Opinion

Fuera Petro

Se está poniendo de moda en algunas fiestas, sobre todo en los estratos altos, el Fuera Petro en las horas locas. Los dj saben que algo hay que hacer para animar a la gente y nada mejor que liberar un poco de adrenalina utilizando el odio acumulado gracias a la propaganda de Semana o la Blu Radio. Y ser antipetrista en esos sectores es símbolo del status para arribistas y trepadores, quienes reproducen en redes la euforia del momento.

La verdad es que gracias a Mario Mendoza y a ciertas comprobaciones directas se puede afirmar que no se debe pedir mucho a un sector atrabiliario de la sociedad que hubiera preferido al patán de Rodolfo Hernández, recién inhabilitado por corrupción, pero eso es lo que ese sector quisiera porque hace parte de ese entramado de corrupción y de arribismo, que se enriquece con el dinero público gracias a los contratos estilo Centros Poblados, o del puente Chirajara, o Ruta del sol o mediante concesiones asignadas a dedo.

Por el lado de Petro ahora se les ocurrió prender la mecha también en los estadios con el trillado ‘Petro, amigo, el pueblo está contigo’, entendible reacción pero inapropiada, porque justamente lo que el Presidente está proponiendo es buscar un gran consenso nacional, el ‘Acuerdo sobre lo Fundamental’ que proponía Álvaro Gómez Hurtado, para lo cual convocó a los representantes del poder real y no a sus amanuenses. Por tanto, lo que hay que hacer es construir estos consensos a todos los niveles y eso significa buscar los puntos de convergencia con nuestros contradictores, sin agredirnos y evitar que los resentimientos le puedan a la razón.

Este tipo de acuerdos hay que hacerlos, insisto, a todos los niveles, porque ha quedado en evidencia que mucha de la oposición que se hace hoy, obedece más a la desinformación y a los prejuicios que a un genuino interés por el bienestar general. Y se entiende, los parlamentarios, digamos que un gran número para ser justos, lo único que les interesa es figurar y en una sociedad tan iletrada hay que conquistarla con las emociones. Por tanto el insulto y la mentira son armas bastante efectivas como ha quedado demostrado con ese tal J.P. Hernández quien sin leerse el proyecto de ley de reforma a la salud se opone con unos argumentos muy endebles.

Hay cosas que podemos hacer en nuestro círculo, con la familia, amigos al calor de un tinto o de unas polas, mostrar que ya ha pasado casi año y medio y lo único que hemos escuchado por los medios es que el Gobierno es un desastre, pero hay cosas que desmienten esa afirmación: El dólar se ha estabilizado alrededor de $4,000, el desempleo está bajando, Nos guste o no el Presidente es escuchado con respeto en todos los escenarios incluyendo los empresariales y las reformas avanzan, aunque no sin tropiezos.

En este orden de ideas, la invitación es a evitar la agresión con nuestros más cercanos contradictores, podemos decirles, venga, tomémonos un tinto qué es lo que nos separa, quizás tenemos puntos que nos unen, por ejemplo, tenemos hijos, hermanos, familiares o amigos universitarios o que pronto lo serán y el Gobierno propone elevar a derecho fundamental la educación superior, lo que implicaría la gratuidad. ¿Qué hay de malo en eso? Sólo para empezar la charla.

Como economista siento que Petro se ha ajustado mucho a hacer un gobierno pensando en la gente del común, incluso para mi ha resultado demasiado cauto en algunas decisiones como el seguimiento estricto de la Regla Fiscal, el aumento a rajatabla de la gasolina y el reajuste dos veces el año entrante a los peajes. No ha usado la expropiación que sí la puede hacer sin quebrantar ninguna ley, sólo para evitar el matoneo del que sería objeto, pero también lo entiendo. Petro está trabajando por el cambio y no surgió de una revolución triunfante porque si así fuera, las cosas serían a otro precio.

ALVARO RAMIREZ

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