Opinion

CUÁNTOS MUERTOS FALTAN

Por Manuel Álvaro Ramírez R.

Hitler fue nombrado canciller en 1933, el fatídico año del ascenso del fascismo en Alemania y en 1938 anexó Austria a Alemania, luego Checoslovaquia un año más tarde y Polonia que se tomó como el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Posteriormente invadió los países escandinavos y Francia, todos en 1940. Tuvo que pasar todo esto para que el Reino Unido, por fin, se decidiera a plantarle cara al dictador y puso al frente a Winston Churchill, un aristócrata, clasista y conservador, pero que odiaba a Hitler. Tenía 64 años cuando lo nombraron primer ministro y este anciano lo tenía claro desde el comienzo, cuando en su discurso de posesión afirmó que enfrentar al fascismo les iba a costar sangre, sudor y lágrimas.

Han pasado casi dos años desde que inició el genocidio en Gaza y hasta ahora muy pocos mandatarios se han atrevido a denunciar en serio al estado sionista y genocida de Israel, con honrosas excepciones entre las que se encuentra Gustavo Petro, el presidente del cambio en Colombia. Son otras las condiciones, no hay persecución a los judíos sino que es una fracción de ellos la que hoy remplaza a los nazis. Ahora los perseguidos son los palestinos, los migrantes y aunque no lo digan explícitamente los luchadores por lo derechos en todo el mundo.

Churchill en su momento decidió mover a su pueblo para desafiar de forma contundente al cabo Hitler, no es un despectivo, es la forma como el Primer Ministro se refería algunas veces al Führer, para remarcar su origen humilde: hijo de campesinos y apenas un suboficial de muy bajo rango. Pero hay que reconocerle a Churchill que lo hizo en un momento cuando todo parecía indicar que la amenaza de los alemanes era imparable, pero no lo fue, gracias a su determinación y al sacrificio y capacidad del pueblo ruso, que lograron quebrar el espinazo de esa máquina de muerte encabezada por Hitler.

Hoy ya no se usan los hornos crematorios ni las cámaras de gases en los campos de concentración, porque el sionismo ha convertido a Gaza en uno a cielo abierto. Además, en la II Guerra Mundial había enfrentamientos entre ejércitos que luchaban en campos de batalla, mientras hoy lo que hay es un asesinato masivo por parte de un cuerpo armado que usa artillería pesada, tanques, misiles y armas automáticas contra un pueblo desarmado y unos cuantos milicianos, que sin embargo han sido capaces de resistir al asedio y mantener a algunos prisioneros y cadáveres de combatientes israelíes.

Un aspecto importante para señalar es que la resistencia ha surgido de la sociedad civil y como ocurre muchas veces, los primeros focos han surgido en las universidades, incluyendo algunas de élite como Columbia y Harvard en los Estados Unidos. Ahora, la expresión más visible es la flotilla Sumud que sirvió para poner de manifiesto que cuando se trata de los derechos humanos, ni a Trump ni a Netanyahu le importan, ni respetan el derecho internacional si éste no se ajusta a sus intereses. El mundo vio impotente como el arrogante matón envió buques de guerra para impedir que la ayuda humanitaria llegara a un pueblo al que está matando de hambre de forma deliberada. Se necesita ser un genocida muy trastornado para actuar como el sionismo lo está haciendo.

El viernes 3 de octubre, el presidente Trump amenazó que si Hamás rechaza la propuesta hecha por Estados Unidos «se desatará un infierno como nunca antes se ha visto» (El Mundo, 03-10-2025) lo que significará entonces el bombardeo indiscriminado contra la multitud porque ¿qué otra cosa puede significar esa amenaza? ¿Se atreverán? Sí. Ya han mostrado el desprecio por todo lo que signifique derechos humanos, derecho internacional o simplemente cualquier cosa que signifique humanismo.

Al finalizar la II Guerra Mundial los muertos se calculan entre 60 y 100 millones dependiendo si se incluye a los chinos que continuaron su confrontación con los japoneses casi cuatro años después de que aquella terminara. En Gaza van casi setenta mil muertos, la inmensa mayoría no combatientes y de ellos unos veinte mil niños. Al final, Churchill, Stalin y Roosevelt lograron aplastar a la amenaza nazi y la pregunta que nos queda dando vueltas es, cuántos muertos hacen falta para poner freno al genocidio en Gaza. La sociedad civil tiene que expresarse porque de lo contrario se cumplirá nuevamente lo que había pronosticado Martin Niemöller en su famosa reflexión:

Primero vinieron por los socialistas, y guardé silencio porque no era socialista.

Luego vinieron por los sindicalistas, y no hablé porque no era sindicalista.

Luego vinieron por los judíos, y no dije nada porque no era judío.

Luego vinieron por mí, y para entonces ya no quedaba nadie que hablara en mi nombre.

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