Pregones
Cotidianidad

Por Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez 

@ricardocipago

De todos los absurdos que se volvieron rutina en el día a día, y hasta ya hacen parte de nuestras vidas, hay unos que vamos a resaltar para ver si los podemos cambiar, de verdad, modificar, mejorar o potenciar, porque de seguro para algunos, estos son parte de las tradiciones, de nuestras formas de comportamiento y hasta de relacionarnos entre paisanos o con extraños, en sitios habituales, del entorno que son de trabajo, familia y los repetimos como por fuerza de la necesidad.

Tener que hacer filas para todo: pagar servicios, dejar o retirar nuestros dineros en bancos, cooperativas, exámenes de laboratorio, comprar boletas para conciertos, pagar en las cajas de las grandes superficies y supermercados, comprar la leche y el pan, registrar cambios de puestos de votación y una serie de menesteres, que para los ya inmersos en las tecnologías también les toca esperar que les den ingreso a las reuniones virtuales. Todo a punta de códigos y reglamentos que algunos cumplimos y otros se los pasan por la faja, rompen las “colas o hileras” para ganarse unos minutos e incomodar a los que llevan ahí más minutos. En fin son algunos que cada uno vive y sufre a su gusto. ¿Entonces qué nos inventamos? Pues llegó la hora de los creativos y genios…

Pisar caca o popó de perro es por la culpa de los indisciplinados con las reglas para cuidar a sus mascotas, las basuras o residuos mal empacados, o rotos por los animales y con la complicidad de muy pocos recuperadores, escombros en las esquinas y se van esparciendo por las cuadras, los mal parqueados, los amplios parqueaderos abiertos para motocicletas, los carritos de tinto, helados, frutas, cachivaches, postes y paredes sucias por avisos de brujos, prestamistas, campañas de hace 12 o 16 años (las mismas fotos), alcantarillas sin tapas, andenes con boquetes, señales sin señal, parlantes en cada puerta de expendio de huevos, pollos asados y venta de lavadoras y neveras.

Valga recordar que la higiene y aseo personales, alimentarnos a horas, vestir acorde a normas, bañarnos, estudiar, trabajar, compartir, jugar, dormir y hasta reír son de esas que nos identifican, son inherentes a cada uno, pero que muchas de las veces no sabemos manejar para ser sociables, respetando el derecho de los demás, dar las gracias, saludar, respetar los espacios públicos y no hacer espectáculos o pelear en eventos públicos… ni en privados; todo para concluir que nuestra cotidianidad es un libreto que cumplimos a rajatabla como no utilizar celulares en bancos, ponernos el tapabocas, no comercializar alucinógenos en parques no colegios (ni en ningún lugar) porque se volvió tan normal que ni las autoridades, con sus uniformes, hacen presencia o se hacen sentir.

Para seguir con esos buenos o malos pasos hay que volver a las pautas mínimas, a que no por ser libres podemos hacer lo que nos venga en gana, hay que asumir las responsabilidades y ambientes, a modular el volumen de las charlas intimas por celular, el pésimo ruido de las emisoras en las busetas y el proceder en misas, sepelios, fiestas, rumbas, discotecas y clubes privados.  ¡Y Ya es YA!

No basta con aceptar los actos delincuenciales: robos, estafas, corrupción, asaltos, atracos, coimas, cobros por la derecha o por la izquierda, ultrajes y ataques, lo que debemos es buscar nuevas formas para que las actuaciones de los elegidos (y de Usted y yo) no se conviertan en las rutinas que se emulan o copian, o repiten, ¿porque si ellos lo hacen porqué yo no? Por simples principios de no hacerlo por gustico sino porque nos debemos a ser parte de una sociedad, de una comunidad.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba