Opinion

A PROPÓSITO DE PAROS Y MÁS PAROS

Una asidua lectora de este medio, quien prefiere no publicar su nombre, me envía esta carta que me parece muy pertinente, a propósito de los frecuentes paros y bloqueos en Boyacá y quiero compartirla con ustedes:

Se han vuelto frecuentes, desde hace muchos años, los anuncios de paros en los diferentes sectores productivos y sociales de Boyacá y los departamentos circundantes: que el de la cebolla, que el de los paperos, el de los parameros, el de los mineros, el de los vecinos arroceros… etc.

Cada uno justifica sus razones, seguramente muy válidas, especialmente para ellos. Eso sí, todos apuntan a atribuirle la mayor responsabilidad de todos los males al gobierno de turno.

En un año exactamente estará posesionándose el nuevo mandatario de los colombianos. Muy probablemente ni ése, como ninguno de los gobiernos pasados ni los que vendrán, tendrán la fórmula mágica para dar la respuesta a las expectativas y problemas coyunturales históricos –la  mayoría heredados– que han tenido y seguirán teniendo estos sectores productivos porque gran parte de la solución está en manos de quienes los conforman e implican cambios mentales y culturales frente a entender que haciendo las cosas de la misma manera, con prácticas similares, niveles de organización similares,  no se pueden esperar resultados diferentes.

Claro, los gobiernos de turno definen las políticas, objetivos, estrategias etc. y cada uno tendrá enfoques diferentes, los cuales quedan plasmados en los programas de gobierno y planes de desarrollo (que ojalá nos tomáramos el trabajo de leer en su momento).

Pero adicionalmente, existen tendencias mundiales que no dan reversa, así no nos gusten y nos rasguemos las vestiduras… como decía mi abuela “después del ojo afuera, no hay Santa Lucía que valga.

Y muchos de estos sectores, unos más que otros,  vienen de procesos históricos repetitivos, como la cebolla y el carbón, que históricamente han tenido épocas de recesión con bajos precios y épocas de bonanza en las cuales se reciben importantes utilidades, especialmente el carbón metalúrgico que, por ejemplo, hace un par de años se vendió a un precio cercano a $1.000.000 la tonelada, misma tonelada por la que hoy les pagan mucho menos de la mitad y no porque Petro haya definido esos precios, sino porque la dinámica del mercado nacional y mundial así lo han impuesto. Cada vez se disminuye por uno u otro factor el consumo de este combustible fósil… puede que mañana se vuelva a requerir.

Es innegable que estas actividades productivas generan empleo y dinamizan la economía de la región pero también es cierto que no se aprovechan como se debiera las épocas de bonanza, que se suelen visibilizar en camionetas último modelo de los empresarios mineros –los patrones– que corren  raudas y veloces por las vías  polvorientas, en contraste con los trabajadores, que es común verlos  los fines de semana invirtiendo lo ganado con el sudor de la frente en ‘acciones’ de Bavaria… y están en su derecho, pero…

Ojalá la recesión que hoy están viviendo sirviera para  fortalecer niveles de organización de quienes hacen parte de estos sectores productivos y se tenga la capacidad de proponerle al gobierno nacional, departamental y municipal, entre otras cosas, alianzas estratégicas basadas en Planes estratégicos (por lo menos con un horizonte a 10 o 15 años) tendientes a mejorar las capacidades de respuesta a las realidades mundiales e ir disminuyendo paulatinamente la dependencia económica de las regiones y su población de actividades mineras o algunos monocultivos e ir caminando hacia la realidad de la transición energética.

Creo que es hora de empezar a evaluar a corto y mediano plazo alternativas productivas y de generación de ingresos que conlleven a una reconversión paulatina de las zonas cuya economía depende del carbón.  Ese enfoque puede ser casi que una obligación para cualquier gobierno nacional y se pueda lograr que destinen recursos y capacidad técnica para esto…incluso recursos internacionales.

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