El Pacto Histórico: consulta en riesgo y unidad a prueba
La decisión del Consejo Nacional Electoral de excluir a Colombia Humana y Progresistas de la fusión que dio vida al Pacto Histórico como partido único dejó en el aire a varios de sus precandidatos presidenciales. A un mes de la consulta interna, el bloque progresista enfrenta una carrera contra el reloj para no llegar dividido a la cita que definirá su futuro político en 2026.
El CNE aprobó la fusión del Polo Democrático, la Unión Patriótica y el Partido Comunista, pero dejó por fuera a Colombia Humana —fundado por Gustavo Petro— y a Progresistas, movimiento que lidera María José Pizarro. La exclusión obedece a cuestionamientos de procedimiento interno: falta de quórum en las asambleas y sanciones administrativas pendientes.
La consecuencia inmediata es que varios de los aspirantes más visibles quedan en mayor riesgo jurídico. Gustavo Bolívar, Susana Muhamad, María José Pizarro y Gloria Flórez, todos vinculados a las colectividades excluidas, podrían ver comprometida su participación en la consulta del 26 de octubre. En contraste, quienes no dependen de Colombia Humana ni de Progresistas —como Iván Cepeda, respaldado por el Polo Democrático; Daniel Quintero; Carolina Corcho; o Alí Bantú Ashanti— tienen condiciones más favorables para sostener sus candidaturas, aunque no todos cuentan con el blindaje que ofrece pertenecer a los partidos ya integrados en la fusión.
La consulta, concebida como un ejercicio de democracia interna para elegir al candidato presidencial y conformar listas al Congreso, se tambalea. Si la mitad de los aspirantes no puede competir en igualdad de condiciones, el proceso perdería legitimidad y el Pacto correría el riesgo de fracturarse en plena antesala electoral.
Frente a este panorama, las opciones son limitadas pero urgentes: subsanar los vacíos estatutarios mediante nuevas asambleas internas, resolver los procesos sancionatorios que pesan sobre las colectividades, y/o acudir a la vía judicial con tutelas que reclamen el derecho a la participación política. El tiempo, sin embargo, es el enemigo: cualquier dilación podría dejar a la fuerza que llevó a Petro al poder dividida entre un bloque legalmente reconocido y otro marginado por tecnicismos.
La pregunta de fondo trasciende el trámite jurídico: ¿es esta una aplicación imparcial de la norma, o un mecanismo institucional para debilitar al progresismo en 2026? Lo cierto es que la unidad del Pacto Histórico está en entredicho y solo una respuesta rápida —jurídica y política— podrá garantizar que la consulta de octubre sea realmente un ejercicio de participación democrática, y no la antesala de una derrota anunciada.



