BARAJAR DE NUEVO

Por Manuel Álvaro Ramírez R.
En el mundo existen unos conflictos más visibles que otros y mientras aquí creemos que hay una guerra por allá en un país llamado Ucrania y otra en Palestina, pensamos que eso es todo, pero no, hay muchas guerras con diversos grados de intensidad. Algunas son de las llamadas guerras de liberación y quizás la que está más de moda es la de Burkina Faso donde el joven oficial Ibrahim Traoré está llevando a cabo una revolución en su país y su principal reivindicación es la lucha por administrar sus propios recursos naturales, oro, zinc, cobre y aluminio.
Pero además hay guerras en Zaire, Sudán y algunos conflictos intermitentes que estallan de cuando en cuando como el de India y Pakistán. Pero quizás lo más llamativo en el contexto actual es la guerra entre Rusia y Ucrania, por las implicaciones que tiene para la paz mundial. Porque en lo que va es en un avance sostenido de Rusia y una derrota de Ucrania que se sostiene apenas por la insistencia de la Unión Europea que pretende seguir apoyando con armas que suministra Estados Unidos, siempre y cuando los muertos los siga poniendo Ucrania.
Volodimir Zelenski guarda la remota esperanza de que los europeos en algún momento envíen tropas por tierra, lo que implicaría una declaración de guerra directa contra Rusia, cosa que por ahora se ve poco menos que probable, de manera que lo que se verá en el corto plazo será la continuación de la guerra, con avances paulatinos de los rusos sin que Ucrania tenga la capacidad de una contraofensiva para recuperar parte de los territorios que actualmente ocupan las tropas rusas, en buena parte con el beneplácito de la propia población y es aquí donde está la amenaza más importante, porque una cosa es cuando un ejército de ocupación se enfrenta a una población hostil como le sucedió a Estados Unidos en la guerra del Viet Nam y otra cuando el invasor cuenta con el beneplácito del invadido.
Con base en esto, lo que se observa actualmente es una lucha por el reparto del mundo, tal como lo explicó Lenin hace ya más de un siglo. Estados Unidos presionó a la Unión Europea para que cada país se comprometiera a destinar el 5% de su PIB a gasto de defensa que traducido a buen cristiano significa compra de armas a Estados Unidos. Además, el presidente Donald Trump ha amenazado con apropiarse de Groenlandia que pertenece a Dinamarca, de Panamá e incluso de convertir a Canadá en un Estado de la Unión y ahora último pretende apropiarse del petróleo venezolano usando como pretexto el llamado cartel de los soles, una delirante acusación que sólo existe en su cabeza, pero que sus áulicos toman como dogma de fe.
En este mismo sentido, China apenas espera una señal para hacer realidad su sueño de recuperar la isla de Taiwan, que considera parte de su territorio y que a juzgar como están las cosas, Estados Unidos no estaría en condición de enfrentarse al gigante asiático.
Comentario aparte merece el genocidio que Israel está cometiendo contra el pueblo palestino, cuyos orígenes se remontan a 1948 cuando mediante una resolución de Naciones Unidas se creó el estado de Israel. Desde entonces, los judíos no han cesado de hostigar a los Palestinos a quienes han venido desplazando y aniquilando de forma sistemática.
Hay un relato bastante difundido sobre todo en comunidades religiosas, según el cual Israel lo que está haciendo es aplicar su legítima defensa debido al ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023. No es cierto. Desde la llamada proclamación de su independencia, judíos del todo el mundo han llegado a Israel por millones, de manera que, para poderlos alojar, la política del Estado consiste en apropiarse abusivamente de territorios que son lo que eufemísticamente llaman territorios ocupados. Pero lo de ahora es una destrucción de las ciudades palestinas y la organización de la distribución de alimentos de manera que queden a tiro de fusil para producir miedo, porque la maldad llega a tal punto de disparar indiscriminadamente contra quienes van en busca de ayuda para no morir de hambre. Ya van más de 60,000 muertos, pero Hamás no se rinde.
En síntesis, aunque no estamos en la tercera guerra mundial, estamos asistiendo a algo que se puede ir acercando. Y mucho.