La Seis de Septiembre y la calle 7ª de Sogamoso
Por Jorge Armando Rodríguez Avella
Las plazas, por tradición milenaria, son lugares convocantes para sus habitantes, algunos las definen como ‘órganos biológicos de la ciudad’ porque son áreas que cumplen funciones importantes como las del servir de sitio de reunión destinadas al descanso, la recreación, el intercambio social, a través de manifestaciones, y el ocio.
Es imposible dejar de escuchar las voces –entre ellas la mía— que aún se lamentan sobre la pobreza de diseño de la Plaza Seis de Septiembre de Sogamoso. Allí, aparte de la poca estética del pavimento utilizado, fueron construidas dos casetas, cuyo destino se ignora hasta ahora, porque quien elaboró los diseños seguramente también olvidó el para qué.
Las dos casetas debieron de ser planificadas para algo, pero carecen de servicios, por lo menos de agua lo cual resulta, por decir lo menos, increíble, dado que la Plaza cuenta con acceso a las redes de acueducto. También el amueblamiento de la tradicional Plaza brilla por su ausencia: ni una sola banca fue instalada allí.
Con la tradición musical de los sogamoseños y del funcionamiento de las escuelas de música promovidas desde hace muchos años, se habría podido –y todavía se puede— construir algo así como un kiosco –sabrán los arquitectos— como lugar propicio para acoger periódicamente las agrupaciones artísticas para deleite del público. Porque parece ser que la desdichada administración anterior pensó que la de la Plaza Seis de Septiembre solo debía servirle a los cercanos del exalcalde, para saquear a los comerciantes y al pueblo durante las tres o cuatro noches de verbenas de julio. Es decir: remodelaron una plaza para aprovecharse de ella durante las noches juerga.
De otra parte y continuando con esas obras sin contenido social, figura el andén o espacio público que aún está por terminar sobre la calle 7ª del Chincá hacia el Colegio de Sugamuxi. Sería muy conveniente que la actual administración revisara el proyecto y le agregara una debida ornamentación viva a lo largo de la acera.
Es como para empezar a arreglar el desastre de legado que heredamos luego de cuatro años de penumbra y desidia administrativa.