Opinion

LO CORTÉS…

Por: Rafael Antonio Mejía Afanador 

Inteligencia emocional es saber cuándo callarte, aunque tengas la razón. 

Anónimo

Una delicia de las que más recuerdo de mi infancia es llegar a la casa a hojear cualquiera de los 15 tomos de la enciclopedia El mundo de los niños, de editorial Salvat. Estos bellos libros estaban delicadamente ilustrados con plumilla y me hacían, literalmente, viajar por todo el universo. Los había de cuentos infantiles, biografías, música, pintura, ciencia y por supuesto, literatura y mitología. Éste último era uno de los que más me gustaba pues tenía gran parte de los relatos de la mitología grecorromana y otras mitologías y comenzaba con Prometeo y el fuego. Por supuesto, también estaban Hércules, Perséfone, Balder y Freya, Guillermo Tell y cómo no, Ulises, el de los muchos ardides. 

En esas épocas felices no se interesaba uno por el contexto completo ni por análisis exhaustivos con tintes de estilística literaria. No, sólo se hacía por leer, por la simple diversión. Desde luego, esto se constituía en un delicioso abrebocas para adentrarnos más adelante en las obras completas.

Ahora, con todas estas vainas que están pasando en el planeta, recuerdo muy bien la vacilada (“peinada”, llaman ahora) que le pegó Ulises a Polifemo: Para cegarle su único ojo, Ulises le metió tremenda juma, pero antes, Polifemo le preguntó el nombre.

 –Nadie, respondió Ulises y cuando llegaron otros cíclopes a preguntarle quién lo había atacado, Polifemo contestó: 

–Nadie. Los refuerzos se dieron la vuelta y lo dejaron íngrimo.

Cuando Ulises estaba presto a abandonar la isla, desde su barco, ciego por la soberbia, no resistió burlarse y le restregó su nombre al cíclope: Soy Ulises, hijo de Laertes, de Ítaca. La furia de Poseidón no se hizo esperar y a Ulises – y a toda su tripulación– le llovieron rayos, centellas y demás desgracias. Mejor dicho, si hubiera habido prensa en ese tiempo, también le mandan a Luis Carlos Vélez o a Nesticor Morales. Así de mal le fue por vencer al cíclope y encimarle la burla. 

Lo que iba a ser un viaje normalito, de unas cuantas semanas, se convirtió en una pesadilla de diez años. Todo por abrir de más la boca.

Valdría la pena que el presidente Petro recordara las sabias palabras de Aldoux Huxley: “Quizá la única lección que nos enseña la historia es que no aprendemos nada de las lecciones de historia”. ¿Era necesario restregarle a Trump, agradeciéndole por los buenos resultados de la consulta? Es cierto que ese señor es un completo troglodita, un peligro, no sólo para Colombia sino para el planeta entero, pero de ahí a ponerse a ‘torearlo’, creo que no le queda bien a un estadista. Le queda mejor a un candidato porque ese tipo de actitudes da galería, pero Petro dejó, hace bastante tiempo, su calidad de candidato.

La personalidad y perfil psicológico de ese sujeto Trump tiene un gran nivel de complejidad. Un día es amigo de Putin, al otro lo manda al carajo y así con casi todas las decisiones que deberían ser de estado. Tiene la coherencia de la Chimoltrufia: Yo como digo una cosa digo otra. Ése es el amigazo de los que van a salvar a Colombia en el 2026, calculen. 

Para empeorar el panorama, dentro de sus pocas cualidades no está, precisamente, la inteligencia. Según su sobrina, Mary Trump, el tío Donald parece que tuvo problemillas de aprendizaje y aunque esto ha sido diagnosticado, desde su punto de vista de psicóloga clínica es muy probable que, si camina como, pato y grazna como pato, pues… 

Ése es, según la sobrina, (psicóloga clínica) el mal menor. Agárrense: La señora le dedicó especialmente un libro intitulado “Demasiado y nunca suficiente: cómo mi familia creó al hombre más peligroso del mundo”. Veamos algunos de los aspectos más relevantes de la vida de ese señor, según su sobrina: Lo trata de “el hombre más peligroso del mundo”, argumentando que su comportamiento pone en riesgo la democracia estadounidense. Lo acusa denarcisismo extremo, diciendo que su personalidad está marcada por una profunda inseguridad y necesidad de validación constante y que fue criado en un entorno familiar tóxico, donde se premiaba la crueldad, la agresividad y la apariencia de éxito por encima del esfuerzo académico. Además, se castigaba la empatía, lo que según ella moldeó su carácter. 

Por otra parte, criticó su gestión como presidente, señalando que su falta de preparación y su desprecio por la verdad lo hacen incapaz de liderar con responsabilidad y “no puede entender el sufrimiento de los demás”.

En cuanto a su preparación académica, insinúa Mary que su tío presidente pudo haber tenido dificultades de aprendizaje, aunque no ofrece un diagnóstico clínico. Simplemente, como psicóloga clínica, analiza su comportamiento desde una perspectiva profesional, pero no afirma que haya sido evaluado formalmente. Pero, igualmente, afirma que Trump pagó a un amigo para que le presentara el examen SAT (Scholastic Assessment Test), que evalúa competencias de lectura, escritura y matemáticas y sirve como llave de acceso a la educación superior, lo cual le habría permitido ingresar a la Universidad de Pensilvania. Esto sugiere que el presidente gringo no confía en su propio rendimiento académico, vaya, vaya.

Al respecto, Andrés Oppenheimer opina que “si Trump no hizo trampa en su examen de ingreso a la universidad, ¿por qué se niega a dar a conocer sus calificaciones universitarias?” Parece que, al contrario de su chequera, el hombre, académica e intelectualmente es de una pobreza casi franciscana.  

Si quiere saber algo más sobre ese señor, ponga a fritar maíz pira y dé clic en el siguiente enlace: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-53329028 

Como pueden observar grosso modo, si la pelea de Trump con Petro fuera en el terreno intelectual, humanístico o académico, Petro ganaría por nocaut en el primer asalto. Pero como la cosa es con dinero, poder y garrote, lo más conveniente sería ser prudente. No es recomendable envalentonar a un energúmeno que tiene una bolsa de dólares en una mano y un garrote en la otra. Que no pase lo de Ulises, quien con astucia e inteligencia guio su barco de regreso a casa, pero casi malogra todo su esfuerzo por imprudente. 

Petro había prometido que no hablaría más de ese señor, y siguió sacándole innecesariamente la piedra en redes sociales. Lo cortés no quita lo valiente ni lo prudente lo inteligente.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba