OpinionPor: Manuel Álvaro Ramírez R.

Las reformas y por qué defenderlas

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Las reformas y por qué defenderlas

Hace algunos días Miguel Uribe Turbay, nieto del autor del tenebroso ‘Estatuto de Seguridad’, que pasó a la historia como uno de los promotores del terrorismo de Estado, de las torturas y las desapariciones, refiriéndose al gobierno dijo, y cito de memoria: se metieron con la canasta familiar, con la salud, con las pensiones y con el empleo. Se necesita tener una nula noción de la vergüenza y una saturación de cinismo para decir eso, como si se estuviera haciendo algo en contra de la mayoría de la población, pero sobre todo de la gente más necesitada que de la noche a la mañana resultó con unos adalides que se acordaron, ahora sí, que los pobres importan. Pero ya no les creemos.

La reforma a la salud es una necesidad ineludible y tirios y troyanos le atribuyen sus cosas buenas, sólo para propinar luego la puñalada. Pero todo se reduce a una cosa que no es lo suficientemente explícita, que constituye el meollo del asunto: el manejo de los recursos públicos por un club de amigotes que conforman verdaderas bandas delincuenciales al estilo de la que manejaba Carlos Palacino, tristemente célebre por ratero y abusivo. No obstante, él no era el único. Muchas EPS se quebraron por malos manejos y el Estado tuvo que acudir a su rescate. De otro lado, la profesión médica era respetable hasta la aparición de la Ley 100 de 1993. A partir de entonces las condiciones laborales se deterioraron para los galenos quienes, por lo general, tienen que saltar de clínica en clínica varias veces incluso el mismo día para poder obtener un ingreso decente. Son apenas dos de los temas que aborda la reforma.

En cuanto a las pensiones, dijo Petro que los fondos privados, a pesar con contar con unos 18 millones de afiliados, apenas han pensionado 170,000 personas en números redondos. Es decir los fondos de pensiones no pensionan, pero además, el deterioro de las condiciones laborales ha hecho que la seguridad social no sea una prioridad para los gobiernos y le quitaron la obligación patronal de aportar el 75 por ciento para trasladársela a los trabajadores quienes en muchos casos, para poder acceder a un trabajo deben mostrar que se encuentran afiliados al sistema de seguridad social por su cuenta, es decir que de su salario debe pagar primero el 100 por ciento de los aportes a salud y pensiones.

Otra modalidad de hacerle el quite a la obligación patronal de aportar a la seguridad social de sus colaboradores consiste en que las empresas contratan ‘servicios’ con las llamadas cooperativas de trabajo asociado, nombre eufemístico para robarle a los trabajadores las prestaciones sociales y cargarles todo el peso de la seguridad social.

La otra  gran reforma que viene es la laboral que consiste básicamente en devolverle a obreros y empleados de nómina, parte de lo que Álvaro Uribe les arrebató, mediante la ley 789 de 2002, bajo el argumento de que a Colombia, pero sobre todo a los trabajadores nos estaba matando la pereza, de manera que el Señor Presidente ante tanta mortandad nos regaló esa ley que redujo drásticamente los recargos dominicales y las horas extras y a los pensionados les quitó la mesada 14, es decir la prima de mitad de año.

No son reformas menores las que vienen y por las cuales votamos más de once millones de colombianos. Los medios de comunicación tergiversarán todo para mostrar supuestamente la inconveniencia de los cambios. Miguel Uribe Turbay, María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y ese don nadie en política que han tratado de inflar como globo pero que no convence a nadie, Enrique Gómez Martínez, saldrán a atacarlas con argumentos bastante altruistas, pero nosotros votamos por el cambio y lo que vemos es que Petro no está haciendo nada que no haya prometido durante la campaña, por lo cual merece todo nuestro respaldo. 

*Magister en Economía Universidad de los Andes

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