En medio de los Medios

Marbelle y la degradación del debate público en Colombia

La facilidad con la que cualquier persona puede emitir sus aparentes o presuntas opiniones permite, a través de las redes sociales, estemos en presencia de comentarios repletos de odio. Tales comentarios carecen de lo que constituye la opinión porque esta se sustenta y sirve para el debate democrático. 

Como ya lo habíamos comentado, días antes en estas páginas, cualquier idiota puede, usando como medio las redes, salir de su silencio. Y fue el escritor y filósofo italiano Umberto Eco quien se refirió a este propósito con la siguiente frase: «Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas» 

Marbelle y la degradación del debate público en Colombia

Editorial de El Espectador, 27/12/2023

El domingo escribimos sobre la necesidad de modificar el tono del debate público y apenas unos días después tenemos a una cantante famosa insultando a la hija del presidente de la República, mientras que el mandatario responde anunciando acciones legales. Sería un caso anecdótico si no se tratara del microcosmos de todo lo que está mal en las discusiones políticas nacionales. El todo vale, la estigmatización rastrera, el abuso de la libertad de expresión y la extralimitación de los poderes están ahí, en una época que debería ser de reflexión y de preguntarnos cómo podemos construir un proyecto de país en conjunto.

Hace unos meses, la cantante Marbelle tuvo que rectificarse en público por comentarios racistas y calumniosos contra la vicepresidenta de la República, Francia Márquez. En aquel entonces, había hecho referencia a inexistentes nexos entre la vicepresidenta y las FARC, y también se refirió a ella como “King Kong”, usando un comentario racista que históricamente ha sido utilizado para burlarse de las personas negras. Ahora, esta semana, Presidencia publicó una fotografía de habitantes de la calle en un evento de la Casa de Nariño compartiendo con la hija del presidente, Antonella Petro. Un usuario de la red social escribió: “En esta foto no veo a ningún habitante de calle, ¿y ustedes?”. A lo que la cantante respondió: “Solo una…”. La única mujer en la foto es la hija del mandatario. El comentario, con clara intención de burla, iba dirigido a la menor de edad.

La cuenta de X de la cantante tiene más de 400.000 seguidores, la publicación en cuestión fue vista más de 283.000 veces. ¿Por qué una persona con tanta legitimación pública, gracias a su exitosa carrera como cantante, siente que debe publicar un comentario en ese sentido? ¿Por qué dirigir el odio hacia una menor de edad solo por ser la hija del presidente de la República? ¿Qué ganan sus seguidores, más allá de atrincherarse en sus prejuicios y revanchas? ¿Qué tipo de comedia es esta que deba celebrarse a los cuatro vientos? ¿Por qué vivimos en un país donde se usa la libertad de expresión para la decadencia? ¿Cómo no hay sentido de vergüenza ni de respeto por el otro?

El problema, claro, es que la situación no queda ahí. Alfredo Saade, miembro del Pacto Histórico y cercano al presidente Petro, respondió difundiendo una publicación falsa, atribuida a Marbelle, donde supuestamente acepta abusar sexualmente de un menor de edad. Es necesario insistir: la publicación es falsa, no fue realizada por Marbelle y afecta su buen nombre. ¿Todo vale ante una agresión pública? Por supuesto que no. Pero así es como opera el debate público mediado por la red X. La destrucción del oponente a como dé lugar.

Mientras tanto, el presidente Petro, justamente molesto, dijo que “ser habitante de calle no es para estigmatizar, pero hostigar a una menor de edad es una bellaquería muy ignorante”, y agregó que su hija le pidió “acciones legales y en nombre de la niñez de Colombia debo hacerlo”. Aunque el mandatario tiene derecho a utilizar las herramientas a su disposición, es lamentable que el derecho penal, que debería ser la última instancia, sea invocado para mediar en estos conflictos. Como lo demuestra la rectificación previa de la cantante, no hay cambios de opinión, solo actuaciones públicas de contrición. Tampoco es muy claro, en este caso, que se haya configurado la injuria. Nos queda el sinsabor de que así seguirá siendo el debate en Colombia.

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