiene algo de razón? Pero eso no pasa con mucha frecuencia; el ser humano está diseñado para odiar, para sentirse protegido, estar bajo la tutela de alguien o pertenecer a un colectivo. No importa que las evidencias muestren que algo no cuadra, que no es cierto, lo que importa son nuestros prejuicios. Veamos algunos ejemplos.

Primero: Si gana Petro, Colombia se va a volver como Venezuela. Es decir, se expropia todo y comienza un éxodo de colombianos en busca de un futuro porque el país se está destruyendo. No pasó. En Colombia no sólo no ha expropiado a nadie sino que la confianza inversionista se mantuvo según la calificadora de riesgo Moody’s aunque las otras dos que monitorean a Colombia, Stándar  & Poor´s y Fitch Ratings, esperan a ver si se cumple con la regla fiscal. Esto que puede resultar  un ladrillo para algunas personas no interesadas en manejos financieros es relativamente sencillo. Veámoslo con un ejemplo. A veces alguien se nos acerca a pedirnos plata prestada y nuestra reacción es preguntarnos si esa persona nos inspira confianza, la suficiente como para hacerle el préstamo, a veces hasta le pedimos a alguien que lo conozca bien, por lo menos mejor que nosotros, si esa persona es o no confiable. Pues eso es lo que hacen las calificadoras de riesgo y lo que se observa es que Colombia es un país confiable para invertir o para hacerle préstamos. Es lo que se conoce con el nombre de confianza inversionista o grado de inversión. Dicho de otra manera, Colombia, según los observadores especializados, es un país que tiene un manejo responsable de su economía.

Segundo: El dólar se va a disparar porque la gente va a sacar sus capitales del país, si gana Petro. Inicialmente hubo cierta incertidumbre, e incluso, hoy hay todavía personas que no están seguras de hacer inversiones, pero no son inversiones que muevan la economía, pero una vez el Gobierno del Cambio comenzó actuar en serio al poner a pagar impuestos a los más pudientes, se calmaron los ánimos, la inversión extranjera crece, según las estadísticas del Banco de la República y el dólar se descolgó y las personas que compraron dólares para protegerse, hicieron un pésimo negocio, compraron a $5,000 pero hoy está en $3,980.

Tercero: Por culpa de Petro la vida está muy cara. Falso. La inflación comenzó a subir de manera muy fuerte a raíz de la guerra en Ucrania, en parte porque muchos insumos agrícolas venían de Rusia o de la misma Ucrania, los efectos del alza del dólar y la reducción en la oferta de los insumos y alimentos importados como trigo y maíz se sintieron en todo el mundo, pero en Colombia ya la inflación está cediendo y muy seguramente la política agropecuaria ayudará a controlar los precios de los alimentos.

Cuarto: Colombia está gobernada por el comunismo. Esto sí es jugar con la ignorancia de la gente. El comunismo es un sistema económico donde desaparece la propiedad privada, las clases sociales y la explotación del hombre por el hombre.

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Eso era lo que decían Marx y Engels, por allá en 1848 en el Manifiesto del Partido Comunista y señalaban cómo debería funcionar esa sociedad que en primer lugar tenía que desarrollar sus fuerzas productivas. Otra cosa es que ha habido regímenes autoritarios en la extinta Unión Soviética, en China y en Cuba donde han gobernado partidos comunistas o socialistas, pero en todos esos casos hubo una revolución y por medio de las armas impusieron un modelo no capitalista que ha significado muchos problemas, pero no miremos la paja en el ojo ajeno, porque vayamos al Chocó, a Tumaco o a la Guajira para ver que no sólo en el comunismo se muere la gente, casi podría apostar que se muere la gente de hambre más en países capitalistas que en los anteriormente señalados, sin que éstos sean ningún paradigma para imitar. Sé que también quienes apoyamos al gobierno tenemos nuestros propios prejuicios, pero quisiéramos debatir con argumentos y no salir con chorros de babas como las petrobolsas, o los quince mil millones que sólo están en las mentes de personas que defienden oscuros intereses, cuyas pruebas se agotan en un testigo estrella anónimo del que ya nadie se acuerda y que  ya se olvidó. Queremos un debate serio y no montajes que a todas luces han resultado cuentos chimbos.

*Magister en Economía

Universidad de los Andes

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