El cartel de la toga de Boyacá
El artículo de Yohir Akerman en su columna de cambiocolombia.com, publicada el 14 de abril de 2024, continúa explorando los hallazgos de su investigación acerca de la conducta de Pedro José Suárez Vacca durante su período como Juez de Ejecución de Penas. En su relato, Akerman reafirma hallazgos previos presentados en columnas anteriores y respaldados por documentos de la Corte. Suárez Vacca no solo estaría siendo investigado por los delitos de prevaricato y concierto para delinquir, sino que también se le señala como presunto cabecilla de un entramado delincuencial.
El cartel de la toga de Boyacá
Por: Yohir Akerman, Revista Cambio Colombia
El representante a la Cámara por el Pacto Histórico, Pedro José Suárez Vacca montó un cartel de la toga cuando fue juez quinto de ejecución de penas y medidas de seguridad de Tunja. Así lo comprueban un par de relatos obtenidos por esta columna, uno de una persona favorecida de este mecanismo, que después de eso se fue a vivir al exterior. El otro testimonio de uno de los escoltas involucrados con el entonces juez.
Vamos por partes como el presidente Gustavo Petro siendo duro con los escándalos de otros partidos de oposición, pero mirando para otro lado cuando los graves hechos de corrupción son de miembros de su movimiento político.
Un juez de ejecución de penas tiene la función de garantizar la legalidad de la realización de las sanciones penales. Es una autoridad judicial competente para determinar dónde se debe dar el cumplimiento de la sanción penal. Por esto debe verificar las condiciones del lugar o del establecimiento de reclusión, y hacer seguimiento a las actividades dirigidas a la integración social del interno, conociendo de sus peticiones.
Como se denunció el 19 de noviembre de 2023, en una columna titulada “La firma que incrimina a Suárez Vacca”, la Sala Especial de Instrucción de la Corte abrió una investigación formal el 3 de agosto de 2023, contra el congresista de Boyacá, por los delitos de prevaricato y concierto para delinquir. Conductas de presunta corrupción cuando fue juez de ejecución de penas y medidas de seguridad en Tunja. Por estos hechos se le realizó indagatoria a Suárez Vacca, y la Corte está en mora de resolver su situación jurídica.
Los hechos específicos que investiga el Alto Tribunal datan del 23 de enero de 2008, cuando le correspondió al Juzgado Quinto de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Tunja, controlar la pena impuesta en contra del narco Lelio Nevardo Ávila Santana, por los delitos de tráfico de estupefacientes y secuestro, que le impuso el Juzgado Séptimo Penal del Circuito de Bogotá.
Según la evidencia, el entonces juez Suárez Vacca, a cambio de un soborno de 35 millones de pesos, le dio al condenado narco la sustitución de la prisión intramural por domiciliaria, beneficio completamente irregular para esos delitos. En particular porque este señor utilizó su estadía de casa por cárcel para seguir delinquiendo, ya que el 3 de mayo de 2018, en una operación en la que se incautó una tonelada de cocaína y 1.500.000 euros en efectivo, cayó nuevamente Lelio Nevardo Ávila Santana, señalado como el enlace de la mafia albanesa en Colombia. El mismo que el entonces juez Suárez Vacca le dio casa por cárcel en 2008.
Pero este grave hecho no parece ser la excepción, sino la regla en el juzgado que manejó el ahora congresista por el Pacto Histórico. A continuación, van los relatos exclusivos que logró conseguir esta columna, que corroboran las acusaciones en contra de Suárez Vacca.
El primero, con otro de los favorecidos de este cartel de la toga en Boyacá, o mejor cartel de la ruana, donde se vendía el beneficio de la casa por cárcel. Este testigo pidió que no se revelara su identidad, ni el audio de la entrevista, no sólo porque está autoincriminándose de graves delitos, sino también por seguridad personal. Ya van a entender.
La segunda entrevista lograda en primicia por esta columna es con el testigo más importante de estos hechos ante la Corte, el señor John Carlos Mancipe Puerto. Este señor se desempeñó como escolta de Suárez Vacca durante varios años y ha sufrido múltiples amenazas de muerte. Incluso ha sido amedrentado en su residencia por testificar y entregar evidencia. Por eso esta columna pide formalmente a las autoridades y la Corte Suprema que se garantice la seguridad del testigo John Carlos Mancipe y la de su familia.
Ahora vamos a los hechos y con eso al primer testimonio. Como establecimos, es de una persona que ahora vive en el exterior, que negoció estos beneficios con el Juzgado Quinto de Ejecución de Penas. Según esta fuente el juez Suárez Vacca no sólo coordinaba lo de su despacho, sino también operaba como puente para cuadrar beneficios y sentencias en otros juzgados en Boyacá.
Aunque no detalló nombres de otros jueces que hacen parte de este cartel de la ruana, sí explicó el modus operandi, el detalle de esta actividad y los funcionarios que estaban involucrados en el Juzgado Quinto y en la oficina de reparto.
“El andamiaje de corrupción era muy grande. Uno no ha querido salpicar gente porque por medio de Suárez Vacca existían otros jueces, de la misma categoría de él, que también vendieran justicia. Entonces no sólo era lo que él hacía como titular de su despacho, sino que facilitaba cosas. El fortín de él era el Centro de Servicios de Ejecución de Penas que tenía su andamiaje ahí con la negra Rocío”, explicó la fuente.
Como hemos probado en columnas anteriores, y corroborando lo que dice la fuente, según documentos de la Corte, Suárez Vacca figura no sólo como un investigado por esos delitos, sino como presunto cabecilla de un entramado delincuencial. Dentro de esa red criminal figura una exfuncionaria del Centro de Servicios Administrativos de los Juzgados de nombre Lesly Rocío Cruz Chacón, quien trabajó posteriormente como secretaria de Contratación de la Alcaldía de Tunja en 2017.
Según esta fuente, el mecanismo de ese cartel tenía varias tácticas: “una, Pedro decía: si llegan a saber de alguna situación que venga para Boyacá, o que yo tenga, me dicen. La otra es que su equipo estaba pendiente de reparto, que lo manejaba Rocío Cruz, y él le decía que estuviera pendiente de ciertos procesos. Ella es una persona supremamente inteligente, es ingeniera de sistemas y, además, con posterioridad se graduó como abogada. Llegó a trabajar en el Consejo de Estado donde también fue a hacer lo mismo: manejar reparto. Eso iban y le decían, direccione esto para tal magistrado y ella lo direccionaba. Eso era lo que hacía con Suárez Vacca”. En efecto, Rocío Cruz, trabajó en el Consejo de Estado en 2013 como operadora de sistemas grado 18.
Pero no solo estaba la doctora Cruz en este tinglado. Según el relato del testigo, hacían parte de esto en el Juzgado Quinto de Ejecución de Penas la señora Lina María Mora Roa, como judicante, y la doctora Sandra Jiménez como escribiente. “Pedro le decía a Lina: necesito que me proyecte esa domiciliaria así. Y Lina ahí se daba cuenta de que había negocio, pero el negocio siempre era directamente con Pedro. Y Sandra Jiménez, era la otra muy allegada a Pedro José, y ellas también eran las encargadas de conseguir, llamémoslo así, porque eso no se puede denominar, pero en el argot popular se les dice: ‘clientes’. Pedro se encargaba de la plata. Después de que hizo todo el andamiaje, decidió contratar también y meter a las filas a un señor Abraham, que fue toda la vida el conductor de Gilberto Rondón, que fue magistrado del Consejo Nacional Electoral y político de Boyacá y él fue el que le metió el polvorín a esto porque llegaron muchos clientes”.
Es importante aclarar que el señor Gilberto Rondón ha sido conjuez de la Sala Penal del Tribunal Superior de Tunja y la doctora Sandra Cecilia Jiménez Zamudio es actualmente oficial mayor o sustanciador del Juzgado Segundo Civil del Circuito de Tunja. Un documento del Juzgado Civil del Circuito de Funza, del 9 de septiembre de 2021, prueba la cercanía de ambas funcionarias, ya que, según esa constancia, Sandra Jiménez renunció como abogada de un proceso y le concedió poder a Lina María Mora. Ahora bien, del mencionado señor Abraham nos vamos a encargar más adelante.
Sigamos con la explicación de la fuente: “Procuraban hacer los repartos también cuando les tocara al Ministerio Público que lo tenía una señora de edad llamada Ageofir Solanilla, que era la esposa de Filemón Jiménez, que murió, pero llegó a ser magistrado del Consejo de Estado y director del Inpec. La viejita que era procuradora en Tunja, la tenían manejada entre Sandra Jiménez y Rocío Cruz y le pasaban los expedientes abiertos donde ella tenía que firmar. Era una viejita que hasta en las audiencias se quedaba dormida. A ella la ponían a firmar porque no leía. Por eso ellos procuraban que todos los procesos fueran con ella. Pero, cuando llegó Oscar Becaria, procurador judicial, ese sí denunció a Pedro José por estas irregularidades”.
Recordemos que el 5 de mayo de 2010, el coordinador de los juzgados de ejecución de penas y medidas de seguridad de Tunja, el señor Alberto Aconcha Cuadrado, presentó denuncia penal por manipulación indebida del soporte técnico de reparto, denunciado por la funcionaria María Romelia Romero Gómez.
Romero Gómez era una funcionaria encargada de manejar el sistema de cómputo del reparto de los despachos de ejecución de penas de Tunja. Ella estableció que el caso del narco Lelio Nevardo Ávila había sido asignado por el sistema al Juzgado Tercero de Ejecución de Penas. Según la señora Romero Gómez, ella se retiró de su puesto de trabajo y al regresar encontró que el radicado se había redireccionado al Juzgado Quinto de Ejecución de Penas, el de Suárez Vacca, con lo que se habían adulterado los registros originales creados por el sistema.
Por estos hechos, el procurador 174 judicial penal, el señor Oscar Mauricio Becaría, mencionado por la fuente, envió denuncia a la Fiscalía, entidad que cruzó información con otros despachos judiciales a fin de verificar si se adelantaban investigaciones relacionadas con el Juzgado Quinto de Ejecución de Penas, logrando establecer que efectivamente a la Fiscalía 15 seccional correspondió conocer de esas irregularidades.
Por eso sigamos con el testimonio explicando el corrupto modus operandi. Según esta persona: “la venta de Pedro era sencilla: domiciliarias, como la que yo le compré. Prisión domiciliaria porque él como juez de ejecución de penas era el que vigilaba el cumplimiento de la condena, entonces cuando le llegaban los procesos de las personas condenadas, pues él veía y decía, ese es un buen prospecto de cliente. Y ofrecía justicia como vender mercado en la plaza de mercado, como si hubiera oferta y demanda. Pero lo que él ofrecía en el cuarto piso era eso, domiciliarias. Y en el primer piso cuadraban los repartos”.
La evidencia en manos de la Corte confirma esto. El manuscrito firmado por Pedro José Suárez Vacca que publiqué en noviembre del año pasado establece que el entonces juez y el condenado narco Lelio Nevardo Ávila se cruzaron comunicaciones, en las que negociaron el beneficio de casa por cárcel para el delincuente.
Por eso sigamos con la entrevista confidencial. Esta persona estableció que “Pedro tenía un andamiaje tan bravo, se lo voy a decir, con confianza, que tenía contactos en Medicina Legal para eso. Cuando era muy delicada la conducta, cuando no se podía por ser jefe cabeza de familia, que era la primera opción, entonces la sacaba por enfermedad grave terminal no compatible con el establecimiento carcelario. Y entonces los enviaba a ciertas oficinas de Medicina Legal y allá les certificaban que Pedrito o Fulanito estaba enfermo y que el Inpec no podía darle el tratamiento y ahí se negociaba la domiciliaria”. Al narco Lelio Nevardo Ávila le concedió este beneficio por ser padre cabeza de familia. Salió fácil.
Por eso volvamos al manuscrito de ese caso, cuando establece que el único autorizado para hablar en persona y servir de correo entre el juez y el narco, era un señor llamado John. La carta se refiere al señor John Carlos Mancipe Puerto, que mencionamos anteriormente. Esta columna consiguió una entrevista exclusiva con este testigo quien estableció: “Cuando lo nombraron juez quinto de ejecución de penas (a Suárez Vacca), yo estuve ahí con él. Era como el saca micas de él, duré seis años. Ahí tengo la constancia que trabajé con él, porque me dio una carta laboral de recomendación. Y fui testigo presencial de lo que hizo con don Lelio Nevardo Ávila Santana”.
La carta a la que se refiere efectivamente es una certificación laboral firmada por el señor Suárez Vacca, del 15 de septiembre de 2009, con la misma firma del manuscrito, en la que certifica que el señor John Carlos Mancipe Puerto se desempeñó como su escolta desde el 1 de junio de 2005.
Según su relato de los hechos: “un martes, estando en la oficina del juzgado, me dijo: Johncito mañana madrugamos para Bogotá. Ah bueno, doctor, hágale. Lo espero a las 05:00 en la casa. Ya, perfecto, doctor. Llegué al otro día, un miércoles, más o menos a las cinco de la mañana a recogerlo. Cuando me dijo no Johncito nos vamos en bus. Ah bueno doctor. Bajamos como a cuatro o cinco cuadras a la avenida oriental de Tunja y esperamos el bus que nos llevara para Bogotá. En Bogotá nos bajamos en la 170. Fuimos en TransMilenio hasta el Palacio de Justicia. Ahí se encontró con un señor Abraham, que era un señor que mantenía en los juzgados de Tunja”.
¿Se acuerdan del famoso Abraham que mencionó la otra fuente confidencial que era el conductor del conjuez Gilberto Rondón? Acá volvió a hacer una aparición importante en esta otra historia.
“Cuando nos encontramos con Abraham ahí al ratico nos llegó una camioneta. Nos recogió con dos personajes. Doctor Pedrito, se saludaron muy efusivamente ¿Cómo está? Bien, bien. Nos llevaron hacia el sur de Bogotá. (…) Ahí nos metimos a una casa, salió un señor que se saludaron. Doctor Pedrito, ¿Cómo está? ¿Cómo me le va? Encantado pláceme saludarlo. El señor Pedro José Suárez me presentó, vea le presento a John Carlos mi hombre de confianza, mi mano derecha. Bien pueda siga. Ahí estuvimos póngale desde las 9:30 de la mañana hasta las cuatro o cinco de la tarde. Yo me quedé afuera porque estaban esperando a otro señor, a un señor que le decían El Padrino. Después me fui por allá para atrás a fumar un cigarrillo. Ya llegó el tal padrino y se pusieron a hablar y a tomar whisky”.
Cuenta el testigo que Suárez Vacca se reunió con Lelio Nevardo Ávila Santana y posterior a eso se movilizaron en una de las camionetas del narco. Incluso para pasar a recoger una novia que tenía el juez en Bogotá y después para llevarlos a un apartamento en donde se quedaron en la capital. A la mañana siguiente pasó por ellos un conductor del narco Lelio Nevardo y los llevó de regreso a Tunja.
“Al otro día nos recogió un señor, que incluso era mocho, le faltaba un pie, pero en el carro que nos llevaba era un carro automático. En Chocontá paró y nos dio desayuno. Pedro iba a pagar el desayuno y le dijo no, no, no, no. Don Lelio dijo que la misión mía es llevarlos sin que ustedes paguen y que estén allá antes de las ocho en Tunja y ya no más. Ah bueno, pasó así. Ya después, como a los dos tres meses, el doctor Pedro íbamos para el juzgado cuando ahí en una esquina diagonal a la Alcaldía, entró a una papelería que se llamaba Papelería Universitaria o, creo que se llama aún, y compró una hoja de examen cuadriculada. Nos fuimos para una cafetería, y me dijo Johncito: usted se acuerda donde estuvimos, ¿dónde Lelio? Le dije sí señor, necesito que se vaya para Bogotá y le lleve esto ¿Cómo así? Sí, váyase para Bogotá, le lleva esto, eso sí no se la vaya a dejar, me la devuelve”.
La Papelería Universitaria sigue estando sobre la Plaza de Bolívar y queda a 20 metros de la Alcaldía Municipal de Tunja como lo recuerda el testigo. La hoja de examen cuadriculada que refiere el señor Mancipe es la que usó para enviarle la carta de su puño y letra, misma donde se coordinó el soborno y que termina con un: “Reciba un fuerte abrazo. Saludos a sus padres. Pedro José Suárez Vacca”.
Hay que contextualizar que, en versión libre rendida ante el Consejo Seccional de Boyacá con ocasión del proceso disciplinario N201100120-J, Suárez Vacca negó conocer al señor Lelio Nevardo Ávila Santana por fuera de lo relativo al proceso que cursó en su despacho. Sin embargo, “admitió que le escribió la carta con referencias a su familia, porque según sus palabras exactas: es mi manera de ser, con absolutamente todas las personas, y especialmente con aquellos que están privados de la libertad”. El relato de este testigo y la confirmación de que el entonces juez escribió esa carta demuestran las mentiras del ahora representante a la Cámara.
Pero sigamos: “Fui y se la llevé y ese día don Lelio me dio un sobre manila envuelto. Para mí, es como cuando usted mete un fajo de billetes y lo dobla y lo envuelve en un sobre en manila. Me devolví ese día, le entregué el sobre manila a él (a Suárez Vacca), pero la carta se me olvidó entregársela. Ya después, al buen rato, volvió y me mandó a Bogotá a que hablara nuevamente con don Lelio. Esa vez me encontré con él, con Lelio Nevardo, ahí en la 170. Había un Éxito, al lado unos restaurantes y unas cafeterías. Ahí me lo encontré, almorcé, me dio gaseosa y me entregó 10 millones de pesos en efectivo. Me dijo tomé llévele esto al doctor Pedrito, muchas gracias. Almorcé pun pun, tomé gaseosa y me devolví. Llegué al juzgado, doctor Pedrito que por aquí le mandan. Ah bueno, cerró la puerta, le entregué la plata. Ah listo Johncito. Gracias, Gracias. Eso fue todo”.
Es importante aclarar que existe una segunda carta que prueba la consecución de otro delito. Esta vez el juez Suárez Vacca como receptor del manuscrito en el mismo tipo de hoja cuadriculada. En ese segundo documento, el narco Lelio Nevardo Ávila Santana de su puño y letra, le solicitó a su amigo el juez, la redosificación de la pena de otro condenado llamado Dumar Campos Sabogal. La carta inclusive da la cédula del criminal y el número de proceso, con una solicitud clara: “por favor ver domiciliaria”.
Esta columna le preguntó por esta segunda carta al señor Mancipe y este aseguró que eso fue en la misma hoja cuadriculada en su revés. “Eso fue la misma cuando yo le llevé. Como era una hoja de examen, entonces él (Lelio Nevardo) leyó la carta y ahí mismo le escribió eso. De una redosificación de pena, pero no me acuerdo bien para qué era eso, decía redosificación de pena y ya, no más. Hasta ahí sé todo. Él manipulaba (Suárez Vacca) la oficina de reparto allá en Tunja. Mejor dicho, para mí, a mi criterio y a mi entender, era como el jefe del cartel de la toga en Boyacá, ahí en Tunja.
El señor Mancipe presentó denuncia penal por estos hechos en contra de Suárez Vacca y ha colaborado con las autoridades corroborando esta denuncia y declarando ante la Corte Suprema. Por esta razón ha sido víctima de múltiples llamadas con amenazas de muerte. También, según él, varias veces, camionetas pertenecientes o asignadas al esquema de seguridad del señor Suárez Vacca, han hecho vigilancia a la casa de su familia, con el propósito de asustar y amedrentar a los miembros de su entorno cercano. La Corte debe asegurarse que las autoridades protejan a este testigo.
En especial porque volviendo a las palabras de la otra fuente entrevistada: “el encargado de recoger el dinero siempre era John. Su otro escolta unas pocas veces, porque ese era un tipo que no tenía la nobleza y la humildad de instrucción como John Mancipe. Por eso mandaba al más cabezón, que era John, para que recogiera la plata y le ayudara con todo. Es que Pedro tenía una vida donde el trabajo, el placer, el trago y el vicio estaban todos revueltos”. Los hechos de esta columna demuestran que lo que revolvió el juez y ahora representante a la Cámara por el Pacto Histórico, fue la justicia con la corrupción.
@yohirakerman; akermancolumnista@gmail.com