¡CUIDE ESA LENGUA!
Por Rafael Antonio Mejía Afanador
Bueno, malpensados, la lengua es la materna. Dado que la clientela del periodismo serio, formal, ecuánime, imparcial, profesional y súper wow (o súper guau), es decir el periodismo de la gente de bien corre espantada hacia las redes sociales y al periodismo alternativo, es bueno aclarar que no todas las veces el diablo sabe más por viejo. Se leen unos especímenes que harían colorear al mismo diablo por la cantidad de errores, horrores y atentados contra el castellano.
Hablar bien y escribir mejor tiene sus bemoles. Cuando la embarramos en una publicación escrita podemos fácilmente culpar al digitador, al diagramador, a la secretaria, al clima, a Petro o a quien sea. Pero cuando el asunto es en vivo y en directo, la cuestión puede llegar hasta el sonrojo, así que “agarresen” de atrás.
Ahí, nada más en el párrafo anterior está la primera atrocidad: No se deben pluralizar los enclíticos “se”, “me” o “le”. Se pluraliza el verbo. Así, lo correcto es pronunciar agárrense, háganse, díganle, óiganme. Lo del ayudante que grita ‘córrasen pa’tras, ya huele a mico, gas.
Otras curiosidades de campeonato: “La calor”, sustantivo masculino que debe utilizar artículos del mismo género: El calor está excesivo, el calorcito está rico. ¿Y qué me dicen de los que ahora sí “distinguen” al alcalde? Ojo: Aquí, distinguir no es sinónimo de conocer. Significa diferenciar, sobresalir. Conocer a alguien no representa que se haga al milímetro, como la palma de la mano. ¿Se imaginan al Burro Mocho cantando “♪♪ Yo distingo a Claudia, yo distingo a Claudia…♪♪? Tampoco se le ocurra comprar gotas para echarse en “las vistas” … Llorará de vergüenza por un buen tiempo. El “algotros” se da hasta en las mejores familias, no se preocupen: Digamos algunos otros, algún otro, alguna otra.
Otro que se da silvestre por ahí, como si nada, es el “uno” o “una” que va después del número cardinal, ése se escribe de acuerdo con el género. Por ejemplo: el manual tiene cuarenta y una páginas, y no cuarenta y un páginas. El “un” es apócope de uno: yo no diría “tengo cuarenta y uno libros”, diría cuarenta y un libros.
Recordemos a quien, tras 40 años de combinación de todas las formas de lucha, por fin tiró la toalla: “Es que a yo me interesa que haiga paz”. El pronombre yo, como nominativo, designa a la primera persona singular. Como dativo, se reemplaza por mí (tildado) en cualquiera de sus funciones: Por mí no hay problema; a mí me parece, viene hacia mí… En cuanto al haiga, la sola formita lo dice.
Como ven, hay barbarismos y barbaridades. Barbarismo es, también, la incorporación, a las malas, de vocablos extranjeros. Da caché, pero uno queda como un cacho. Veamos estas joyas: Accesar (ésta no se la traga ni Word) en lugar de acceder; cliquear por pulsar, linkear por enlazar, unir mediante acceso informático. Y ni hablar de “guasapear”, ésa sí es una completa aberración. Y como en este país nos gusta imitarles hasta el caminado a los gringos, ahora no decimos ¡feliz dos mil veinticinco! (2025) sino ¡feliz veinte veinticinco! (20-25), vainas de la moda.
Hay barbaridades que se dicen por chicanear, creando verbos a partir de sustantivos: Direccionar por orientar o recepcionar por recibir. Sisbenizar está fuera de concurso. Sería como decir que Heredero cancionó el jueves en Tibasosa.
Algunas situaciones lo pueden colocar a uno rojo de la vergüenza. Obvio, cómo no, si el verbo es poner, no colocar. No sé por qué le tienen tanto miedo a “poner”. Entonces escucha uno preciosuras como: “se colocó a llover” o “no se me coloque bravita”. Colocar tiene cinco significados, poner tiene cuarenta y cuatro, calculen. Los cuarenta y cuatro… averígüelo Vargas.
Otras salvajadas: El ‘dentren’ es casi fuera de este mundo. Existe ‘dentro’ como preposición de posición (Vargas Lleras está dentro de la rosca), o temporal (dentro de 20 años tendremos como Presidente a Tom o a Jerry –mal chiste, pero de pronto-). No existe dentrar; para esos menesteres está entrar. Y un esperpento que es todo un insulto para el oído: Darse de cuenta. Uno se da cuenta de… Pero ¿…de cuenta? Horror. Aloque para reemplazar a cuando es toda una locura: “A lo que llegue me timbra”, ¿qué tal?
Por último, hasta el día del juicio final y diez días más, jamás se les ocurra hacer el favor y… Hagan el favor de… Creo que ésta y otras barbaridades se llevaron a la tumba al maestro Arturo Avella.
Hasta aquí llegué. Háganme el favor DE pasarla bien.
ADDENDA: A pesar de que la ley contra el ruido, aprobada en días pasados, establece un periodo de 18 meses para que los municipios de más de cien mil habitantes la desarrollen y apliquen en sus jurisdicciones, valdría la pena recurrir por lo menos a las acciones pedagógicas para desestimular esta conducta bárbara, costosa, peligrosa y estúpida. A los únicos que les hace gracia es a los borrachos que nos despiertan a las 5:00 de la mañana con ese estruendo tan de mal gusto. Ojalá Dios los ilumine (sin pólvora) y nos dejen en paz con su ruidito.
Feliz navidad para todos y un feliz y próspero 2025, ojalá mi Dios les dé más paciencia para aguantarme unos días más. Nos vemos después de Reyes.