De hazmerreir a trágico

Muchos alcaldes que han querido promocionar, en Bogotá, las tradicionales fiestas de julio de Sogamoso, han acudido a diferentes estrategias. Se recuerdan las épocas del Reinado Latinoamericano del Sol y del Acero en la que una importante delegación de sogamoseños acudían al aeropuerto de El Dorado a ofrecerles un cálido recibimiento a las candidatas, que provenían de diferentes partes del continente.

Otras, muchas veces, el lanzamiento de las festividades se realizaba en el Hotel Tequendama o en otros hoteles de similar categoría. También desde la Casa de Boyacá, desde cuando funcionaba en la avenida Caracas con calle 45 o ahora al norte de la ciudad. Todas esas actividades se desarrollaban con el concurso y apoyo de la Asociación de Amigos de Sogamoso, entidad que por muchos años ha tenido esa función ‘diplomática’ con mayores o menores incidencias, pero siempre presente.

El autollamado ‘profesor’ y alcalde de la ciudad dice, a través de sus redes sociales, que “En Bogotá estuvimos en semáforos, andenes y vías”. “Buscamos que más turistas nos visiten para reactivar la economía de hoteles, restaurantes y comercio en general”. Estas confesiones las acompaña con fotografías.

Aparte del enorme oso mayúsculo que, de manera inigualable desempeña el alcalde, por su entera y sincera ridiculez, tal vez lo que quiere comunicarle a la sociedad es que él sí está preocupado por la ciudad. Contrario al sentir general de los sogamoseños que ven en su entorno una ciudad caótica, con las vías urbanas y rurales destrozadas, el centro de la ciudad convertido en un ruidoso mercado persa y una inseguridad rampante.

Tal vez, también, pueda ser el sentimiento de culpa, deseo no cumplido (désir manqué) porque su administración carece de obras para mostrar y se convirtió en la más pobre desde la elección popular de alcaldes.

En todo caso de hazmerreir que, en un primer asomo debería suscitar esa actitud de promotor de menús de restaurante, se convierte el alcalde en la personificación trágica que diariamente viven los sogamoseños.               

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