El depredador

Por Manuel Álvaro Ramírez*

Germán Vargas Lleras es uno de esos personajes nacidos en la aristocracia bogotana que se cree ungido de Dios por llevar el apellido de su abuelo materno, el mismo que aparece en los billetes de $100,000 a quien los bogotanos de a pie llamaban ‘remache’ por ser chiquito y calvo. Bien, este sujeto que ha heredado los bienes de su encumbrada familia y por tanto de origen discutible cuando se busca en los vericuetos de la historia, aparece ahora amenazando a los trabajadores colombianos con el cuento de que si se aprueba la reforma laboral, sus amigos empresarios echarán, en represalia, a miles de trabajadores a la calle, cientos de miles, dicen. Sin embargo la amenaza hay que cogerla con pinzas. Vamos por partes.

Sus amigos empresarios le han dicho, según el video que circula en redes y que ante el desprestigio de los noticieros se han convertido en la fuente preferida de información, que ‘Nosotros sí tenemos un plan B. Antes de que esa reforma sea sancionada, vamos a sacar a miles y miles de personas, pero no se quedarán trabajando, amparados por esas normas, eso es lo que la gente tiene previsto’. Contundente, pero absurdo. Querrán decir que echan a sus trabajadores ¿Y? a quienes contraten en su remplazo tendrán que hacerlo sujetos a las nuevas normas ¿o no? O van a revivir el sambenito de que se van a ir del país. A este respecto, ni siquiera el archiuribista Mario Hernández ha considerado esa posibilidad, pese a que le hicieron una entrevista y la titularon como si de verdad estuviera alistando maletas, pero leyendo el reportaje lo que dice es que su empresa sigue aquí. Es lo malo de quedarse sólo en los titulares.

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Un verdadero empresario es aquel que paga lo justo, pero los colombianos tenemos una fama de esclavizadores tal, que en Estados Unidos algunos coterráneos que trabajan en mantenimiento de electrodomésticos o en talleres de mecánica, cuando les dicen que tienen alguien que requiere sus servicios estos responden, ‘sí, pero que no sea colombiano’.

Habrá quienes digan que no son todos, lo cierto es que los colombianos tenemos fama de dar muy poca propina y regatear cuando vamos a contratar a alguien. Por eso los avisos clasificados de hace no muchos años decían ‘Americanos, necesitan muchacha de adentro’ a veces resaltando el gentilicio como si los únicos que pudieran llevarlo fueran los oriundos de arriba del Río Bravo, pero el mensaje implícito era exacto: Los norteamericanos pagan bien, los colombianos no. Pero volvamos al punto. Echarán trabajadores como una forma de venganza contra un presidente que les está devolviendo lo que les quitaron desde 2002 mediante la ley 789, con el argumento según el cual ‘a Colombia la está matando la pereza, hay que recortar la jornada de sueño, recortar la jornada de vacaciones y recortar la jornada de festivos’. ¿Se acuerdan? Si no se acuerdan, busquen en Internet que ahí está el verdadero culpable del desastre pronunciando ese discurso.

Pero a pesar de que nos curaron la pereza y nos pusieron a la cabeza de los países que más madrugan, también nos llevaron a puntear la carrera de quienes menos producimos. Y es obvio, en números redondos dos terceras partes de los trabajadores viven del rebusque o empleados en labores de muy baja productividad, aquí en Colombia lo que ha faltado ha sido una verdadera clase empresarial, de esa que entiende que para que una economía prospere, tiene que darle a los trabajadores con qué comprar, de lo contrario seguiremos en nuestro feudo, vendiendo artesanías en el mercado interno y exportando, petróleo, carbón, ferroníquel, bananos, flores y todavía algo de café, porque nuestros competidores en este último producto nos superaron hace rato.

En síntesis los empresarios no son tan brutos como nos los quiere presentar Germán Vargas, alias ‘Coscorrón’, a no ser que piensen que se aprueba la reforma y ellos echan a sus empleados y contratan otros violando las normas laborales para mantener sus niveles de ganancias, cuando la reforma precisamente busca poner freno a esos abusos de la llamada tercerización, outsourcing, o la proliferación de las cooperativas de trabajo asociado.

*Magister en Economía

Universidad de los Andes

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