Opinion

La Marcha del Bochinche

El 7 de febrero de 1948 Jorge Eliécer Gaitán convocó una marcha para denunciar la persecución violenta de que eran víctimas los liberales por parte de las sempiternas fuerzas oscuras en alianza con las del Estado. A esa marcha se le conoció como la Marcha del Silencio o Marcha Silenciosa, porque no se gritaron consignas para pedir un alto a la violencia. El pasado 21 de abril los ayer opresores, se dieron cita convocando a muchos de los que en otro momento hubieran protestado al lado de Gaitán, con unas arengas que llamaban a la violencia, incluso al asesinato del primer mandatario.

Al grito ‘Fuera Petro’ se le sumaron insultos a granel e incluso, la marcha de Cali estuvo acompañada por un féretro con una consigna amenazante: “Petro, en serio, te vas para el cementerio”. Por tanto, así como la de 1948 pasó a la historia como la Marcha del Silencio, ésta quizás será recordada como la Marcha del Bochinche. No era una manifestación para llamar a la concordia al diálogo o al perdón, era la expresión concentrada en el odio a una persona y en algunos casos una clara invitación al sicariato.

Puestas las cosas en contexto, lo que realmente molesta a los promotores, que no a los manifestantes, es que el presidente Gustavo Petro apuntó donde es: está denunciando la corrupción en los más altos niveles y destapando ollas podridas que involucran a las familias más poderosas de Colombia. Veamos.

El 31 de enero de 2023 en un barco con 1750 vacas fueron encontradas cuatro toneladas y media de cocaína. Luego, a finales de julio del mismo año salió a la luz el robo continuado a gigantesca escala, que se le hacía a Ecopetrol, el cual involucró a personas muy allegadas a la casa Pastrana. Además, se puso al descubierto cómo se usaban vehículos de la Unidad Nacional de Protección para transportar droga y se perpetró un atentado contra el Director de dicha entidad, que el entonces fiscal Francisco Barbosa se apresuró a matizar cuando declaró que se trató de un intento de robo. Y recientemente, los documentos desclasificados de la DEA y la CIA demuestran que el narcotráfico ha estado presente en los más altos círculos del poder desde sus inicios. Estos son solo cuatro ejemplos entre miles.

Pero quizás lo que más molesta a la ultraderecha es el grado de aceptación que Petro tiene en los escenarios internacionales donde no se arrodilla como era lo habitual entre los mandatarios colombianos. Petro no. No se deja imponer la agenda, la agenda la ha puesto él y ha hablado duro, ya estamos cansados de poner los muertos en esta lucha contra las drogas que ha fracasado, palabras más, palabras menos es lo que ha dicho. El pueblo colombiano no está de acuerdo con el genocidio en Gaza, si bien tampoco respalda la invasión a Ucrania. Ha reclamado también por sus homólogos que en otras partes han sido víctimas de esas élites, como por ejemplo Pedro Castillo en el Perú y no desperdicia oportunidad para reiterar los problemas del cambio climático. Asimismo, a juzgar por las expresiones que se ven en los oficiales de insignia de las Fuerzas Armadas, Gustavo Petro es percibido como un intelectual que tiene otra visión del mundo que ellos quizás no habían alcanzado a ver pero tampoco rechazan de plano.

Su formación e inteligencia combinadas le han permitido sobrevivir a este torbellino de agresiones y ante cada arremetida responde con contundencia lo cual aumenta la rabia y el odio de la élite, huérfana hoy del poder. Ahora invita a la marcha del Primero de Mayo y con seguridad no se llevarán ataúdes, ni sufragios, esos eran los símbolos  que la mafia utilizó en el pasado, se llevará música, arte, teatro, zancos, papayeras. Será una marcha de la vida que se contrapone a las necromarchas del paramilitarismo y el narcotráfico que tanto añoran los auspiciadores de la violencia.

Manuel Álvaro Ramírez R.
Magíster en Economía

Universidad de los Andes

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba