Opinion

LA LETRA CON SANGRE…

Por el profesor Lizardo Figueroa Barón

BoyacaVisible da una cordial bienvenida al profesor Lizardo Figueroa Barón a nuestras páginas. Estamos seguros de que nuestros lectores estarán complacidos con la pluma y la sabiduría de nuestro nuevo columnista. ¡Bienvenido Profe!

Hay costumbres en nuestra cultura que suelen ser recurrentes, el castigo como método pedagógico es una de ellas.

Paradigmas que creíamos superados, pero que increíblemente permanecen, a juzgar por el lamentable evento del suicidio de la médica Catalina Gutiérrez, estudiante residente de especialización en una prestigiosa universidad bogotana.

Siempre será comprensible el rigor en la formación de los galenos; sin embargo, resulta fuera de contexto y de tiempo que hoy el martirio sea parte de los procesos de aprendizaje, máxime cuando el milagro de la cibernética y la virtualidad facilitan cualquier instrucción por compleja que sea.

Muy distantes ya son las épocas de «la letra con sangre entra» con la que se educaron generaciones de colombianos.

Conmueve el caso de Catalina Gutiérrez, pero deben quedar lecciones que ameriten revisiones de fondo sobre los procesos pedagógicos que se puedan estar presentando aún en colegios y universidades, aparte de los ribetes jurídicos de responsabilidad penal que pudieren derivarse del triste episodio que hoy lamenta la sociedad colombiana, en la mira de desterrar y para siempre el fantasma del terror en los centros educativos.

Triste que ocurran casos tan graves pero prevenibles y de elemental humanidad, para tomar medidas en procura de que nunca vuelvan a suceder en nuestro medio, por desventura propenso a padecer dolores sin cuento. Digo yo.

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