Opinion

RODOLFO HERNÁNDEZ

La derecha colombiana viene desde hace rato que se pega de un clavo ardiendo buscando afanosamente como atornillarse al poder y seguir saqueando el erario como lo ha hecho durante toda la vida, no encuentra una forma de enriquecerse que no sea al amparo del erario público. Por eso Marx decía que esa visión romántica del capitalista laborioso y ahorrador nada tenía que ver con lo que denominó la acumulación originaria, y escribió esa lapidaria frase según la cual el capital desde su nacimiento llega chorreando sangre por los carrillos.

Pues bien, en la pasada contienda electoral, ante la desteñida de un tal Fico cuyos nexos con la llamada Oficina de Envigado es un secreto a voces en la ciudad de Medellín, apareció de la nada un personaje mezcla entre bufón y Billy The Kid, el legendario matón del ya no tan lejano oeste. Este hombre se llamaba Rodolfo Hernández Suárez quien había sido alcalde de Bucaramanga y sobre quien pesaba una acusación de corrupción que terminó llevándolo a la cárcel y quizás a la tumba.

Malo, dicen, es hablar de los muertos, pero toca arriesgar y asumir las consecuencias, porque nuestro protagonista de marras no es recordado, entre la gente medianamente leída, por sus aciertos y sus propuestas para sacar adelante el País sino por sus continúas metidas de pata que más se tardaba en sacar que en volver a hundirse en su propio lodazal.

En efecto, Rodolfo Hernández se declaró públicamente admirador de ‘un gran pensador alemán que se llama Adolfo Hitler’. Después de semejante confesión y ante el efecto que podría causar en los electores, los medios trataron de lavarle la cara y aclarar que cuando dijo Adolfo Hitler quiso decir realmente Albert Einstein. Le damos el beneficio de la duda.

Sin embargo, no fue la única ni la más polémica porque dijo que en su campaña recibiría a “la virgen santísima y todas las prostitutas que vivan en el mismo barrio con ella”. Aquí, no sabemos en qué estaba pensando el ingeniero como lo llamaban los medios, pero a decir verdad fue otra embarrada medio gratuita porque no se entiende por qué razón la Virgen tendría que estar viviendo en un barrio con prostitutas. Sin embargo, nuevamente hay algún grado de justificación si se tiene en cuenta que María provenía de un barrio pobre de Nazaret de manera que nada de raro tendría que tuviera algunas meretrices como vecinas, aunque las hay en todos los estratos y no sólo en los bajos.

De otra parte, no fueron las expresiones que ponían de manifiesto su ordinariez ni el lenguaje soez lo peor de Hernández sino sus actuaciones, como cuando golpeó al concejal opositor John Claro o cuando le dio instrucciones a una abogada para que pusiera un apodo en lugar del nombre con el que aparecía registrado un sujeto con quien se iba a celebrar un contrato. Como la abogada se opuso por razones de ley, el energúmeno espetó: ‘Me limpio el culo con esa ley’.

Ese era el talante del ex alcalde de Bucaramanga y cuasi presidente de la República si no se hubiera atravesado Gustavo Petro para bien de este país, porque si hubiera ganado, si las triquiñuelas y las infamias que se tejieron contra Petro hubieran tenido éxito, hoy estaríamos sin presidente o mejor, con una presidenta que poco aporta a la construcción de País, porque la fórmula vicepresidencial Marlene Castillo que, luego de que la hija de Petro hubiera tenido que salir del País, señalo lo siguiente: “Al presidente Petro y a Francia Márquez les digo: no se victimicen más». Esa hubiera sido hoy la presidenta y ese era el sujeto que en mala hora fungió como alcalde de Bucaramanga, robó a manos llenas y casi llega al botín del Presupuesto General de la Nación. Una delicia como el finado mismo decía.

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