Marchas y contramarchas
La política es el juego del manejo del poder, por eso hay quienes la definen como una guerra por medios pacíficos, lo que equivale a decir que la guerra es la continuación de la política por medios violentos. Este preámbulo obedece a que se le ha criticado al presidente Gustavo Petro el haber convocado a sus seguidores a una concentración en la plaza de armas el 14 de febrero para hacer pedagogía sobre la reforma al tema de la salud.
La verdad es que la convocatoria tenía un objetivo muy diferente y eso lo sabe Petro, pero también la derecha recalcitrante. De lo que se trata es de convocar a la gente a las calles para respaldar las reformas y mostrar la fuerza popular que hay detrás de tales propuestas. Si un gobierno del cambio, que contra viento y marea logró una victoria en las urnas, la única manera de llevar a cabo su programa es apoyado por sus electores, no hay alternativa. Si no lo hace, lo sacan en un dos por tres, la derecha ya nos ha ilustrado suficientemente de lo que puede hacer y ha hecho en Perú, Paraguay, Honduras, Brasil, Ecuador, Argentina. La lista sigue.
Petro se ha consolidado como un hombre de Estado, preparado como pocos en la historia de Colombia, porque una cosa es saber manejar las maquinarias electorales y llegar al poder para gobernar para sus patrocinadores, lo que Joseph Stiglitz llamó capitalismo de amiguetes, que mejor traducido sería algo así como capitalismo de compinches y otra saber interpretar las necesidades de un pueblo y usar el poder para satisfacerlas por lo menos en parte. La derecha no sabe de eso, estaban acostumbrados a manejar el Estado como uno de sus negocios, quizás el más preciado, pero sólo uno más. Y ponen como vocero a un lenguaraz llamado Miguel Polo Polo, que no pasa de ser el hazmerreír de la Cámara de Representantes, quien cree que basta con invocar una marcha con odio visceral para que la gente salga a tumbar al presidente. Con razón, alias Fico salió a decir que lo que queda de su partido requiere de organización.
Hace bien el presidente en apoyarse en la gente y mostrar de forma intermitente que cuenta con ese apoyo que requiere para sacar adelante sus reformas. Los medios han cambiado un poco el tono y si bien aceptan a regañadientes que la reforma a la salud es necesaria e importante, no dejan de apuñalar por la espalda poniendo toda clase de obstáculos y entreverando comentarios malintencionados.
No importa que tanto se irriten los otros poderosos e intocables, no importa cuánto lo odien, si no lo odian es que algo está haciendo mal, pero quienes lo elegimos no lo pusimos ahí para el reinado de la simpatía sino para gobernar y desarrollar un programa donde reposan las esperanzas de millones de colombianos tradicionalmente excluidos y ninguneados.
La derecha se está dando cuenta que por la vía de la calumnia y la infamia no va a ser suficiente y que por más que la Procuradora o el Fiscal oficien en la práctica como la oposición real, Gustavo Petro goza del respaldo de su pueblo y así será muy difícil luchar contra él. No escatimarán ningún recurso para obstaculizar la obra de gobierno, pero, así como fue capaz de enfrentar las mafias en el congreso y denunciar a tantos aliados del narcotráfico y el paramilitarismo aún exponiendo su propia vida, será capaz de orientar su mandato para, por fin, atender a esos millones de personas humildes que pusieron en él todas sus esperanzas. Adelante presidente.