Carlos Amaya el moderno gamonal

Por: Jorge Armando Rodríguez Avella

Son famosas las frases del exgobernador y exprecandidato presidencial, Carlos Amaya, sobre su nueva candidatura a la gobernación de Boyacá. Son famosas porque han sido repetidas muchas veces, durante muchísimos años, en muchos países y por personajes muy parecidos. Eso de que “el pueblo, la gente, muchas personas me han pedido que vuelva a la Gobernación” o esa otra de que “antepongo el deber ciudadano al bienestar de mi familia” o más trillada aún aquella: “es la voluntad de servicio al pueblo lo que me mueve a aceptar la candidatura”, son perfectas frases de cajón aptas para ingenuos y para los aduladores de siempre.

Ahora resulta que son los electores del común quienes deben sentirse honrados de votar por un personaje poderoso y omnipresente como el señor Amaya. También, por supuesto, aquellos afortunados contratistas de: la gobernación, la red hospitalaria, la UPTC y Corpoboyacá. Pero sin dejar de contar a los contratistas de más de 40 municipios, además de los candidatos a los concejos municipales y alcaldías, avalados por los Verdes. Todos ellos, al unísono tienen la fortuna y obligación de ser votantes del señor Amaya.

Al señor Amaya es imposible contradecirle o dudar de sus palabras. Ni en otras épocas Boyacá había tenido un gamonal tan insigne y lleno de preeminentes poderes, como el señor Amaya, pero tampoco tuvo un cacique de estas dimensiones. Nos hablaron los libros de historia sobre el poder de los caciques, que se desempeñaban como verdaderas autoridades políticas y religiosas de nuestros ancestros. Sin embargo, se continuó usando el vocablo para designar a los amos de feudos electorales, tanto que la palabra con esta acepción ingresó al Diccionario de la lengua española en 1884.

El historiador Jorge Orlando Melo, en su obra Caciques y gamonales  escribe que por el año de 1866 don José María Samper, un notable escritor y periodista describía así al gamonal “(…) por una extraña analogía y tomado picarescamente el propietario por la propiedad, y se llama «gamonal» (por no decir capataz o cacique) al hombre rico de un lugar pequeño, dueño o poseedor de las tierras más valiosas, especie de señor feudal de la parroquia republicana, que influye y domina soberanamente el distrito, maneja a sus arrendatarios como a borregos, ata y desata los negocios del terruño como un San Pedro de caricatura y manda sin rival como un gallo entre sus gallinas. El gamonal es, pues, el sátrapa de la parroquia, el gallo del pueblo con todas sus consecuencias».  Y agrega Melo: “En 1887 Rafael Uribe Uribe define al gamonal como «cacique, monitor, reyezuelo, gallito o magnate».

Hoy observamos que el señor Amaya está cumpliendo a pie juntillas lo que declaraba cuando era representante a la Cámara. Según su saber el poder real no está ahí, en el parlamento “sino en las alcaldías y gobernaciones”. Huelga decir que es verdad cuando de contratación se trata: luego de sus dos pasadas por la gobernación boyacenses –una presencial y la actual, por interpuesta persona— es indudable que su fortuna ha crecido y, por supuesto, gracias a Dios.

Su opulento matrimonio, cuando aún era gobernador, es una pálida muestra de su excelente estado salud económica. Empezando porque tuvieron que pagar, según Caracol Radio, seis millones de pesos por el alquiler de la plaza de Villa de Leyva.  En la plaza asistieron más de un millar de personas a las que les ofrecieron pasabocas y más de quinientos invitados selectos, con tarjeta a la lujosa celebración en la que, además, el novio recibió dadivosos y desinteresados regalos de los contratistas. Como si nada, solo bastó quitarse la humilde ruana campesina, para lucir el esmoquin, dejar a un lado su discurso miserabilista, que lo acompaña en campañas electorales y compartir con tranquilamente con la rancia oligarquía ganadera de Córdoba

Su poder es evidente, ha tenido a los últimos contralores departamentales y algunos llegan hasta afirmar que sobre las procuradurías provinciales también ejerce su poder. Esto no es de extrañar, porque los tentáculos familiares en la costa Caribe, a través de su esposa, la exreina de belleza de Córdoba la médica Daniela Assís Fierro, dan para largo, entre otras por ser la prima del defensor del pueblo Carlos Camargo Assis y prima hermana del excandidato presidencial del partido conservador, David Barguil.

Además, porque uno de los jugosos contratos figura uno famoso, debido a que le fue adjudicado a la Fundación Obras y Servicios de Colombia, SOS, por $6.000 millones de pesos. La entidad se encargaría de ofrecerles educación a los boyacenses que han sobrepasado la edad escolar. Con la singularidad de que la empresa labora en Lorica, departamento de Córdoba, con graves y múltiples denuncias por corrupción. De acuerdo con el periodista Yohir Akerman, de la revista Cambio, la mencionada Fundación fue la ganadora del contrato, “pese a las múltiples denuncias sobre los oscuros antecedentes de dicho contratista”.

Ver en el portal https://corrupcionaldia.com/el-precandidato-presidencial-y-exgobernador-carlos-amaya-otro-que-se-las-da-de-ingenuo/

También demuestra esa habilidad, el señor Amaya, con su piel de camaleón al lograr que seis partidos políticos avalen su candidatura a la Gobernación. Claro que algunos de estos son partidos de neófitos –Dignidad y Compromiso, Colombia Renaciente, En Marcha— otros en franca decadencia, como Cambio Radical que posee el mejor galardón de ser un partido corrupto hasta los tuétanos y la U que nadie sabe en qué consiste, solo que es una empresa electoral y que está en franco declive.

Por último, las graves denuncias sustentadas, hechas públicas por el concejal de Bogotá Diego Cancino, copartidario del señor Amaya, con respecto a las actuaciones del entonces señor gobernador, siguen a la espera de fallos definitorios y decisivos. Mientras tanto el repitente a la gobernación sigue su campaña tranquilo como si nada.  

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba