Opinion

EL ESTALLIDO FINAL

Por Lizardo Figueroa

«… y los que hubieran tenido el privilegio de un refugio a las tres de la tarde del lunes aciago de aquella catástrofe magna, sólo vivirán para morir después por el horror de sus recuerdos…»

Increíblemente tiene vigencia el «realismo mágico» del Nobel García Márquez, desde su magistral discurso en Ixtapa Méjico en 1986, con ocasión del aniversario 41 de la bomba de Hiroshima; los acontecimientos actuales del horror de la guerra en Oriente medio parecieran darle la razón.

Releer el breve y premonitorio ensayo que conserva la Fundación Gabo sacude el alma y nos alerta sobre lo que pudiere ocurrir si el conflicto Palestina-Israel escala e involucra a más potencias nucleares, como el caso reciente de Irán, que guardan en sus despensas cualquier cantidad de ojivas listas para ser usadas.

El espectro mueve al temor, bien fundado, por cierto, porque puede estar cerca el momento en que alguno de los intervinientes resuelva oprimir el botón y hasta ahí fue María. El desuso de la inteligencia y enceguecido el instinto de conservación, pudieran dar paso a la estupidez fatal.

Otros fragmentos del «Cataclismo de Damocles»:

«… un minuto después de la última explosión, la mitad de los seres humanos habrá muerto; el polvo y el humo de los continentes en llamas derrotarán a la luz solar… la creación habrá terminado».

«En el caos final de la humedad y las noches eternas, el único vestigio de lo que fue la vida serán las cucarachas».

«Desde la aparición de la vida visible en la tierra, debieron transcurrir trescientos ochenta millones de años para fabricar una rosa sin otro compromiso que el de ser hermosa y cuatro eras geológicas para que los seres humanos fueran capaces de cantar mejor que los pájaros y morirse de amor… dentro de millones de millones de milenios después de la explosión, una salamandra triunfal… será quizás coronada como la mujer más hermosa de la nueva creación».

Extraña paradoja son las coincidencias que tal vez la alineación de los astros hace posible en estos días del año 2024: las guerras que utilizan misiles matando miles de inocentes, el cambio climático avanzando con sus secuelas de destrucción del planeta (a la fecha, el caudal de la profundidad del río Amazonas al paso por Leticia, disminuyó dos terceras partes, lo que  ha ocasionado que la vida de decenas de delfines rosados esté en peligro) justo cuando en el mes que transcurre, sesionará la reunión del Cop16 en Cali, Suramérica, en donde se escucharán con grito ahogado a expertos del comportamiento de la amenazada naturaleza planetaria, también a muchos políticos y jefes de Estado responsables de evitar tal vez el posible cataclismo imaginado por nuestro escritor cataquero, quien desde la eternidad observará cómo algunos irresponsables con poder absoluto, obnubilados y soberbios hacen lo posible para borrar la vida en la única casa habitable que tenemos todos, ordenando el lanzamiento de misiles intercontinentales tipo H, dirigidos primero al «patio trasero del tercer mundo».

Y mientras, la humanidad observando estupefacta, la numerosa burocracia de la ONU, impotente y muda mirando para Plutón.

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