Opinion

¿CÓMO DEJAR A UN BOBO EN ASCUAS?**

Por Rafael Antonio Mejía Afanador

Tenían los abuelos unos dichos y refranes que no eran precisamente sacados del sombrero de un mago: eran y siguen siendo una realidad producto de años y años de experiencias y sabiduría. Uno de ellos decía: las malas noticias son las primeras que llegan.

Somos conscientes de cómo nos afecta una noticia, para bien o para mal. Tanto así que, en la antigua Grecia, al portador de malas noticias, como diría el Patrón, lo ponían a ‘chupar gladiolo’. Mal para el mensajero.  

Ahora, con el auge de la cosa digital, a las publicaciones no les interesa mucho la calidad de los escritos, ni la total veracidad de las noticias ni la integridad de su planta de personal. Lo importante es… taraaán, adivinaron: el negocio.

Por esta razón algunas páginas informativas, que deberían atraer al lector con contenidos veraces, verificables, debidamente contrastados y expuestos de manera responsable y ética, tienen ahora titulares mentirosos, que no tienen mucho que ver con el contenido o contienen verdades a medias que inducen al lector a desplazarse por toda la página buscando la información que le prometieron en el titular pero que finalizando la lectura no la vamos a encontrar. Lo cierto es que entre más dure usted en la página, más dinerillo le estará generando a alguien. Esto es válido, lícito y ético siempre y cuando no se induzca al lector con titulares tendenciosos y verdades a medias. Durante toooda la lectura lo dejan a uno en ascuas para que al finalizar sólo algunos nos den la respuesta y eso, a medias.

Unos ejemplos. Veamos en la ilustración adjunta, el titular que pone el muy tieso y muy majo periódico El Espectador el pasado 12 de febrero: un anzuelo tramposo que induce al lector a pensar que el dinero sí entró a la campaña, pero en el cuerpo de la noticia dice lo devolvieron. ¿Sería que el titular lo redactó una persona y el contenido otra? Decía la Chimoltrufia: es cuando yo digo una cosa… Ese titular pone al lector a dar vueltas por toda la página y al mismo tiempo mete cizaña: Exacto, ¡moñona!

Algunos canales de YouTube cambian la titulación tradicional que venían empleando, por ejemplo: “Ana Bolena, la reina decapitada” por “El triste final de Ana Bolena.” Hasta ahí nada de raro, pero ahora titulan de esa manera con todo el mundo: El triste final de Maradona; el triste final de la reina Isabel, etcétera, etcétera. Cómo será de rentable el asunto que ponen “triste final” hasta para los vivos.    

Los medios ‘serios’ tampoco se salvan. Escriben alarmantes titulares como: ¡África se está partiendo en dos! Bueno, la noticia es cierta, pero cuentan sólo HASTA EL FINAL que la vaina es dentro de tres millones de años más o menos. O que un asteroide llamado Bennu tiene probabilidades de chocar contra nuestro planeta, bueno, a decir verdad, el planeta de Míster Trump, que viene siendo el mismo; lo que tampoco cuentan sino hasta el final es que las probabilidades son de una en 2.700 y si sucede sería dentro de 157 años. Ojalá sea por la tardecita porque de madrugada me da pereza.

También hay titulares que asustan con la certeza de que el sol se va a extinguir. Tienen razón, no mienten, pero el asunto es que eso va a suceder dentro de más o menos ¡cinco mil millones de años! Ojalá nos coja confesados.

Las páginas que hablan de cine nos plantean enigmas espantosos como: ¿Cuál es la película de la que se arrepiente Clint Eastwood? Y empiezan a dar la biografía del personaje, a decir qué es una película, a enseñarnos dónde queda Hollywood y toda la filmografía del buen Clint con cada película subrayada con un enlace (quién quita que por equivocación uno dé un clic) y finalmente, en el último renglón, dicen cuál fue la película del arrepentimiento.

O ¿Saben cuál es el trámite que más odian los colombianos? Y explican por qué “trámite” lleva tilde; qué es un trámite etc, etc, etc y así nos dan un baile por toda la página y al final, después de angustiantes cinco minutos dicen cuál es el trámite.

Esto tiene un propósito: entretenernos el mayor tiempo posible en la página y hacernos deslizar hacia abajo, hacia arriba o hacia cualquier lado con tal de que herramientas como Google Analytics, por citar sólo una, pueda detectar cuánto tiempo interactúa alguien con la página o si consume todo el contenido, bien sea texto o video y mejorar el posicionamiento S.E.O. (optimización en un motor de búsqueda, como Google o Bing) de un sitio web y cuando un usuario teclee el nombre del sitio web y lo ponga ojalá de primeritas en la primera página. Entre más arriba, más publicidad se ve y más probabilidades de que alguien lo encuentre, y si alguien lo encuentra: ¡Bingo! más chance de un dinerito extra. 

La estrategia es buena: Titular atractivo y amarillista, pregunta que nos ponga a rascarnos la cabeza y listo, la curiosidad hace el resto. Google llama a ‘la jugadita’ cíber anzuelo y vaya que funciona. Para que no caiga tan fácil, ¡a leer en medios serios!

**El próximo domingo les cuento

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