ALTO AL FUEGO NO ES LA PAZ
Luego de 464 días de genocidio disfrazado de guerra defensiva, Israel y Hamas llegaron por fin a un acuerdo de cese al fuego presionados por Estados Unidos y los países árabes encabezados por Egipto y Qatar. No es un acuerdo para cantar victoria ni mucho menos, pero la necesidad de Donald Trump de comenzar su mandato sin ese chicharrón, de alguna manera aporta elementos que permiten cierta dosis de optimismo.
Aunque no es todavía el momento de hacer balances, si se logra llevar a cabo el alto al fuego en los términos acordados del 15 de enero de 2025, puede decirse que el acuerdo tiene un sabor muy amargo para Netanyahu porque ninguno de los objetivos explícitos pudo lograr aunque sí los ocultos que consisten en apropiarse cada vez más de los predios palestinos, construir asentamientos para los judíos y presentarlos ante la comunidad internacional bajo el eufemismo de “Territorios Ocupados”, léase robados.
Pero veamos cuáles eran los objetivos planteados por el sionismo. En primer lugar y como punto de honor acabar con Hamas, la organización que gobierna a gaza por mandato popular y que ahora, en lugar de estar acabada, se erige como el único interlocutor válido para cualquier solución que tenga que ver con el Estado Palestino. Adicionalmente, hasta hace dos días Netanyahu «enfatizó su compromiso de traer de regreso a todos los rehenes por cualquier medio necesario» (CNN,15-01-2025), lo cual tampoco se logró mediante el uso de las armas. Y aunque no fuera un objetivo explícito, Israel pretendía ganar legitimidad ante la comunidad Internacional, pero en este sentido ha conseguido resultados totalmente opuestos.
A juzgar por la celebración de los palestinos, no sólo es la alegría de poder respirar tranquilos sin la zozobra de perecer en cualquier momento, gracias a los misiles lanzados por el pueblo elegido de Dios, sino porque consideran una victoria haber logrado demostrarle al sionismo que Palestina es un pueblo al que Israel le ha robado todo menos la dignidad.
Por lo que se ha publicado, el acuerdo incluye la entrega en cómodas cuotas de los rehenes en poder de Hamás, primero 33 mujeres, niños y personas mayores o enfermas, luego, el día 16 se iniciará la segunda fase para nuevas liberaciones que incluirá a todos los rehenes vivos en poder de Hamas y un número indeterminado de prisioneros palestinos, Israel retirará sus tropas y en esta fase el alto al fuego ya no será temporal sino permanente. Finalmente, se entregarán los cadáveres de quienes murieron a lo largo del conflicto, bien por operaciones fallidas o por el fuego indiscriminado que el ejército israelí distribuyó profusamente.
Hay un aspecto al que no se le ha prestado mucha atención, pero que reviste una importancia definitiva. La sevicia con la que actuó Israel logró sembrar una sed de venganza de tal magnitud, que “Ayer el negociador jefe de Hamás, Jalil al Hayya, celebró el resultado, pero dijo que «no perdonarán» a Israel por el sufrimiento en Gaza durante el conflicto. (. . .) y agregó: «En nombre de todas las víctimas, de cada gota de sangre derramada y de cada lágrima de dolor y opresión, decimos: no olvidaremos y no perdonaremos” (BBC en línea, 15-01-2025), dicho de otra manera, habrá conflicto para rato pese a los acuerdos que se logren como el que ahora se mira como una luz de esperanza.
Quizás en una nueva guerra de nivel global, los sionistas se alinearán con la extrema derecha, vaya paradoja, la misma que encarnó a los nazis en la Segunda Guerra Mundial y los palestinos tendrán en sus nuevos aliados chinos una fuerza que podría obligar al mundo a barajar y repartir de nuevo. Ahí sí se podría pensar en un Estado Palestino.
Por: Manuel Álvaro Ramírez R. Magíster en Economía