Según las cabañuelas, este año no será bueno para los agricultores de Boyacá
En el altiplano cundiboyacense, la ancestral tradición de las cabañuelas sigue viva, ofreciendo a campesinos y agricultores un peculiar método para pronosticar el tiempo a lo largo del año. Aunque los meteorólogos refutan estas predicciones basadas en la superstición, la práctica persiste, permitiendo a las comunidades analizar el comportamiento del viento, nubes, lluvias y sequías.
Las cabañuelas, utilizadas por agricultores, son un método que se basa en observar las condiciones atmosféricas durante los primeros 12 días de enero para prever el clima del resto del año. Esta tradición, aunque criticada por la ciencia moderna, ha sido un recurso valioso para los campesinos en el pasado.
El procedimiento implica estudiar los cambios climáticos durante los primeros días de enero y relacionarlos con los meses correspondientes. Por ejemplo, si el día 10 de enero es lluvioso o frío, se predice que el mes número 10 (octubre) podría experimentar fenómenos similares. Este método, basado en la observación empírica, solía guiar las decisiones sobre siembra y otras actividades agrícolas.
A pesar de su perdida relevancia debido al cambio climático, muchos campesinos siguen llevando bitácoras diarias del clima en enero, anotando detalles del cielo, temperatura y viento para relacionar cada día con su mes correspondiente.
El conteo de las cabañuelas inicia el 1 de enero y culmina el 12 de enero, con cada día representando un mes del año. Para confirmar el pronóstico, se realiza una contra cabañuela con una cuenta regresiva que termina el 24 de enero.
Este antiguo método, que se remonta a aproximadamente 35,000 años antes de Cristo y tiene sus orígenes en rituales basados en la Luna, ha mantenido su relevancia en Boyacá. Los agricultores confían en estas predicciones para planificar sus actividades de siembra, anticipándose a las lluvias y sequías para obtener cosechas exitosas.
“Las cabañuelas traen sequía, todo se va a poner muy difícil en el campo, esperemos que las condiciones mejoren, el agua deja algo, pero el verano acaba con todo”, dijo Manuel Valero habitante del municipio de Oicata, a Caracol Radio.
A pesar de las dudas planteadas por el cambio climático, las cabañuelas continúan siendo una parte integral de la vida agrícola en Boyacá, donde los agricultores buscan orientación en las señales del cielo para afrontar los desafíos climáticos; que para muchos, temen que el 2024 sea un año en el que predominen las altas temperaturas y haga falta el agua.