Opinion

FILIBUSTEROS

Por: Manuel Álvaro Ramírez R.

Yanis Varoufakis nos recordó que volvimos a la Edad Media, pero a diferencia de aquella, la renta ya no se paga a través de recaudadores acompañados por matones sino de las plataformas digitales. Eso no ha cambiado mucho en Colombia, sólo que los matones evolucionaron y ahora se movilizan en motocicletas, pero la función es la misma: castigar a los morosos y a los rebeldes.

No obstante, no sólo se han revivido instituciones como la renta, sino que ahora los Estados Unidos de Norteamérica lo han hecho con una que consistía en otorgar una licencia para saquear embarcaciones consideradas enemigas y que en el mundo se conoció como la Patente de Corso, pero con una diferencia, porque la patente la expedía un gobierno a un particular para asaltar embarcaciones enemigas a cambio de parte de lo saqueado. Hoy los Estados Unidos no necesitan de los intermediarios y pretenden asaltar en América Latina algunos países directamente para no tener que compartir el botín.

El último movimiento que han hecho consiste en enviar un nuevo portaaviones como si con el Gerald Ford no fuera suficiente, de manera que lo que se avecina es un bombardeo a ciudades venezolanas y una incursión armada relámpago para en primer lugar capturar o asesinar al presidente Nicolás Maduro, así como a miembros de su gabinete y ya entrados en gastos, quizás hasta intenten una operación encubierta para sacar del camino al presidente Colombiano Gustavo Petro.

Si de algo podemos estar seguros hoy, es de la determinación del Gobierno Norteamericano de atacar a Venezuela para no tener que comprar su petróleo sino robárselo como lo dio a entender en su campaña el hoy presidente Donald Trump. No es tan claro que se atreva a hacerlo con Colombia, pero la autorización a la CIA de realizar operaciones encubiertas en Venezuela bien puede hacerlas extensivas a Colombia. Los medios colombianos presentaron esta noticia como algo novedoso, como si este tipo de crímenes no los cometiera a diario ese Gobierno.

Y no es tan claro que se atreva a hacer lo mismo en Colombia, porque fracasó en su intento de sabotear la cumbre de países del ALCA y la Unión Europea; presidentes como Pedro Sánchez de España y Luis Inacio Lula Dasilva del Brasil desobedecieron la orden de boicot emitida por la Casa Blanca y sacar a Maduro, aunque ilegítimo no es lo mismo que meterse con Petro quien es hoy un referente mundial, que se plantó de frente ante el gorila y no será muy fácil convencer al mundo de que éste encabeza el Cartel de la Cumbia.

De otra parte, está por verse la actitud que adoptarán las otras potencias como China y Rusia, aunque no es muy claro que vayan a intervenir abiertamente en una confrontación armada siempre y cuando se les respeten sus propios patios. Ya en esta columna se dijo hace alunas semanas atrás que el mundo necesita un Winston Churchill y hoy más que nunca cobra vigencia esta aseveración, no porque necesariamente la historia dependa de un líder sino porque los pueblos ya conocen el peligro y requieren de alguien capaz de conducirlos si nadie más se atreve, Petro podría convertirse si no en Churchill, que era conservador, sí en el Mandela del siglo XXI. Ya tiene proyección internacional y la arrastrada derecha colombiana sabe de su capacidad para enfrentarla y suficiente tiene con soportar semejante cirirí para que una malhadada acción internacional lo catapulte por encima de sus mezquindades y ponga en evidencia su carácter servil y rastrero.

Pero además hay un peligro evidente: Petro encarcelado podría convertirse en símbolo de la resistencia y dignidad, de manera que en los cálculos de la caverna gringa es mucho más rentable un Petro asesinado que uno que desde la cárcel se convierta en faro de la rebelión. No la tienen fácil los gringos, pero la derecha colombiana sabe también que menos la tienen ellos, que no hallan como armar frentes comunes que por ahora es su única propuesta y tan mal están, que el real ideólogo de ese sector político descubrió que enfilar baterías sólo como un frente contra Gustavo Petro no tiene mucho sentido si no se hacen propuestas creíbles, porque hasta ahora la única ha salido de Abelardo de la Espriella y consiste en reciclar una que Pablo Escobar había hecho hace más de cuarenta años y que consistía en legalizar parte de la fortuna de los narcos.  

 Este Gobierno ha mostrado que hasta ahora el Estado ha sido cooptado por mafias; que los otrora respetables dirigentes no han sido más que delincuentes que roban a manos llenas y que no se han parado en pelos ni  escatimado crímenes que no estuvieran dispuestos a cometer, con tal de mantener intactos sus privilegios, unos privilegios que han defendido con uñas y dientes porque sienten que ya la gente les perdió primero el miedo y que del antiguo respeto y temor reverencial, sólo queda un desprecio y una sensación de asco. Así las cosas, nada raro que mientras ellos se desgastan en organizar el frente unido de todos contra Gustavo Petro, éste les ponga sucesor en primera vuelta.

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