Opinion

DE LOS BOTS Y OTROS DEMONIOS

Por: Rafael Antonio Mejía Afanador

En cierta ocasión me encontraba yo con uno de mis maestros favoritos de lectura (la revista Condorito), y leía que un alienígena observaba horrorizado y terriblemente sonrojado una cadena de montaje de automóviles; Condorito le preguntó por qué la cara de horror si simplemente… estaban haciendo carros; el alien le contestó cuchicheando al oído: lo que pasa es que en Kepler 442b así hacemos los bebés. ¡Plop!

Esta interacción, dualidad, dicotomía, similitud, seducción o repelencia con las máquinas y con los procesos automatizados hacen que en un futuro no muy lejano los novios hagan el pedimento de mano para casarse con la nevera o llevarle serenata a una aspiradora, o coquetearle a la lavadora. Fuera de chiste, los humanos nos parecemos cada vez más a una máquina y las máquinas, pretenden ser cada vez más humanas.

Ahora es usual toparse uno con los famosos chatbots, que son programas informáticos basados en inteligencia artificial para simular una conversación humana. Los hay desde los más simplones hasta los más sofisticados, incluida una voz que nos haga erizar la piel.

Hasta ahí todo bien, diría el Pibe Valderrama, pero lo que sí resulta molesto y frustrante es que están paulatinamente eliminando a los humanos cuando se trata de reportar un daño, pedir una cita médica o adquirir un servicio. Lo ponen a uno a escribirle a una máquina, que por más sofisticada que sea no deja de ser una máquina. En la mayoría de instituciones, negocios y empresas están optando por esta calentura posmoderna de dejarle la interacción a las máquinas de inteligencia artificial.

A propósito de la inteligencia artificial, la tienen dura los maestros porque los niños ya saben que el invento les resuelve ecuaciones, les hace ensayos, resúmenes, gráficas, infografías, análisis literarios, cuadros estadísticos y todo lo que un docente ‘cuchilla’ desee. Y la cereza del pastel: el mediocre le puede pedir a la I.A. que le ponga errores para que parezca humano… En fin de cuentas errar es humano. No quisiera imaginarme cuando el piloto del avión les diga: les habla su capitán y fui entrenado con inteligencia artificial, o mejor: les habla la inteligencia artificial y soy su capitán. El ejemplo se podría repetir con su cardiólogo o su proctólogo y ahí sí la situación se vuelve crítica.

Por eso cuando usted interactúa con un chatbot, una simple máquina, no sabe si le dan la cita, si el daño en la luz lo reparan hoy, mañana o pasado mañana, si el vuelo será efectivo, reprogramado o cancelado y así, un kilométrico etcétera. Antes hablaba uno con el humano y si el humano no había dormido con el rabo destapado, el asunto se resolvía en par minutos. Pero no: ahora estamos a merced de las máquinas, como en Terminator. ¿Ha hablado usted por más de diez minutos sin dejar ni respirar a su cónyuge, para venir a darse cuenta de que hace diez minutos se cayó la llamada? Bueno, más o menos así se siente cuando le toca a uno interactuar con un chatbot.

Los más tenaz es que ya parientes y amigos están copiando la moda y se dan el caché de la espera y el orgullo de hacer parte de nuestra egregia clase empresarial (así les alcance sólo para pagar el whatsapp) y el lujo de mantenernos en ascuas mientras el aparatito responde que si es para tal vaina marque uno y para tal otra marque dos y así… otro largo y somnífero etcétera.

Así como el insecto metafórico de Kafka, la deshumanización de la comunicación nos produce diferentes tipos de crisis. Imagínense, ¿charlando yo con una máquina? En este mar de chips, bytes, bots y demás y contra toda creencia, existe un funcionario de la EBSA (abogado) que se constituye en una honrosa excepción con su atención personalizada y su eficaz diligencia. Ojalá todos fueran excepciones.

Como la venganza es dulce, así me alcance para una sola temporada de whatsapp empresarial, voy a ver si me arriesgo y como puedo programar las respuestas pues alístense:

Marque 0 si está solo

Marque 1 si es para salir a ‘jartar’

Marque 2 si es para pedir plata prestada

Marque 3 si es para devolverla

Marque 4 si es para empujar un carro

Marque 5 si es para jurar en falso

Marque 6 si es para sacarle el perro a orinar

Y así, un laaaaaargo, aburrido y somnífero etcétera.

ADDENDA: A propósito de metamorfosis, ¿a qué horas el educativo legado del Sugamuxi, colegio emblemático de la provincia, terminó convertido en un lucrativo centro comercial? Mí no entender…

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