Opinion

Día Mundial del Agua

Día Mundial del Agua

Informe sobre el cambio climático y los páramos de Boyacá

Hemos llegado a una cima con un abismo desde la cual se divisa con diafanidad, y con retrospectiva, los resultados perjudiciales de las actividades humanas. Los grandes países desarrollados –EE.UU., China, Unión Europea y ahora India, entre otros— han contribuido en un altísimo porcentaje a la alteración del clima a una velocidad y de tanto impacto, que la humanidad jamás había conocido ni mucho menos realizado un análisis en cientos de miles de años.

El pasado lunes 20 de marzo fue dado a conocer el informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, IPCC. Este órgano de las Naciones Unidas, desde 1988 es el encargado de evaluar los conocimientos científicos relativos al cambio climático, como resultado de proyectos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. El IPCC cuenta con 195 Estados miembros que son miembros de las Naciones Unidas.

Los resultados obtenidos dan cuenta de la devastación provocada por el ser humano y que data desde el comienzo de la Revolución Industrial, iniciada en Inglaterra a mediados del siglo XVIII. Desde entonces, los países industrializados han seguido un camino ininterrumpido hacia la degradación de los entornos ambientales tanto de la geografía física de propios países, del norte, como la de los países del sur. Estos últimos fueron y son obligados o inducidos –a través de la colonización física o económica— de manera paulatina, a ‘especializarse’ en la extracción de materias primas.

Resulta una situación aterradora cuando se observa de cerca la situación sobre los impactos de origen antropogénico sobre la naturaleza: son miles de millones de personas afectadas negativamente por las emisiones de gases de efecto invernadero que, de manera constante, aumentan los riesgos para la obtención de agua y por consiguiente, la producción de alimentos.

Las consecuencias del calentamiento global se ven reflejadas en la prolongación tanto de sequías como de las épocas de lluvias, lo cual ocasiona también grandes migraciones de personas en búsqueda de alimento y de bienestar, con la reacción xenofóbica de quienes han ocasionado el desastre. Se agrega, además, el daño irreparable a la fauna y flora nativa. 

En nuestro medio nacional hay quienes aún creen que las medidas que plantea el Gobierno nacional de Gustavo Petro son solo populistas o sensacionalistas y que, Colombia por aportar muy poco en la emisión de gases de efecto invernadero, debe hacer caso omiso a las recomendaciones de orden mundial. Poco han entendido que las medidas deben ser tomadas de manera global, así como lo fueron las decisiones adoptadas durante la pandemia del covid 19.

Colombia es uno de los países – junto con Brasil, Rusia, Canadá y EE.UU.—con mayor riqueza de agua dulce del mundo. Sin embargo, las políticas implementadas por diferentes gobiernos nacionales o regionales, a través de la historia, poco o nada se les ha visto su efectividad, porque han prevalecido los intereses particulares de quienes usan el agua con fines lucrativos, desdeñando las consecuencias para las futuras generaciones humanas, animales y vegetales. 

En las regiones la situación llega a puntos lamentables, sobre todo en aquellas en donde la gran minería ilegal y legal explotan y envenenan el agua sin mayor control.

La riqueza hídrica de Boyacá es considerable dada su condición de fabricante natural: posee en 19 municipios el 50% de los páramos del país. Estas áreas han sido indiscriminadamente utilizadas en minería, agricultura y ganadería con lo que se han afectado el agua proveniente de zonas paramunas, propiamente dichas, como de acuíferos cercanos que son sobreexplotados con agricultura y piscicultura. Sin mencionar los incendios que, en este año 2023, en particular, arrasaron con cientos de hectáreas sin que se hayan tomado medidas efectivas para prevenirlos.

Son muy mediocres o inexistentes las labores de concertación –para mitigar los daños ambientales— emprendidas tanto por la autoridad ambiental, Corpoboyacá y por los alcaldes.

En general, una y otros, han preferido mirar a lontananza, pero por encima de los problemas para obviarlos o reprimir al campesino con amenazas. Son actitudes propias de urbanos de escritorio, del burócrata bien pago y a quien poco le importa otra cosa que su momentáneo bienestar económico.

 

Muy triste celebrar otro Día Mundial del Agua con un panorama tan desolador ante el descuido del recurso dador de vida. Optan mejor por imprimir lujosas y costosas revistas repletas de lugares comunes que emprender verdaderas campañas de protección del precioso líquido.

 

¡Salud!       

¿el menos conveniente?

Director Boyacá Visible

Jorge Armando Rodríguez Avella 

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