FICO SÍ LOS REPRESENTA
Por: Manuel Álvaro Ramírez R.
A raíz de la deportación de colombianos por parte del gobierno de los Estados Unidos, se produjo un incidente diplomático bastante delicado. Esa noche hubo quienes pronosticaron que ahora sí iban a tumbar a Petro. Pero no, buena parte de los colombianos, una vez superado el impasse, entendieron que se trató de una lección de dignidad e incluso algunos militantes de la derecha dejaron de atacar al Gobierno temporalmente.
Sin embargo, el incidente diplomático puso al descubierto de qué estamos hechos, pero sobre todo de qué está hecha la derecha colombiana. El burgomaestre de Medellín, Federico Gutiérrez convocó a otros alcaldes lagartos, a formar una comisión para ir a pedir perdón a la vaca que es como llaman en los bajos fondos al jefe de patio, al matón del barrio, con el argumento, bastante acertado eso sí, de que Petro no los representa. A este respecto conviene hacer un perfil de a quienes ciertamente no representa Gustavo Petro.
Fico, como lo llaman en su tierra, ya fue alcalde de su ciudad y tenía como secretario de seguridad a Gustavo Villegas Restrepo, quien en realidad era el enlace entre el despacho del alcalde y la tenebrosa organización conocida allá como la Oficina de Envigado, eufemismo con el cual se denomina una de las llamadas oficinas de cobros, léase bandas de sicarios. Los convocados explícitos o tácitos eran Alejandro Char, el vástago de ese clan mafioso de Barranquilla acusado por Aida Merlano de casos de corrupción y compra de votos. El siguiente era otro Alejandro, de apellido Eder, quien últimamente se hizo famoso por devolverle al Club Campestre $2,242 millones que por concepto de impuesto predial había pagado ese establecimiento, esto es apenas uno de los casos de corrupción que envuelven al mandatario caleño y el otro convocado sería Carlos Fernando Galán el inane delfín que funge como alcalde de Bogotá. Este merece capítulo aparte, pero nos desviaríamos del asunto.
Puestos ya en antecedentes, es obvio que Petro no los representa y por eso querían armar una romería de desagravio e ir a postrarse de hinojos ante el patrón y pedir perdón por la afrenta que significó para ellos el reclamo de Gustavo Petro para que sus connacionales fueran tratados de manera digna, algo inaudito para el gorila. Atreverse a reclamarle por un trato como si fueran personas, eso es inconcebible en el pensamiento fascista. Pero el fascismo no sólo está conformado por una élite de orates que siente y asegura pertenecer a una raza superior sino por una base social que les hace sentir a sus integrantes que sí lo son y ellos están dispuestos a ofrecer sumisión y vasallaje.
Claro que no los representa. Los colombianos hemos estado sometidos desde hace años a maltratos permanentes por parte de los norteamericanos: En los aeropuertos, para sólo poner un ejemplo, nos abren las maletas delante de todo el mundo, los agentes de aduana tiran el contenido al piso sin ninguna consideración, sólo por el hecho de ser colombianos. Por tanto, con todos esos antecedentes, que una voz autorizada, una que nos representara, se levantara para exigir respeto y un trato digno, era cuestión de tiempo y de temple. No hubo ninguna improvisación, ni precipitación, que tocó agachar la cabeza ante la amenaza del rambo, es posible, pero que, exageraciones propagandísticas aparte, la exigencia de respeto fue escuchada y despertó la solidaridad de millones de personas en el mundo entero, lo prueban los más de 33 millones de personas que leyeron el trino a propósito de la dignidad que reclamó para sus connacionales.
Finalmente, el vergonzoso espectáculo de María Fernanda Cabal desde el gallinero de un estadio muestra a quienes sí representa Fico Gutiérrez. No tuvieron siquiera el pundonor de quedarse callados y pasar desapercibidos, sino que se autoexpusieron a la vergüenza pública, porque la famosa invitación que mostraron junto con Miguel Uribe y Abelardo De La Espriella, era simplemente una nota de participación, pero ellos prefirieron asistir así fuera a las últimas graderías de un estadio con tal de darle a entender a sus seguidores que ellos alcanzan a clasificar entre los elegidos del fascismo mundial, aunque lo hagan como simples miembros de relleno.