ES INFAME

Por Lizardo Figueroa
El drama que viven millones de enfermos colombianos procurando atención médica o medicamentos, acudiendo a hospitales públicos, consultorios o dispensarios, en humillantes filas desde altas horas de la madrugada -como en épocas del antiguo Seguro Social– para que al final de la desvelada se encuentre el usuario con respuestas como: «suspendido el contrato con la EPS» o «no hay agenda en la IPS» es un cuadro recurrente al que se asiste, inermes y humillados.
¿Cómo un servicio vital para la salud de amplísimos sectores de la población, que desde su creación ya demostró falencias protuberantes y evidentes actos de corrupción y latrocinio no haya tenido la más mínima intención de mejorarlo, después de varios periodos legislativos?
Es infame que, según se adivina, primen los intereses de lucro particular de unos cuantos aprovechados negociantes del dolor humano, que sin compasión juegan con la vida de millones. ¿Cómo pueden primar los patrocinios electoreros a la salud de los más vulnerables?
Estas bellaquerías indignan y merecen la censura política en las urnas.
¿Cuánto dolor, cuántas muertes han de necesitarse para que quienes, supuestamente, han de ocuparse de la garantía de derechos, asuman sus responsabilidades constitucionales y dejen de incurrir en el ninguneo y la indiferencia? Resulta intolerable que se juegue así con la vida humana.
No podremos ingresar al Tercer Milenio con tanta irresponsabilidad, venida de una élite privilegiada, soberbia y costosísima en el parlamento. Es indignante.
Sobrecoge también, que aún los entes de control encontrar tanta anomalía y se sepan públicamente los presuntos responsables, invariablemente de rancios apellidos enquistados en la burocracia y la politiquería criolla, los ciudadanos antes les salgamos a deber.
Pronto acaba la legislación actual y los «honorables padres de la patria» ocupados con devoción en su reelección.
Ciertamente, indigna tanta infamia con la salud.