LA CONSULTA QUE PREOCUPA A MUCHOS Y TRANQUILIZA A OTROS

Por Manuel Álvaro Ramírez R.
No es para envanecerse rebosantes de triunfo pero tampoco para descuidarse. La respuesta de la ciudadanía a la Consulta del domingo 26 de octubre ayuda a sacar en limpio algunas lecciones, sobre todo en el Pacto Histórico. Para analizar los resultados hay que comenzar por los primeros movimientos que se han visto, algunos más publicitados que otros.
El primer síntoma de que la respuesta del pueblo en las urnas fue un campanazo para la derecha, lo mostró el exministro de hacienda Mauricio Cárdenas quien en cuanto se conocieron los resultados consolidados afirmó claramente en sus redes sociales: ‘no nos llamemos a engaños, la consulta de hoy no fue una derrota para el Pacto Histórico’ y se autoproclama como líder porque había llamado a otros irrelevantes iguales o peores que él. Mencionó a Juan Manuel Galán y a David Luna, pero dijo que había que convocar a Sergio Fajardo y Juan Daniel Oviedo, la tibiamenta en pleno.
Otro hecho que muestra la preocupación que se encendió en la derecha, es la visita del expresidente Gaviria al expresidiario y también expresidente Alvaro Uribe, para proponer lo mismo que Cárdenas a los otros candidatos de relleno: unidad para conjurar la amenaza de la izquierda.
Y la más reciente es la admisión por parte del Consejo de Estado una demanda que busca tumbar la personería jurídica del Pacto Histórico. Aquí ya no soportaron el golpe y despojados de toda vergüenza, este Consejo busca torpedear todo lo que signifique voluntad popular que amenace los privilegios de los poderosos sectores económicos.
Deben estar pensando seriamente dónde han fallado, porque una característica de la derecha, que no es bruta pero sí dogmática, es que sus análisis los basa a partir de sus propias narrativas excepto los verdaderos ideólogos que entienden los fenómenos políticos y trazan estrategias para actuar en consecuencia. De ahí las narrativas contra el Presidente: que es marica, que vive trabado, que se la fuma verde, que es un paranoico que se inventa atentados y cree que quieren matarlo, y ahora la versión de The Father of the Pelucons, así lo llamó en su criollísimo inglés Nicolás Maduro, según la cual Petro es un matón y un capo del narcotráfico, argumento inmediatamente replicado por la rigurosa periodista Vicky Dávila, porque según ella, todo el mundo lo sabe. Aclaro que yo y un amplio sector de ciudadanos no lo sabíamos.
Y a propósito de periodismo, si hubiera algo, no de sentido autocrítico que sería mucho pedir, sino algo de elemental inteligencia, los medios deberían evaluar hasta qué punto están dispuestos a sacrificar su credibilidad si es que no sienten que desde hace rato están tocando fondo en ese fangal de calumnias que disfrazan de noticias. En lo que corresponde a las bases del Pacto, queda claro que éstas ya no les creen y por eso han buscado formas alternativas de comunicación para enterarse de los acontecimientos vía redes sociales o RTVC Noticias, que digámoslo claramente, es un instrumento de propaganda, porque la avalancha de desinformación obligó a que el Gobierno cavara también su propia trinchera. No es un medio neutral porque sencillamente no puede serlo. De ahí el triunfo de personas como Wally o como Sandra Chindoy, la otrora reportera del noticiero de Señal Colombia.
Una de las ventajas es que el mecanismo vacuna al Pacto contra los colados de última hora que hicieron campaña denigrando de Uribe, para una vez elegidos, acudir contritos a arrodillarse, pedir perdón y mostrarle al Matarife su propósito de la enmienda.
Ya la era del bolígrafo pasó. Eso de que una carrera política debería iniciarse cargándole la maleta a los gamonales, para con su bendición aspirar a ser elegido edil o concejal de pueblo e ir subiendo en la escala para pasar por la asamblea, siempre bajo la tutela de los caciques, hasta coronar curul en la Cámara o el Senado, eso quedó atrás y es una fuente de preocupación adicional en la derecha, cuyas bases podrían exigir que se adopte este mecanismo de elección popular de candidatos. Ya los electores no quieren ser convocados simplemente a oír promesas, ahora ellos designan quienes serán sus voceros y eso significa un giro de 180 grados, por lo menos en el Pacto Histórico, pero además la derecha tiene razones para estar preocupada sobre todo si la Policía cumple con su deber y se le pone al corte a la compraventa de votos.


