OpinionPor: Manuel Álvaro Ramírez R.Sin categoría

Chile perdió

Por Manuel Ramírez

En el llamado plebiscito nacional de Chile de 2020, llevado a cabo en octubre de ese año, se aprobó por abrumadora mayoría que el País Austral necesitaba una nueva constitución que remplazara la que se había hecho en tiempos de Pinochet, con toda la carga de opresión implícita en una carta redactada a la medida del estamento militar, apoyado entonces por el Departamento de Estado. Eran los tiempos de Reagan y de Kissinger, de manera que nada bueno podría esperarse de ese documento.

Pues bien, una vez que los chilenos expresaron su voluntad, se convocó una Convención Constitucional encargada de la redacción de la nueva carta magna, cuya aprobación fue sometida a votación el pasado domingo 4 de septiembre, mes que ha sido fatídico para los chilenos 1 . Por abultada mayoría la propuesta presentada por la Convención Constitucional fue rechazada y quedaron como estaban antes de la pandemia.
Los resultados fueron muy negativos, lo cual fue motivo de celebración, no sólo por la recalcitrante derecha local, sino en otras partes. Aquí, por ejemplo, se hizo una fiesta organizada por Andrés Pastrana Arango y Álvaro Uribe Vélez. Si ellos celebran significa que al pueblo le fue terriblemente mal. Las celebraciones alborozadas de estos personajes reflejan, por un lado, que hay identidad y solidaridad de cuerpo en la derecha y, de otra parte, que las protestas y el enardecimiento en las calles de poco sirve si no va acompañado de un proceso de educación política de la gente que en las protestas participa. Dejar todo a la manifestación espontánea, corre el riesgo de desaparecer con la euforia.

Varias lecciones hay que aprender de esta experiencia. La propuesta tenía un contenido muy válido, hablaba de derechos y mucho de los deberes del Estado. Planteaba los derechos de los trabajadores a asociarse, a hacer huelga e incluso a participar en la gestión de las empresas. ¿Quién se opondría a esto?
Obviamente los empresarios y eso es entendible, se tendría que haber llegado a unos niveles de desarrollo bastante avanzados, como para que la voz de los trabajadores fuera escuchada en las juntas directivas. La propuesta está redactada con ese lenguaje inclusivo que le resta mucha elegancia a la prosa, pero prueba que hay en ella un innegable germen de lucha por la igualdad. Tiene también una genuina preocupación por el medio ambiente y los derechos de las mujeres. En fin, era una redacción bastante progresista, luego cabe entonces la pregunta ¿Por qué sufrió tan estruendosa derrota?


Varias son las respuestas y muy valiosas las enseñanzas que nos deja este revés. Quizás la lección más contundente es que la derecha mientras se lame las heridas, permanece agazapada al acecho de tomar revancha que de ser posible toma características muy violentas y no vacila en recurrir, no solo a la
desinformación y a la mentira, sino a la calumnia, así como también a la destrucción del contrario y la guerra sin tregua contra los opositores. Los ejemplos abundan: Fernando Lugo en Paraguay, Rafael Correa en Ecuador, Dilma Russef y Luis Inacio Lula Da Silva en Brasil. Otra lección que deja esta votación es que la gente sale a votar de acuerdo con las emociones que le genere la propaganda en
pro o en contra de algo o alguien, de manera que es importante saber comunicar, porque en la tergiversación, la derecha tiene una muy amplia experiencia y por eso acude a los J.J. Rendón, especialistas en sembrar mentiras.
Hay muchas cosas que quedan pendientes de analizar, pero lo más importante es dejar claro que la gente no votó por dejar la constitución del dictador, sino que es necesario redactar otra que se ajuste más a los intereses de los grupos de poder, luego, no va a ser fácil. Si en Colombia ganó el NO en el Plebiscito por la Paz, cualquier cosa puede ocurrir con la constitución chilena y el joven presidente va a tener que jugarse a fondo para conectarse con sus electores, si quiere un respaldo acorde con las esperanzas en él depositadas.

1 Recordemos que fue en septiembre de 1973 cuando Augusto Pinochet asesinó al presidente Salvador
Allende y usurpó el poder para llevar a cabo una de las más sangrientas represiones que se hayan vivido en
el continente.
(*) Magíster en Economía, Universidad de los Andes. Exasesor del Departamento Nacional de
Planeación, exjefe de Planeación del Incoder y docente de la Universidad de Los Llanos.

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