La evolución del discurso

Por Manuel Álvaro Ramírez

Gustavo Petro pertenece a la generación que propugnaba por la lucha contra el imperialismo yanqui, entendido como un suprapoder que se robaba los recursos de los países pobres especialmente el petróleo. De la época cuando proliferaban los libros de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao y un poco de colados de última hora como Enver Hoxha y el líder paternal Kim Il Sung, como lo llamaba la propaganda oficial,  padre de Kim Jon Il, abuelo de  Kim Jon Un, el actual presidente de Corea del Norte. Esos libros junto con otros como El imperio de la Estándar Oil, Petróleo colombiano ganancia gringa, de Jorge Villegas Arango, Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano y muchos otros ayudaron a quienes los leyeron a desarrollar un odio, a veces visceral y otros más moderados contra todo lo que sonara a imperio norteamericano.

Como consecuencia de la revolución cubana, el gobierno norteamericano inició una serie de programas de desarrollo bajo el nombre de ‘Alianza para el progreso’ cuyo principal impulsor fue el presidente John Fitzgerald Kennedy, a quien asesinaron en 1963, no sin antes haber visitado a Colombia cuando oficiaba como primer mandatario en Colombia Alberto Lleras Camargo, el primer presidente del Frente Nacional. Cinco años antes se había creado la Organización de Estados Americanos, que Fidel Castro llamaba muy acertadamente el departamento de Colonias de los Estados Unidos.

En ese ambiente creció Gustavo Petro, los libros antes mencionados se leían en colegios y universidades, especialmente en las públicas que se convirtieron en un hervidero de ideas desde la extrema derecha encarnada en la organización fascistoide Tradición Familia y Propiedad, pasando por los tibios de siempre aunque los partidos verdes no se habían inventado, los diversos partidos de izquierda como el Partido Comunista de Colombia, PCC, el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario, MOIR, hasta  los movimientos armados como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC-EP y el Ejército de Liberación Nacional ELN. En estas condiciones los revolucionarios se dividieron en dos grandes grupos los que seguían la ‘Linea Moscú’ y los de la ‘Línea Pekin’ que así se llamaba antes Beijing. Fue entonces cuando surgió el M19 en cabeza de Jaime Bateman Cayón quien puso orden al despelote ideológico y ayudó a aterrizar las ideas en el entendido de que se tenía que armar un gran ‘Sancocho Nacional’ así, con mayúsculas, para dar a entender que no se trataba de saber quién era más revolucionario que quién o si la razón la tenían los que seguía a Pekín o a Moscú, estos últimos llamados ‘mamertos’ sino de ocuparnos de nuestros problemas y entre todos encontrar las soluciones.

El M19 tenía la experiencia heredada de la Alianza Nacional Popular, ANAPO, de donde venían algunos de sus dirigentes como el médico de Zapatoca, Santander, Carlos Toledo Plata y se fueron a hacer trabajo político a los barrios populares donde reclutaron algunos jóvenes líderes, pero también lo hicieron en los colegios y universidades. Petro es producto de ese borbollón social y comenzó su actividad política en un pueblo que vive de las minas de sal. Bajo su liderazgo, siendo muy joven ayudó a construir un barrio en Zipaquirá y desde entonces ha sido protagonista del devenir político colombiano.

Ese es el contexto en el que hay que entender a Gustavo Petro quien se reunió con el presidente norteamericano, Joe Biden, y justamente por tener ese recorrido y encarnar esos intereses es que hoy, como nunca antes, el pueblo colombiano se encuentra muy bien representado. Porque tradicionalmente se sentaban mandatarios pertenecientes a una clase social nacida en el esplendor de los lujos, las riquezas y el boato, pendiente de la farándula y el chismorreo que apenas iban a Washington con rodilleras puestas a recibir las órdenes y aplicarlas en Colombia a rajatabla. En el pasado, cuando las órdenes no se cumplían y generaban protestas, el Gobierno respondía con las armas como sucedió en 1928 en la llamada Masacre de las Bananeras y cuando un gobierno no cumplía las órdenes al pie de la letra ponían a unos gorilas militares o civiles por el estilo de Pinochet, Videla, Somoza, Ríos Montt, Trujillo . . .     

En este caso no se trató de una agenda impuesta desde el norte sino de hacer que el mandatario norteamericano escuche las inquietudes del pueblo colombiano, este es un hecho sin precedentes por el papel protagónico que le corresponde a un país que ha sufrido como pocos las consecuencias de la las políticas impuestas desde afuera.

Magister en Economía

Universidad de Los Andes

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