APOTEOSIS

Por Manuel Álvaro Ramírez R.*

Esta semana estuvo bastante agitada, pero tuvo una muy agradable sorpresa. Luego del escándalo que se pretendió armar con los audios de Armando Benedetti, se creía que la popularidad y el apoyo al presidente se precipitarían en caída libre, dada la alharaca mediática y la hilarante afirmación de que estábamos ante el peor escándalo de corrupción de toda, léase bien, de toda la historia de Colombia, como lo afirmó Miguel Turbay y lo repitieron juiciosamente como si se tratara de un libreto aprendido María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Martha Lucía Ramírez, con lo que queda claro que sí se trató de un libreto.

Pero la parte positiva y sorprendente estuvo a cargo de la gente, de esa misma que votó por Petro y mantiene intacta sus esperanzas. En sus corazones no hay  espacio para las calumnias, lo cual quedó en evidencia en la apoteósica concentración en la Plaza de Bolívar de Bogotá, la cual no solo se llenó sino que se desbordó por la carrera séptima y esa es mucha, pero mucha gente, que marchó y se concentró para  decirle a Petro  que lo apoya, que cree en él porque es un hombre honesto. Pero no sólo fue la Plaza de Bolívar; también en Cali, Medellín, Barranquilla, Pasto, Cúcuta, en todo el país la gente marchó y gritó su apoyo a Petro y sus reformas, la gente la tiene clara.

Las marchas fueron multitudinarias, tanto que ni el mismo Petro esperaba tanto cuando en su discurso dijo ‘Tuve miedo de que me dejaran sólo’ e instó a la gente que lo invitaran a tomar una cerveza en una tienda de cualquier esquina, lo cual era preferible a una invitación a palacios o clubes exclusivos. Obvio, los fariseos se rasgaron las vestiduras, pero su auditorio comprendió el mensaje: Tenemos en el presidente a uno de los nuestros.

También, hay que decirlo, la derecha convocó a una marcha para el jueves 8 de junio, toda la prensa brindó amplia difusión mostrando los puntos de encuentro, pero debieron quedar bastante preocupados porque la asistencia es cada vez más lánguida, sin querer con eso decir que podemos cantar victoria. De ninguna manera, la arremetida será cada vez más feroz, no descansarán con la secreta esperanza de poder repetir en Colombia lo que ya hicieron con Pedro Castillo en el Perú, pero hay una gran diferencia porque Gustavo Petro no se ha apartado de su pueblo, mientras Castillo buscó mediante algunos coqueteos congraciarse con la derecha que es alevosa y traicionera.

También le puede interesar: El Cuarto Poder

A la luz de estas experiencias, los medios deberían reflexionar, pero quizás el rating no pese tanto como los intereses económicos de sus dueños, pese al desprestigio al que se exponen al presentar plazas medio vacías a quienes tuvieron que soportar las incomodidades de los tumultos. Seguramente podrán estar considerando que no pueden ser objetivos porque los intereses en juego van mucho más allá de las ganancias individuales, se trata de defender a muerte los intereses de clase y en este aspecto, no hay crimen que no estén dispuestos a cometer cuando se trata de consolidar su poder y mantener sus privilegios que se han construido saqueando sin misericordia el presupuesto público, desplazando campesinos para apoderarse de sus tierras, apropiándose dolosamente de los baldíos de la Nación o aprovechando los subsidios del Estado para beneficio de sus empresas como el Incentivo a la Capitalización Rural o el descarado robo denominado Agro Ingreso Seguro, AIS, que terminó con un ministro convicto cuya defensa consistió en repetir un estribillo según el cual él no se había robado un solo peso. Quizás fuera cierto, pero el problema no era que él se embolsillara el dinero, sino que abría generosamente la puerta para que sus amigos lo hicieran.

Petro lo está haciendo bien, su gobierno genera confianza en los mercados, lo que se refleja en la reducción del precio del dólar, el control de la inflación y el respeto por la regla fiscal. Tan es así, que entidades tan refractarias a los gobiernos de izquierda como la OCDE y el Banco Mundial revisaron al alza sus previsiones de crecimiento para 2023 de 1.3 a 1.7, lo cual quiere decir que, pese a la propaganda catastrofista de que nos íbamos a convertir en otra Venezuela, lo que se vislumbra es un acertado manejo de la economía con un enfoque social que no tiene precedentes en la historia de Colombia.

*Magister en Economía

Universidad de los Andes

[email protected]

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba