Sogamoso, el derecho al ruido
Por Jorge Armando Rodríguez Avella
En el tinteadero comentaron sobre un programa que pasaron en la televisión sobre Helsinki, la capital de Finlandia. Y decían que una de las características de las ciudades modernas es el control del ruido y, en estricto sentido, el que hoy se da como ejemplo en esa ciudad.
Allí, también como característica, existen el mayor número de bandas de heavy metal de la Unión Europea, que son, por esencia, ruidosas. Sin embargo, en Helsinki reina la calma porque los carros no pitan, los perros son de los propietarios no del vecindario y se agrega que, en pleno centro de la ciudad, existe una ‘iglesia del silencio’, la capilla Kamppi, a donde la gente acude a únicamente a pensar o leer. Pero en contraste con esa ciudad, como es costumbre hacer comparaciones, se trajo a cuento nuestra caótica ciudad.
Hoy Sogamoso, la ciudad que le heredó la anterior administración al nuevo mandatario, Mauricio Barón Granados, incluye dentro de sus exponenciales malhadadas el desatino de haberla dejado sumida en el más implacable y fastidioso ruido. Se camine por doquier ya sea el centro, por las carreras 10, 11, 12 y 13, o en los barrios en todos los negocios, sean estos: almacén, farmacia, óptica, restaurante, cafetería y demás, cada uno de estos establecimientos poseen un equipo de sonido, obviamente con el ruido de las preferencias de sus dependientes: vallenatos, rancheras, popular, etc. Eso sí con el mayor volumen posible para distraer a potencial cliente del negocio vecino y ‘atraerlo’ al suyo.
Es la política del vecino ruidoso, en el caos reinante de falta de orden, autoridad y aquello de ser conscientes de que se vive en comunidad, el perturbar al otro forma parte del ambiente mezquino ajeno a una convivencia sana y en paz.
La Cámara de Comercio parece poco interesarle este asunto, como si la calidad de vida, la tranquilidad de los clientes y lograr un ambiente amable para todos fueran asuntos de otro costal.
Ojalá la nueva administración se preocupe por mejorar semejante conducta que produce daños y que afecta la salud.
En el tinteadero dicen que en Sogamoso prima el derecho al ruido que el derecho a la tranquilidad.