Hechos

Arte rupestre en Sáchica Boyacá

¿Sabía usted que existe una «Jerusalén de Colombia», conocida como Sáchica? Este apodo se debe a la impresionante cantidad de templos que encuentra en ese municipio. Desde hace 50 años, los habitantes de Sáchica escenifican la vida, pasión y muerte de Jesucristo en un evento anual, sin embargo, cerca en la provincia de Ricaurte, a pocos kilómetros de Villa de Leyva, alberga valiosos pictogramas que reflejan la herencia de nuestros antepasados.

En Sáchica se encuentra un destacado yacimiento rupestre, un conjunto de pinturas precolombinas situadas en una impresionante formación rocosa. El sitio está ubicado en un pequeño cañón a la orilla derecha del río Sáchica. Aunque la fecha exacta de las pictografías sigue siendo incierta, estudios realizados en Villa de Leyva indican que la zona fue ocupada desde aproximadamente 400 a.C. No obstante, estos no son los únicos vestigios ancestrales en Boyacá.

Las pinturas rupestres representan elementos de la naturaleza, rostros humanos y símbolos que los especialistas han asociado con la magia, la religión y las deidades aborígenes. Estas obras se realizaron utilizando pinceles rudimentarios y pigmentos de origen vegetal, mineral u orgánico, proporcionando tonalidades negras, rojas y amarillas.

El color rojo, presente en estas pinturas, simboliza la tierra primigenia, el ocre y la arcilla. Este color, junto con el negro, marrón y amarillo, es ampliamente utilizado en el arte rupestre y es considerado sagrado en muchas culturas, emergiendo espontáneamente de la naturaleza. Goethe (poeta, dramaturgo y filósofo) destacó el ocre rojo como posiblemente la primera pintura utilizada por el Homo Sapiens.

Se cuenta que en 1961, el antropólogo Eliécer Silva Célis, investigador del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), interpretó las pinturas de Sáchica de la siguiente manera:

«En los dibujos pintados de Sáchica, encontramos, además de algunas representaciones naturalistas (plantas), un conjunto ordenado de caras humanas; una asociación de simbolismos de forma circular; una composición que constituye un caso de lenguaje de posturas; y símbolos convencionales de naturaleza compleja relacionados, sin duda, con la magia y la religión, así como con los astros dominantes del universo y personajes (sacerdotes, jefes, caudillos, ancestros o deidades personificadas), que probablemente eran los dispensadores del bien, la seguridad y la dicha del pueblo chibcha.»

Este yacimiento, al igual que muchas otras pinturas rupestres y petroglifos en Colombia, está en constante riesgo de deterioro o alteración, ya sea por parte de los pobladores y visitantes que desconocen su valor histórico, o por investigadores inexpertos.

Algunos pobladores desconocen, por ejemplo, que Sogamoso cuenta con el mayor mural rupestre muisca, con 50 metros de longitud y múltiples pictogramas, ubicado en el sector de El Mortiñal.

De acuerdo con el diario La República, en Colombia solo se conoce el 1% de las pinturas rupestres presentes en sitios arqueológicos.

Es crucial fomentar gestión que permita la atención e inversión tanto municipal como privada en el arte rupestre, para asegurar su conservación y sostenibilidad.

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