Opinion

CUANDO LA CORTE SUPREMA ACTÚA COMO PARTIDO DE OPOSICIÓN

Por Manuel Álvaro Ramírez R.

Cuando AMLO lo propuso en México, no se entendía muy bien que los jueces fueran elegidos por voto popular, habida cuenta que la interferencia que los poderes de facto podrían ejercer sobre los resultados. Sin embargo, cuando se eligió a Hugo Aguilar como el primer indígena en presidir la Corte Suprema de Justicia de México, ahí sí se entiende por qué fue tan importante esa decisión.

Esta introducción obedece a que el magistrado Jorge Ibáñez, quien aquí en Colombia inicialmente propuso declarar inexequible la Reforma Pensional, ahora se le ocurrió solicitar diecisiete pruebas adicionales para debatir si dicha reforma corrigió los vicios de trámite, los cuales invocó inicialmente para tumbarla.

La mala leche de este magistrado se advierte en el tipo de pruebas que solicita: fecha y hora cuando se publicó y copia del diario oficial en el que se publicó el decreto de la convocatoria y citación a las sesiones de la Cámara el pasado 27 y 28 de junio. Dicho de otra manera, la Cámara de forma extraordinaria fue citada por el Presidente; se reunió, debatió y aprobó lo que tenía que aprobar, pero ahora el magistrado duda de que esa actuación haya sido ajustada a derecho.

No somos juristas expertos en asuntos legales, pero leemos prensa a pesar de que ahora sea mejor acudir a youtuberos que a los periódicos y jamás que se sepa, se ha seguido con tanta milimétrica una ley como la pensional. Aquí las razones humanitarias salen sobrando, al magistrado lo tiene sin cuidado que millones de ancianos que, si tienen suerte, apenas se toman un plato de sopa como todo alimento en un día, con tal de torpedear un logro del Gobierno, porque se entenderá que fue gracias a Petro y su bancada que los viejos indigentes o cuasi indigentes lograron un bono pensional que no es mucho $230,000 pesos mensuales, pero para ellos marca la diferencia entre el hambre y un mínimo de nutrición.

Se tiene que ser muy mezquino y tener una mentalidad tan absurdamente retorcida para hacer cálculos electorales sin importarle el dolor de los más débiles, esos ancianos producto de la exclusión, muchos de ellos víctimas de la violencia y el despojo, que esperan ansiosos ese bono que les permitirá pasar sus últimos días sin la angustia de tener que pensar si cada día podrán tomar, repito, un simple plato de sopa que es para lo que les alcanza el bono pensional que trae la reforma.

El presidente Lula en su primer mandato lo dijo con mucho dolor “Nunca pensé que poner un plato de comida en la mesa de un pobre, generaría tanto odio por parte de una élite que está harta de tirar comida a la basura todos los días”. Pero sí, genera mucho odio y fue esa misma corte la que tumbó el artículo de la reforma tributaria que establecía las bases sobre las que debían declarar renta las empresas que explotan recursos naturales, lo que significó devolverle varios, léase bien, billones a las multinacionales principalmente petroleras, carboneras y de gas los recursos de las regalías, pese a que esos recursos mineros son propiedad de la Nación.

No se trata de la división de poderes. Si las altas cortes y el Consejo de Estado actúan más como partidos de oposición, no hay tal división de poderes hay un poder monolítico que representa los intereses de las familias más ricas y por lo mismo más poderosas de este país. Lo que el magistrado Ibáñez está haciendo es dilatar la aprobación de la Reforma Pensional con unos propósitos electorales muy marcados y ruines.

Una cosa adicional, aunque el aumento de la ayuda a los viejitos no requiere una ley, lo importante de la que se aprobó y que ahora Ibáñez quiere ponerle zancadillas, es que ningún gobierno puede bajarla de un plumazo como seguramente harían si vuelven al poder, pero quizás lo más importante es que le quita el control a los fondos de pensiones y los pone como uno de los pilares para que el sistema no colapse.

Que Petro está haciendo también cálculos electorales, pues claro, pero es que él se está jugando el futuro de su proyecto político y lo que está haciendo es ni más ni menos que lo que prometió en la campaña que lo llevó a la presidencia, a la cabeza de millones de excluidos y de quienes incluso habían perdido hasta la esperanza, en cambio los magistrados no llegan por voto popular y ahora se entiende que no es una mala idea.

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