Profecía bolivariana

Profecía bolivariana

Por Leopoldo Villar Borda

En la columna publicada hace poco bajo el título “País ingobernable” cité el juicio certero de Bolívar al definir a Colombia en esos términos. La historia confirmó el carácter profético de esa definición, pero hasta hoy es un misterio por qué es tan difícil gobernar a este país.

Investigadores nacionales y extranjeros se han ocupado del devenir colombiano sin hallar una respuesta definitiva. La pregunta que está por responder es por qué es casi imposible romper las barreras que impiden derrotar el atraso y la desigualdad que nos singularizan.

Uno de los colombianos que más investigaron el carácter nacional fue José Francisco Socarrás. Su producción escrita, fruto de medio siglo de estudios, contiene enseñanzas que ayudan a comprender la naturaleza del pueblo colombiano, al que le hizo la radiografía y la disección para definirlo luego como “un pueblo lleno de contradicciones, de prejuicios y de falsas creencias”.

Este juicio fue emitido por Socarrás en 1947, cuando había ejercido la medicina durante 17 años y ya era reconocido como el pionero de la psiquiatría en Colombia. Hombre polifacético y de cultura universal, dictó cátedra durante 50 años en las principales universidades y la prensa sobre muchos temas entre los cuales sobresalió la educación. Además de su especialidad, se dedicó a la antropología, la biología, la fisiología, la neurología, la filosofía y la historia.

De origen humilde y ancestros afrodescendientes, llegó a Bogotá en la década de 1920 como un joven estudiante provinciano y obtuvo su grado de médico en la Universidad Nacional en 1930. Una beca le permitió especializarse en París en psiquiatría, neurología y psiquiatría infantil. Al regresar al país se dedicó a su profesión, pero también se interesó por la pedagogía y la política. Se vivían los primeros años de la Segunda República Liberal y el presidente Enrique Olaya Herrera le encomendó estudiar la forma de modernizar el sistema educativo colombiano. El resultado fue la fundación de la Escuela Normal Superior, cuya rectoría desempeñó entre 1937 y 1945. También actuó en política y llegó al Congreso, donde impulsó la ley que creó el Ministerio de Salud en 1947.

Escribió libros de historia, estudios sobre la gente colombiana, su problemática, sus carencias y sus posibilidades, así como sobre la tierra, las etnias y las culturas. La lectura de su extensa obra arroja muchas luces sobre las razones que explican nuestra resistencia a cambiar.

El origen de las carencias que Socarrás identificó en nuestra sociedad está en la Colonia española, cuyo sistema clasista y racista fue heredado por la república sin solución de continuidad. El propio Socarrás fue combatido, como lo es hoy Francia Márquez, porque era un mulato nacido en Valledupar. La Independencia no eliminó la pirámide social levantada por los virreyes, sino que reemplazó a los españoles dominantes por la élite criolla donde figuraban nuestros próceres y la estratificación continuó. La polarización de la que tanto se habla ahora es tan vieja como la bandera. De un lado la élite, dueña del poder político y económico y aliada con la Iglesia católica y los militares, y del otro el pueblo mestizo, indígena y afrocolombiano. ¿Quién podía dominar a quién?

Nuestra historia es una sucesión de combates entre quienes buscan romper con los privilegios del pasado y quienes quieren mantenerlos a toda costa. No es una casualidad que el ambicioso programa de Gustavo Petro se esté empantanando por la resistencia de los grandes intereses, como encalló la Revolución en Marcha de Alfonso López Pumarejo hace casi un siglo y fracasó el intento de Carlos Lleras Restrepo de hacer la reforma agraria hace más de 60 años. En Colombia no basta con ganar las elecciones para tomar un nuevo rumbo. Como dijo Bolívar, el país es ingobernable.

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