Pelar el cobre y morir en el intento
Por Rafael Antonio Mejía Afanador
En Colombi —como en otros países— poderosos e intocables intereses económicos privados están al frente de la financiación de medios que nos proveen de un sagrado bien público: la información. Es muy ingenuo creer que pudientes empresarios que tienen tentáculos en la infraestructura, la banca, en el negocio de la salud y pensiones vayan a permitir que –desde sus propios periódicos– al usuario le llegue información creíble, seria, veraz y equilibrada acerca de las reformas que necesita esta sociedad para salir de la edad media… y que no afecte sus negociados. Lamentablemente, en nuestro país los dueños de la prensa han metido siempre las manos en los medios y no precisamente en los editoriales sino en lo más delicado: la información. Están en su derecho de no creer, pero primero conozcan por qué sacaron del aire a Noticias Uno y los pusieron a pedir limosna: lea el informe de la FLIP haciendo clic aquí
Dicen que hay tres verdades: la tuya, la mía y la real. Pedirle a un reportero una objetividad del 100% es algo muy ilusorio, porque todos, absolutamente todos tenemos un mínimo de sesgo y un máximo de hambre. Algunas veces se procede con ligereza, por el afán de ser los primeros en informar y se puede publicar una noticia sin contrastar o proveniente de una fuente poco confiable, eso nos ha pasado casi a todos. A veces inventan titulares amarillistas con información que ya se ha rectificado, con el fin de llamar la atención sobre un hecho ya superado: una mentira repetida mil veces…
Pero cuando se actúa con toda la intención de torcerle el cuello a la verdad, de urdir todo un entramado para prefabricar una noticia, de esconder información relevante para desviar la atención del público o de obtener oscuros réditos en beneficio de quienes se creen dueños del país… ya la situación toma otro matiz, diría yo, rayano con el delito.
Esto es precisamente lo que algunos medios hicieron con el asunto de si el presidente es el jefe del fiscal o es lo contrario, mientras el informe solicitado a la Fiscalía sobre los asesinatos del clan del golfo no mereció su atención. Y lo siguen haciendo con la telenovela de la niñera y de quién chuzó a quién, mientras las gravísimas declaraciones de Mancuso sobre eliminación del esquema de seguridad del asesinado alcalde de El Roble o las alianzas de algunos empresarios, políticos y medios de comunicación con paramilitares y otras barbaridades cometidas por estos grupos, no le preocupó a la ‘gran’ prensa y seguramente es posible que no les dediquen ni una sola línea.
El daño que se hace a la sociedad y a la democracia cuando la gente no cree en la prensa es inconmensurable. La corrupción de la sal: en lugar de llamar al diálogo, la paz y a la concordia, que ya las merecemos, sólo atizan la hoguera y siguen convertidos en mandaderos de unos oligarcas mezquinos e hipócritas sin empatía que no quieren nada, pero absolutamente nada para el pueblo. Se hacen el harakiri y después se victimizan con el asunto de la libertad de expresión.
Lo de Semana y otras aves en los últimos días de verdad es un descaro, una vergüenza, un desprestigio para el oficio más bello del mundo. Nadie pide que lo que suceda en el interior del Gobierno esté lejos del escrutinio público, ni más faltaba, si el presidente se aleja de los ideales con lo que se hizo elegir, también debe responder.
Es obvio que en la telenovela Niñera-Sarabia-Benedetti hay algo muy raro, adobado con el fiasco y torpeza del mejor Fiscal del planeta y todos merecemos conocer la toda verdad. Pero es un comportamiento de vendidos elevar al estatus de catástrofe una noticia menor para tapar las confesiones de Mancuso ante la JEP, los requerimientos del presidente al Fiscal por las más de 200 muertes atribuidas al clan del golfo, los señalamientos del confeso paramilitar de que los medios, que hoy lloran por la libertad de expresión, le lavaron la cara al proyecto paraco y la llegada de la Corte penal internacional.
Para ahorrar un largo etc., esa prensa prostituida que hoy tenemos le está haciendo muy bien el mandado a la derecha. Ya va siendo hora de que el presidente deje el Twitter y contrate profesionales en comunicación estratégica y que lo haga antes de que lo tumben.
Mientras tanto, los medios, salvo contadas excepciones, seguirán pelando el cobre… así mueran en el intento.
A todas éstas: Doña Vicky, ¿será que cuando Semana quiebre, el señor Gilinsky la va a llevar de niñera?