Opinion

Golpe blando, respuesta dura

Desde el momento de su posesión como presidente de la República, se inició una campaña orientada a desestabilizar al gobierno de Gustavo Petro. No ha habido un solo día que no haya un ataque, una calumnia con un odio visceral como sólo pueden tenerlo quienes se han sentido humillados porque un hombre inteligente, salido de las entrañas del pueblo, haya sido capaz de convencer a la mayoría de colombianos de que un cambio era posible.

Petro llegó pisando fuerte, tenía muy claro que la delincuencia es muchísimo más peligrosa cuando actúa con las armas del Estado, de manera que una de sus primeras medidas fue una depuración de las Fuerzas Armadas llamando a calificar servicios a oficiales de alta graduación que tuvieran acusaciones o indicios de haber participado por acción u omisión en violación a los derechos humanos. Fue una apuesta dura que dio para pensar incluso que había llegado el momento de un Golpe de Estado, pero no. Petro salió fortalecido y la depuración continúa y se requiere profundizarla sobre todo ahora que en el sur de Bolívar se habla de abierta connivencia de la fuerza pública con los grupos paramilitares que allí operan.  

Pero no sólo era la promesa de cambio, sino que en cuanto se tomó el control de algunas entidades del Estado se empezaron a destapar hechos de corrupción que llevan a la conclusión según la cual Colombia ha estado gobernada por una banda delincuencial sumamente poderosa que no repara en crímenes ni escatima recursos, legales o ilegales, con tal de mantener un estado de saqueo permanente para lo cual han contado muchas veces con la complicidad de los organismos de control.

No son, como suele decirse para justificar los delitos, casos aislados. No. Es un comportamiento sistemático que involucra a personas de alto nivel incrustados en los organismos de gestión pública, para actuar al amparo de la administración con libertad de movimientos. Así, la Unidad Nacional de Protección, usó sus vehículos y parte de sus funcionarios para transportar cocaína y cuando el director comenzó a investigar, trataron de asesinarlo, pero el entonces Fiscal General, en lugar de asumir la gravedad del atentado, se apresuró a descalificarlo y en cambio, lo desestimó como un simple intento de robo de un computador portátil. Es decir, que se envió a un comando para atacar una camioneta blindada con escoltas para robarse un computador. Eso dijo el autodenominado mejor fiscal de la historia de Colombia.

Adicionalmente, se ha puesto al descubierto que de los bienes que administra la Sociedad de Activos Especiales SAE, es decir aquellos incautados a narcotraficantes u otra clase de delincuentes, hay muchos que no aparecen y que gente muy cercana al alto gobierno, entre otras, la señora madre del expresidente Iván Duque, hacían y deshacían con tales bienes para repartirlos entre sus amigos y compinches.

Hay también un hecho destacable para dimensionar la magnitud de la corrupción. En julio de 2023 se puso al descubierto una gigantesca red delincuencial que comprometió a Ecopetrol, la empresa industrial y comercial del Estado más grande de Colombia y que fue sometida a un saqueo inmisericorde a gran escala y cuyos artífices eran empresarios de muy alto nivel emparentados algunos con familias muy poderosas, entre otras, la del expresidente Andrés Pastrana.

Ahora, la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgos de Desastres UNGRD, está en la mira de la Fiscalía por actos de corrupción, lamentablemente durante este Gobierno, sin que esto quiera decir que Petro tiene algo que ver con esto, pero la prensa busca crear la imagen de que sí es parte de este entramado.

En este contexto, los ataques han sido feroces y sin tregua hasta llegar al exabrupto de que un tipo sub judice, Alvaro Hernán Prada, le pide al Consejo Nacional Electoral formular cargos contra Petro y su campaña, con el pretexto peregrino según el cual se habrían violado los topes en la financiación de la campaña.

La respuesta del presidente era previsible, está convocando a sus electores y simpatizantes a defender lo conseguido en las urnas y no dejar que el crimen y la delincuencia vuelvan a ganar posiciones en el Estado. En ese orden de ideas, el apoyo tiene que ser decidido y contundente. Lo ganado en las urnas hay que hacerlo respetar.

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