Opinion

Caen de patas (II)

Por: Rafael Antonio Mejía Afanador

Ya que en este país del sagrado corazón se roban desde unas cesantías hasta un puente, yo me atrevo a robarme el título de esta nota, con una pequeña dispensa: Hay unos que no caen, simplemente, porque aún no los han empujado. O son tan de buenas que, si lo hacen caen hacia arriba, como la lumbrera de fiscal Gabriel Ramón Jaimes quién, según una juez del sonado caso Uribe, semejante eminencia fungió como fiscal del caso y al mismo tiempo como defensor, con la particularidad de que no hizo bien ninguna de las dos. O sea, ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario.

Ése, Iván Duque, Pastrana y el nieto de Turbay son ejemplos vivos de que para tener un buen puesto no se necesita estudiar, sólo ser ‘vivos’, lambones y suertudos, muy suertudos. En eso radica el éxito de estos cuatro simpáticos ejemplares.  

Parte de los sesenta minutos de una clase los dedica el docente a sermonear a los estudiantes para que hagan lo que deben hacer en un colegio: estudiar. Y se les habla en todos los idiomas sobre la importancia de dedicarle tiempo a la lectura, a cultivar la mente y los valores, a ser mejores cada día para tener un futuro próspero y relajadito, pero ponen como contrapropuesta a ese cuarteto de maravillas intelectuales y ¡plop! queda uno totalmente con las manos abajo. ¡Indefendible!

Pues cómo les parece que la suerte de este doctor Jaimes (foto) es tal, que está a punto de llegar a vice fiscal general de la nación, y si la mala suerte nos acompaña, ¡fiscal general! En un país inundado de súper abogados, tinterillos, tramitadores, leguleyos, lagartos, sapos, lobbistas y toda suerte de fauna especializada en exprimirle hasta la última duda a la Ley, se imaginaría uno que no hay mucho de dónde escoger, y la verdad sea dicha, sí hay de dónde escoger, pero no se les da la gana. 

Los colombianos somos expertos para esas cosas de las apariencias. Los presidentes de turno siempre nombran ternas de uno. Como decía don Pedro Vargas en un trío de imitación de los hermanos Monroy: Dos pendejos que me tienen y yo que canto. Así han sido siempre esas ternas. Todo el mundo sabe quién va a ser el fiscal, desde el taxista hasta la peluquera, pasando por expertos politólogos y genios periodísticos, todos lo saben. Sin embargo, los únicos que tienen profundas dudas, desde la escéptica hasta la metódica, son los magistrados de nuestra honorable Corte Suprema, que se toman tooooooodo el tiempo del mundo para leer, analizar y entender tres pinches hojas de vida y elegir de una vez por todas el reemplazo del mejor fiscal de la historia quien, a pesar de su juventud, es el más preparado, según sus propias babas.  

Así que, respetado, venerado y estimado profesor: no fuerce a sus estudiantes para que lean y se cultiven como personas, hágales saber que eso de cumplir con la ley es para los demás, permítales ser aduladores, camanduleros, hipócritas y mediocres y que jamás se les ocurra aprobar un concurso de méritos. Quién quita que algún día su sacrificada vida los premie siendo vice fiscales, fiscales, o mejor, ¡presidentes! El que persevera alcanza.       

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