Centro Democrático, frágil y bajo la sombra de Uribe

Con cuatro aspirantes confirmados y vetos a nuevos competidores, el Centro Democrático se prepara para su encuesta interna de octubre. Aunque proyecta cohesión, el partido enfrenta un desafío mayor: cada precandidato arrastra debilidades amplificadas por el impacto político y mediático de la condena contra Álvaro Uribe Vélez.
El Centro Democrático (CD) ha ratificado a María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín y Andrés Guerra como únicos aspirantes a la candidatura presidencial de 2026. La decisión se tomará en octubre, a través de una encuesta internacional, y el ganador participará en la consulta interpartidista de marzo junto a sectores Conservador, La U y parte del liberalismo disidente. Cambio Radical sigue en el radar como posible aliado, aunque con sus propias cartas en juego, como David Luna y Juan Carlos Pinzón.
El cierre del proceso a figuras externas busca evitar fracturas internas y blindar la cohesión, pero también limita la capacidad del partido para atraer votantes más allá de su núcleo duro, sobre todo en un momento en que la imagen del uribismo está marcada por el desgaste judicial de su líder histórico.
María Fernanda Cabal representa la línea más dura del uribismo y mantiene un vínculo sólido con la base fiel, pero su asociación directa con Uribe la convierte en blanco de ataques que podrían reforzar el rechazo en sectores moderados. Paloma Valencia, aunque ha intentado proyectar independencia, carga con el peso de su defensa política del expresidente en el Senado, lo que podría obligarla en campaña a gastar más tiempo justificando el pasado que proponiendo soluciones para el futuro. Paola Holguín, reconocida por su discurso de seguridad y lealtad al expresidente, enfrenta el riesgo de que su mensaje quede opacado por el debate judicial. En el caso de Andrés Guerra, su lealtad sin matices a Uribe y su perfil eminentemente regional podrían dificultar la construcción de una narrativa propia que lo proyecte como figura presidencial.
El CD ha definido la seguridad y las garantías para la oposición como eje central de su campaña, pero existe el riesgo de que esta bandera sea absorbida por la agenda mediática en torno al juicio de Uribe, obligando a los candidatos a responder ataques y restando espacio a la exposición de propuestas. Al mismo tiempo, persisten las tensiones internas sobre la apertura a alianzas más amplias, ya que el veto a externos protege la unidad, pero podría aislar al partido de un bloque competitivo de centroderecha.
La encuesta de octubre será el primer gran termómetro para medir si el CD logra proyectar un liderazgo capaz de trascender la defensa del legado de Uribe o si, por el contrario, queda atrapado en la narrativa judicial que ha marcado los últimos años. El reto será conquistar a un electorado que exige soluciones a problemas actuales sin arrastrar el peso de un juicio que seguirá presente en titulares durante toda la campaña presidencial.