Excusatio non petita, accusatio manifesta

Excusatio non petita, accusatio manifesta es una locución latina usada desde la edad media cuya traducción literal es “excusa no pedida, acusación manifiesta”.

Una frase similar se puede encontrar en las Cartas de San Jerónimo, quien fue un patriarca de la cristiandad dedicado a la traducción de los textos hebreos y a la difusión de la palabra de Dios, cuando dice: «dum excusare credis, accusas» «mientras piensas que te estás excusando, te acusas«. Suele suceder, que a veces sin que nos estén pidiendo justificarnos, de manera inconsciente e involuntaria estamos ratificando nuestra culpabilidad en la comisión de algún acto que merezca reproche.

San Jerónimo de Estridón, considerado el padre de la Teología latina no estaba equivocado en acuñar esta frase que hoy después de casi más de mil seiscientos años cobra actualidad con lo que viene sucediendo en la hermosa tierra de la libertad.

Carlos Andrés Amaya Rodríguez, hijo de campesinos, trabajadores del acero y raíces sochanas, venido de menos a más desde sus inicios como líder estudiantil, promotor de marchas universitarias en defensa de la educación pública, pasó a ser, luego de una carrera veloz y fulgurante, el adalid de los pobres, el patriarca de los desdichados sufragantes, producto del descontento de miles de boyacenses que criticaron la hegemonía de la clase política en el departamento y especialmente de aquellos dirigentes enquistados en el poder y que desde la plaza de Bolívar en Tunja por muchas décadas controlaron los destinos y los recursos de los habitantes de Boyacá.

Ese mismo estudiante que enarbolaba las banderas contra el continuismo, que se rasgaba sus ropajes arengando con su lenguaje juvenil desparpajado y frentero en los mítines contra los gobernantes de turno, hoy se presenta en su nueva versión recargada 2.0 como uno de los candidatos que proponen la renovación y el cambio en la gobernabilidad de los boyacenses.

Sin embargo, después de su paso por el congreso de la República y el Palacio de la Torre dejó de ser el humilde joven que guardaba ilusiones y esperanzas bajo la ruana a convertirse hoy en día en uno de los caudillos políticos más adinerados del departamento, con ínfulas presidenciales y patrocinador de campañas políticas para su círculo de poder más cercano en donde se desbordan ríos de dinero en publicidad y en el aceite para la maquinaria que cada dos años se engrasa para mantener su status como el patrón de la comarca boyacense.

Ahora lo vemos nuevamente en plaza pública, medios de comunicación y redes sociales con sus dotes histriónicas de lamento y llanto acudiendo a su virtuosa oratoria para responder a los cientos de ataques que, como pobre candidato, le quieren endilgar por su origen humilde, por responder con amor, porque solo quiere el poder para servir, según sus palabras.

Haciendo un seguimiento minucioso a su campaña, que por fortuna culmina el próximo domingo 29 de octubre, se puede evidenciar que la mayor parte de su discurso emotivo lo encamina a justificar de manera desvergonzada todos los actos de corrupción y escándalos en los que se ha visto envuelto junto con su familia y áulicos más cercanos, tanto así, que con desfachatez, su equipo político ha puesto a circular en redes sociales el “Decálogo de las mentiras, infamias y calumnias contra Carlos Amaya” pretendiendo ser un texto expiatorio de culpas y responsabilidades de fácil comprensión para el ingenuo elector.

Una campaña, como la de Carlos Amaya, que traslado a un segundo plano las propuestas de gobierno, las problemáticas de los boyacenses y la exposición de ideas para sacar al departamento de Boyacá de la pobreza y el atraso para convertirse en un foro de justificación de todos los actos oscuros de manipulación y engaño en la que infortunadamente ha caído, no augura muchos vientos de cambio y renovación tan anhelados en “esta tierra honesta y trabajadora digna de tiempos mejores” como alguna vez lo pregonaba el humilde muchacho de la ruana.

San jerónimo, santo cristiano padre de la iglesia, que tradujo la Biblia del hebreo y del griego al latín por encargo del papa Dámaso I desde la paz de su tumba nos estaría dando la razón una vez más que con Carlitos Amaya, «dum excusare credis, accusas» «mientras piensas que te estás excusando, te acusas.

Punta de Lanza

Botón volver arriba