Opinion

HOMENAJE A LA INCULTURA

Por Manuel Álvaro Ramírez R.

Durante la emisión de los noticieros de las siete de la noche el pasado miércoles, aparecieron unos voceros del partido Cambio Radical, que como ya se ha vuelto costumbre se dedican a hacer campaña con un solo slogan, hay que cambiar a Petro. Llama la atención las frases utilizadas como, por ejemplo, una economía en ruinas y la pregunta que se haría cualquiera que entienda algo de Economía, es dónde aprenderían esta ciencia los asesores de estos partidos, porque los indicadores dicen una cosa totalmente distinta.

Igual sucede con los vaticinios de Pacho Santos “Yo veo un dólar a $5,000, $5,500” “Una inflación que no me cabe la menor duda va a estar en 20%, 25% de aquí a diciembre” “Una fuga de capitales brutal” “Y una revuelta social Brutal”, fueron sus palabras y hoy todavía hay personas que lo consultan y le he escuchado decir que Petro dijo que iba a asfixiar las EPS, esos son los referentes de la derecha, un sujeto inepto a quien su primo Juan Manuel en alguna ocasión le hizo una mirada de conmiseración mientras entre una sonrisa socarrona dijo algo así como “Pachito no está para presidente”. Pero era vicepresidente.

Indigna tanto el discurso de la derecha, que como complemento a RTVC Noticias se prefiere a Influencers y youtubers como Levi Rincón o Wally Opina, aunque hay otros, pero en objetividad son de lejos mucho más confiables que los noticieros tradicionales. Y es en este punto en el que se destaca alguien como Levi. Un muchacho salido de las barriadas de Cali que se hizo popular a partir del estallido social y que hoy encarna la voz de miles, sino millones, de excluidos, marginados, desadaptados, en fin, los ‘naides’.

Hay quienes no gustan del lenguaje soez y me incluyo, que tratamos de posar de cultos porque no usamos malas palabras. Sin embargo, la cultura fue definida hace bastante tiempo, no como una colección de obras sino como la sublimación de los instintos reprimidos y es justamente en éstos, cuando se siente que si Levi se refiere a los representantes de la clase dominante como unos doble*$#&% ese *$#&% se siente en lo más profundo y la frustración de la represión tiene su válvula de escape cuando se escucha por una tercera persona, pero que muchos sienten que alguien fue capaz de expresar lo que por cultura se tiene que ahogar.

Fernando Vallejo nos enseñó a insultar con todo el diccionario, según William Ospina, pero Vallejo es justamente el vocero de los ‘cultos’, en cambio Levi Rincón lo es de los ocultos. Su mensaje no puede borrarse, ni siquiera opacarse por no venir en el empaque de etiqueta, es el sentir de un sector juvenil contestatario, marginado y a veces violento porque, así como la sociedad no tiene compasión con esa juventud a la que le han arrebatado sus sueños y sus esperanzas, no se puede esperar misericordia de quienes han sido pisoteados, vilipendiados y en más de una ocasión asesinados o, si la sacan barata, mutilados. Una juventud a la que le arrancan los ojos, acaso para que no vean la miseria a la que la ha conducido la derecha durante más doscientos años de exclusión.

El periodismo colombiano y según lo que se ve en otras partes, el fenómeno no es patrimonio exclusivo de esta parte del mundo, no es que haya entrado en crisis, sencillamente ha tenido que develar lo que oculta detrás de cámaras: sus intereses que no son otra cosa que los intereses de los propietarios de los medios de comunicación. Hay que exigir que el periodismo sea objetivo, pese a que en las actuales circunstancias sea mucho pedir, pero más allá de esto, hay que luchar contra todo un sistema oprobioso que pisotea los derechos, niega oportunidades mientras se descompone en las aguas pútridas de su propia corrupción.

Levi Rincón es el arengador del tumulto, el fenómeno social producto de una sociedad violenta y excluyente que también tiene sus corifeos estridentes como Paloma Valencia o Paola Holguín, vacías en sus argumentos, pero ruidosas y emocionales. No hay que buscar una solución al mal periodismo, el periodismo es sólo una parte del problema.

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