Opinion

AGUA PASÓ POR AQUÍ

“¿Qué ha sucedido con el bosque espeso? Desapareció. ¿Qué ha sucedido con el águila? Desapareció. La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia.” Jefe Seattle al presidente de EEUU en 1855

Aspiro que, al escribir esta nota, viernes 25 de octubre, el asunto del paro ya sea cosa del pasado.  Pero lo que no puede ser tema del pasado es lo que le estamos haciendo a nuestra Madre tierra. Llamar madre a la naturaleza puede parecer demagógico, de poca clase, plebe, mamerto o como lo quiera llamar la gente de bien, pero es la pura verdad.

Periodistas que deberían tener talla suficiente como para que les abran un micrófono, como Luis Carlos Vélez, digno hijo de su padre, de forma ignorante o maliciosa se burlaba de la COP16 diciendo que era una reunioncita de burócratas donde nadie iba a llegar, donde alguien tendría que estar loco para tomar un avión desde Australia para llegar a Cali y que era mejor para la ciudad una final de la Champions League. La ignorancia es atrevida y el odio mal consejero, Luis Carlos.

Lo cierto –y al margen de lo que acuerden o no en la cumbre– es que el agua dulce del planeta se está acabando. Los ciclos de lluvia y sequía se están alterando de una manera que nos debería alarmar a todos. Bueno, casi a todos porque hay asnos del tamaño de Trump o el expresidente brasilero Bolsonaro, (amiguis ya saben de quiénes aquí en Colombia) que niegan a patas y manos la realidad del cambio climático y creen que es un cuento mamertoide y de poca monta.

Pueden preguntarle a la I.A. que está tan de moda, qué pasó en Ciudad del Cabo, Sudáfrica en 2018. Amigos, el sonido más espeluznante de la naturaleza no es el aullido de un lobo a media noche en una tormenta. No, eso de niños: Espeluznante es abrir la llave y que suene sólo el gorgoteo de un chorrito de agua que no quiere salir. A eso súmele puntos si está enguayabado, sígale sumando si está solo y enjabonado. Y sígale sumando si escucha por las noticias que el asunto va para largo. Eso sí es espeluznante. Pero hay quienes creen que son cuentos castrochavistas para asustar niños de bien.

En el canal alemán DW (Deutsche Welle) en YouTube, usted podrá ver cómo el cambio climático se está adelantando más de lo previsto y cómo está afectando la estabilidad mundial al punto de que expertos vaticinan que las próximas guerras podrían darse por cuenta del control de las reservas acuíferas. La sobreexplotación de las reservas subterráneas podría hacer colapsar los terrenos. En algunas ciudades de Baviera, Alemania, a pesar de tener enormes tanques de almacenamiento, el descenso prolongado de lluvias los hace inútiles porque no hay con qué llenarlos; igualmente pasa en la costa oeste de los EEUU, cuya gestión del agua se basó en un alto porcentaje en un sistema de embalses que debido al cambio climático (que según Trump no existe) a día de hoy no hay con qué llenarlos. Como los republicanos se las saben todas, en el siglo pasado el gobierno de los EEUU en cabeza de “Ike” le consultó a John Wesley Powell, geólogo, etnólogo, explorador y pionero de los EEUU, cómo se podría gestionar el agua de manera eficiente y sustentable, a lo cual Powell les dio dos posibilidades:

Una, no vender tierras para uso agrícola que no tuvieran acceso al agua; para evitar la competencia por los recursos hídricos Powell recomendó que los límites de propiedad se organizaran según las cuencas hidrográficas naturales, en lugar de límites rectos. La otra propuesta que les rondaba en la cabeza era la de canalizar el agua del Río Colorado y hacer lago artificial, lo cual Powell catalogó como una solución efectiva pero no sustentable porque lo importante no era hacer un lago sino tener cómo llenarlo. Adivinen cuál propuesta escogió el señor Eisenhower: exacto, el lago, en contravía de lo recomendado. Irónicamente y para remachar, le pusieron Lago Powell. Más irónico aún, después de ser el segundo embalse más grande después de la presa Hoover, hoy se podría atravesar en zancos. Si Powell viviera hoy, diría: ahí tienen pintado su hp lago.

En Chile, para no ir más lejos, hay ciudades como Viña del Mar o Valparaíso que están a punto de desaparecer por su mala gestión en el manejo del agua y el acelerado cambio climático. Les dejo el enlace para que vean el panorama que nos espera si continuamos manejando el agua como si ésta no se fuera a acabar: https://www.youtube.com/watch?v=jlZYsRDw2QM

Si quieren un ejemplo más caserito de cómo no manejar el agua, miremos a Bogotá, donde el niño Galán cree que el agua es para siempre y nunca va a faltar (porque Coca-Cola es así). Los famosos ríos voladores del Amazonas, tema por el cual la prensa “seria” se burlaba del presidente, en realidad sí existen y provienen de la evaporación en masa de la humedad de la selva. Obvio, cuando hay humedad, porque si ustedes van a ver el caudal actual del Río Amazonas se van de colita porque hay pedazos que se pueden pasar a brinquitos. O sea, el asunto es bastante serio.

Esta cumbre en favor de nuestra Madre tierra es para que tomemos conciencia de qué planeta les vamos a dejar a nuestros hijos. Hay un meme donde supuestamente Clint Eastwood dice que el asunto no es qué planeta les vamos a dejar a nuestros hijos sino qué clase de hijos le dejamos al planeta. Creo que es hora de dejar de jugar a la gallina y el huevo y ponernos las pilas con el medio ambiente y meternos en la cabeza que todos los ecosistemas están interconectados. Es como si pretendiéramos sacar una carta de un castillo de naipes y rezarle a la virgen para que el resto de naipes no se caiga. Así… graves.

Dos frasecitas para reflexionar. Del nativo indígena sioux Toro Sentado: Sólo cuando el último árbol haya sido talado, el último pez capturado y el último arroyo envenenado te darás cuenta de que no puedes comer dinero. Y una más actual: Recuerda que las embotelladoras de agua no te venden agua, te venden plástico.

Por Rafael Antonio Mejía Afanador

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