Opinion

EL ESTADO TORTUGA

Por Lizardo Figueroa

La infraestructura de vías e inmuebles públicos en Colombia, cuando se hacen, generalmente a destiempo y después de un calvario burocrático tortuoso, superando todo tipo de obstáculos, empezando por buscar y encontrar «padrinos» expertos en lobby ante políticos y mandatarios de todos los niveles, expertos que sepan en dónde y cómo ponen las garzas y superando las talanqueras normativas tramitando arrobas de papel, firmas y sellos, están a la orden del día.

Desde la construcción de un humilde puente sobre un río veredal, hasta las mega obras civiles en la amplia geografía territorial es un desafío mayor.

Hacer una obra pública siempre fue una carrera de obstáculos por la maraña de talanqueras leguleyas que deben superarse en estudios de prefactibilidad, factibilidad, precontratos, contratos, desarrollo de los mismos, en tiempos que casi nunca se cumplen; «otros sí» ampliando plazos y presupuestos son el pan diario en la obra estatal.

Por lo general, lograr construir hoy un tramo de carretera, pavimentarla, señalizarla y ponerla al servicio de la comunidad, ha tenido que superar talanqueras sin cuento.

Resulta mortificante transitar por vías urbanas, departamentales y nacionales, teniendo que hacerle el quite a cuanto obstáculo hay en carretera.

El gobierno ha anunciado no prorrogar las concesiones viales cuya vigencia culmine en el futuro próximo a fin de retomarlas con el propósito de reducir los costos de peajes; la medida tiene sus más y sus menos, dadas ciertas experiencias del pasado, cuando existió el Ministerio de Obras Públicas es aventurada la medida, cuando se puede constatar un axioma chocante pero cierto y es el de que casi siempre la obra pública queda convertida en «elefante blanco» o con serios reparos de calidad.

La realidad de las obras en las ciudades es la misma; las redes viales acusan serio deterioro, particular y paradójicamente las de mayor circulación vehicular; Sogamoso, lamentablemente y no obstante los trabajos en algunos frentes, en general el ritmo de reparcheo es mortificantemente lento; hay vías emblemáticas de la ciudad que están al límite del colapso por la tardanza en intervenirlas, como la principal y más extensa, la carrera 11, que alcanza hoy más de 60 cuadras conectando los extremos sur y norte.

La remodelación del estadio del Sol se ha ganado el récord de ser la obra más costosa y demorada en la historia de la comarca y por supuesto, la cereza del pastel: es la única ciudad intermedia de Colombia que hoy por hoy carece de edificio administrativo; francamente es una afrenta para la principal urbe del corredor industrial de Boyacá.

El coliseo cubierto Alfonso Patiño, que otrora fuera el escenario deportivo más importante de la Provincia de Sugamuxi, está en total abandono, con visos de desplomarse en cualquier momento.

Y así, la infraestructura pública, al lento ritmo de la burocracia, la tramitomanía, la ingeniería y la rusa criollas.

Publicaciones relacionadas

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba