Opinion

Israel y el arte de la infamia

En El Arte de la Guerra, Sun Tzu plantea que a un enemigo cercado hay que dejarle una vía de salida. “Si carecen de todo debes prever su desesperación. No te encarnices con un enemigo acorralado”. Es todo lo contrario a lo que el ejército de Israel ha hecho con los palestinos hasta llevarlos a una lucha a muerte de quien sabe que ya no tiene nada que perder porque le han robado todo.  

A casi tres meses de haberse iniciado la ocupación de Gaza por parte de Israel, ya se pueden ir sacando en limpio algunos resultados y quizás el más importante, atrocidades aparte, es que el ejército más poderoso del mundo, no ha sido capaz de encontrar un solo rehén de los capturados por Hamas y esta organización se empecina en que sólo habrá canje de prisioneros. Es decir, se liberarán rehenes a cambio de presos en cárceles israelíes.

Este es uno de los resultados de un pueblo al que le han arrebatado todo, desde la dignidad, pasando por la libertad, hasta la vida de hombres mujeres y niños, de manera que para éstos la guerra tiene una lógica diferente, ya no es la vida de unas personas la que se juega en el campo de batalla. Para ellos la vida misma carece de sentido, a pesar del instinto de conservación y de la reacción humana de huir del peligro, para la organización es una lucha a muerte, donde no hay posibilidades de triunfo, pero sí una convicción ciega de la justeza de su causa.

A ese extremo han llevado los judíos al pueblo palestino a convertir a cada ciudadano en un mártir potencial y así, podrán seguir asesinando mujeres, niños y pacientes bombardeando hospitales, pero lo único que lograrán será exacerbar el odio endémico contra un grupo que en conjunto es percibido como una banda criminal, que no acata las normas mínimas de convivencia, ni las resoluciones de Naciones Unidas ni el Derecho Internacional Humanitario, ni nada, en su odiosa arrogancia hay que arrasar a Gaza, borrarla del mapa.

Nada les ha enseñado la historia a los dirigentes. Según su propio relato, Hitler quiso hacer lo mismo con ellos, pero no lo logró y hoy, muchas personas nos preguntamos ¿Son estos judíos, los que nos han tratado de meter por los ojos como las víctimas del Holocausto? Películas como La Lista de Schindler, El Pïanista, La Vida es Bella, Adios señor Haffmann y muchas otras, tienen un libreto muy parecido que pinta a unos laboriosos y sufridos trabajadores enviados a campos de concentración de donde muy pocos volvieron para contar los horrores de que fueron víctimas.

O.k. Ya vimos las películas, ahora volvemos a los interrogantes: ¿son estos descendientes de esos judíos, quienes hoy actúan de forma tan salvaje, tan inhumana? Y tenemos derecho también a formular una pregunta más amplia ¿Qué hace del ser humano un ser tan absurdamente violento? ¿Por qué la racionalidad permite llegar a extremos absurdos como la tortura y la satisfacción basada en el sufrimiento del prójimo?

Quizás se nos pregunte por qué no condenamos el salvajismo de Hamás y sólo lo hacemos con el comportamiento israelí. La verdad es que a Hamás hay que entenderla como el producto de la desesperación, la consecuencia lógica de una agresión sistemática que acorraló a un pueblo entero para robarle sus tierras con una justificación muy traída de las mechas: la de que los israelitas son el pueblo elegido y el nivel del absurdo ha llegado a tal punto, que terminaron creyéndolo.   

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