En medio de los Medios

Se fue doña Verónica Hernández de Cortés, la creadora de los amasijos en Arcabuco

Tenía 104 años, estaba lúcida y murió por una complicación de salud, pero nada tuvo que ver con COVID-19. De hecho, las honras fúnebres de la matrona de los amasijos en esta localidad, ubicada a una hora de Tunja, se realizarán a las 2:00 de esta tarde en la catedral de la capital boyacense y serán transmitidas por Facebook.

Las honras fúnebres de la señora Verónica, como era conocida en su tierra natal, tendrán lugar esta tarde en la catedral de Tunja. Foto: Archivo Particular

Ana Verónica Hernández de Cortes, la mujer que comenzó el negocio de los amasijos en el municipio de Arcabuco por allá en 1938, falleció en la madrugada de este lunes en la casa de una de sus hijas en Tunja, dejando un gran legado a varias familias propietarios de varios  establecimientos comerciales que siguieron sus pasos y hoy son verdaderos emporios de la región.

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Había nacido el 16 de junio de 1916 en el municipio de Arcabuco, era la mayor de los seis hijos de la señora Trina Hernández y don Reyes Hernández. Casada con don Luis Alejandro Cortés Robles, tuvieron siete hijos: Lucy, Olger, Gustavo, Trinidad, Miguel, Francisco y Hugo.

Comenzó en 1938 luego de comprar una cuajada a la que le echó huevos y harina, amasijo del que sacó tres latas de almojábanas y ahí se dio cuenta que podía empezar a recibir un ingreso con el cual ayudar con el sustento del hogar, sin saber la industria artesanal que estaba iniciando.

“Revolvía la cuajada con la harina y le echaba huevos además de otros ingredientes, amasaba muy bien y luego las pasaba al horno. Las cuajadas las compraba en el vecindario, eso sí con la condición de que tenían que ser frescas, no podían tener leche trasnochada, ese era uno de los secretos”, dijo en días pasados la mujer a Boyacá Sie7e Días.

Con el pasar de los días, a las famosas almojábanas de doña Verónica, que pronto se comenzaron a conocer como las almojábanas de Arcabuco, se fueron sumando otros productos como el pan de yuca, merengues y los apetecidos ponquecitos. Sus productos los comercializaba en los buses y entre semana los enviaba a los municipios en los que se tenía el mercado. De esta manera pronto llegaron a Vélez, Moniquirá, Cómbita y Tunja.

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Cada cuajada la pagaba a tres centavos, y cada almojábana la vendía a centavo y a dos centavos de peso, dependiendo del tamaño y la cantidad. Así comenzó un negocio del que hoy viven decenas de personas en esta localidad y por el que muchos le agradecen a esta mujer de 104 años, que será recordada por haber iniciado una posibilidad de negocio a esta región del departamento.

Fuente:boyaca7dias.com.co

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