En medio de los Medios

¿Se desaprovechó un gobierno reformista?

El politólogo y analista Álvaro Forero Tascón plantea la duda sobre la oportunidad de cambios que estamos viviendo y las contradicciones en las que caen tanto los dirigentes políticos tradicionales como los grandes medios. Tan solo hace unos meses unos y otros calificaban nuestros servicios de salud de manera negativa, hoy son de los mejores del mundo. La responsabilidad de los congresistas es enorme, están dejando de lado las 109,825 tutelas presentadas en 2022, con un promedio de 12.203 mensuales.  

¿Se desaprovechó la oportunidad de un gobierno reformista?

Por Álvaro Forero Tascón. El Espectador, 18/03/2024

“Reformista” le decía la izquierda europea, como insulto, a quienes favorecían políticas de cambio graduales. La izquierda tradicional ha tendido a desconfiar de Gustavo Petro por considerarlo pragmático en materia ideológica.

La historia va a evaluar si el proyecto político de Petro era reformista, buscando actualizar instituciones que están agotándose, como el sistema pensional, o revolucionario, tratando de destruir instituciones como el sistema de salud, como aseguran los opositores. Parece que la historia dirá que el proyecto reformista que planteó Petro al inicio del gobierno se malogró porque no consiguió pactar con el establecimiento político y económico que, aunque debilitado por la pérdida del poder por primera vez en 200 años, mantuvo mayorías en el Congreso, el control de los medios de comunicación, de los gremios y de los órganos de control y prevalencia en las cortes y la Fiscalía.

Al llegar al poder, Gustavo Petro planteó un gobierno dividido entre petristas y centristas, una política macroeconómica ortodoxa, una coalición partidista amplia y un discurso más moderado que el de sus épocas de opositor. Sacó adelante una reforma tributaria, un presupuesto que rebajaba el déficit fiscal y reducía la deuda pública, una reducción drástica de los subsidios a la gasolina y planteó una relación amistosa con Estados Unidos.

Para cumplir con su promesa de cambio, combinó las medidas anteriores con unas propuestas de reformas audaces a sistemas con graves problema de financiamiento y equidad, como el de pensiones y el de salud. Quizás para evitar el hundimiento de reformas de salud tímidas en los gobiernos Santos y Duque, planteó una reforma muy ambiciosa. Aunque mantuvo la oferta de negociación sentándose a discutir la reforma con los jefes de los partidos, cosa que no hacían los gobiernos anteriores, que preferían negociar al menudeo con los congresistas, las negociaciones fracasaron porque los partidos defendieron duramente el sistema actual y rechazaron todo cambio de fondo. Lograron generar una gran preocupación en la gente, que en las encuestas respaldó el sistema. Los medios, que durante años no bajaron al sistema de “paseo de la muerte”, pasaron a calificarlo “uno de los mejores del mundo”. Una vez más las EPS demostraron su poder para preservar el control financiero del sistema, que es la base de su rentabilidad, pues están cerca de derrotar a otro gobierno más. Petro les ayudó con su aproximación maximalista, copiando el curso de Clinton, cuya reforma manejada por Hillary, hizo encallar su primer periodo, a diferencia de Obama, que sacó adelante una reforma más pragmática.

Gustavo Petro, cuyo mayor temor es hacer un gobierno inane como su antecesor, hundiendo a su líder y su partido, advirtió desde el balcón de la Casa de Nariño lo que implicaría bloquear las reformas. Finalmente, desistió de su curso moderado.

La pregunta es si la aversión del establecimiento a las reformas es mejor para el país que pactar con Petro unos cambios necesarios, porque este no se va a quedar de manos cruzadas. Prosperó en la confrontación y buscará continuar haciéndolo.

Queda una última oportunidad de pactar una reforma con una ponencia alternativa en la comisión séptima del Senado.

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