QUE PENA CON ESE SEÑOR

Por Manuel Álvaro Ramírez R.
Los discursos del presidente Gustavo Petro en la ONU aparte de lo que ya le hemos escuchado aquí, contiene elementos novedosos en el sentido de que fue una invitación para pasar de las palabras a la acción. Planteó la necesidad de una fuerza militar para frenar el genocidio en Gaza, pues ningún genocidio se ha podido parar por la buena voluntad del perpetrador. Sin embargo, la trascendencia, porque tiene esa característica, radica en que lo que dijo lo hizo ante un auditorio multigeográfico y multipropósito y es ahí donde radica su importancia.
En Colombia, país donde para los medios hegemónicos lo que haga el Presidente está mal y lo que no haga también, los ataques vinieron por la forma como se vistió y por el tono en que dijo lo que dijo. Pero lo que realmente incomoda a los medios y, sobre todo, a quienes sirven de voceros de la cleptocracia, es el contenido contundente que, neto de los acentos altisonantes que no gustan a los amigos de las reverencias, es lo que hoy se grita alrededor del mundo y que le ha torcido el brazo inclusive a gobiernos abiertamente fascistas: Paren el genocidio y paz para Palestina.
Petro habló de migrantes, drogas, lucha contra las drogas y en este punto precisó que a diferencia de los gringos, Colombia cambia el enfoque de esa lucha para dirigirla contra los narcotraficantes y uno tendría derecho a preguntarse ¿No será eso lo que realmente molesta a la derecha doméstica y norteamericana? porque, señaló además, que los verdaderos narcotraficantes no viven en las selvas ni en el campo sino en los elegantes y exclusivos vecindarios de Miami, Nueva York, Paris, Londres, Dubái o Madrid entre otros.
Comencemos por analizar el estilo de Petro, su aparición en la reunión central sin saco ni corbata, su tono propio de plaza pública. Era un mensaje no para los gobiernos sino para los pueblos de mundo así haya hecho alusión directa a Donald Trump, el anfitrión y a Netanyahu, sus acusaciones no dejaron lugar a dudas y que el mensaje fue escuchado, lo prueba la entrevista que le hizo esa misma tarde la BBC.
Ya en el pasado, Ernesto ‘el Ché’ Guevara, Muhamar al Gadafi y Hugo Chávez sentaron los precedentes de la irreverencia, sin llegar a los extremos de Nikita Jrushchov, el primer ministro ruso que se quitó un zapato en una reunión similar y golpeó con éste el atril desde el que se estaba dirigiendo a todas sus excelencias reunidas para escuchar a los mandatarios, que no están acostumbrados a los berrinches de primeros ministros, luego las pataletas no nos las inventamos aquí ni es la primera vez que en la ONU se levantan voces altisonantes.
Entonces, como lo del estilo no invalida el discurso, las palabras del Presidente sí hicieron sentir incómodos a muchos de los presentes en la asamblea, lo que prueba lo acertado de la disertación. Señaló el primer mandatario que arrojar misiles contra una lancha no sólo es una acción desproporcionada sino un asesinato en toda regla, porque eso equivale a la aplicación de la pena de muerte a personas que a juicio de quien dispara son simplemente sospechosas. Por tanto, deberían abrirse procesos criminales contra quienes ordenaron los asesinatos, lo que incluye al presidente Trump.
Adicionalmente, equiparó a Netanyahu con Hitler y es que la única diferencia entre uno y otro son las armas utilizadas, mientras en Auschwitz se usaron cámaras de gas, en Gaza se lanzan bombas y misiles para el asesinato en masa. Visto en perspectiva, el genocidio en Gaza es proporcionalmente mucho peor que las matanzas de la II Guerra Mundial, porque mientras ésta involucró a toda Europa, Estados Unidos, norte de África, la mayor parte de Asia y del Medio Oriente, el genocidio actual pretende borrar del mapa a una franja de 360 kilómetros cuadrados con sus más dos millones de habitantes.
Finalmente, Petro dijo que si la ONU no es capaz de evitar el genocidio esa organización no sirve. Y que alguien en representación de uno de los países miembros se exprese en esos términos, es algo que realmente incomoda, pero es que la inutilidad del organismo fue puesta en tela de juicio antes por el mismo presidente Trump quien dijo “No me extraña que las Naciones Unidas no hayan podido cumplir con la función para la que fueron creadas” (Sic). Además, no sólo fustigó a la organización, sino que hizo algo mucho más efectivo para su marchitamiento: retirar parte de la financiación. En su visión del mundo Trump supone que no hay nada que no pueda arreglarse con una reunión entre notables poderosos, tal como ha pretendido hacerlo con Ucrania, pero precisamente allí le han mostrado que la gente importa. Qué pena con el señor Trump.


